Capítulo 22. Keep Me High

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En rato después...

Alba tira de la mano de Natalia hasta llegar al dormitorio, la persiana está casi bajada por lo que, a pesar de ser mediodía, la iluminación no es excesiva. La morena puede verlo todo perfectamente ordenado. La cama solo está cubierta por una sábana de color negro y dos almohadones, parece que está recién hecha.

"Qué hija de puta", piensa Natalia.

- Sabías que iba a venir... - susurra la morena, mientras niega con la cabeza y media sonrisa aparece en su cara.

- Tú también lo sabías – contesta Alba, que se pone de puntillas para alcanzar de nuevo la boca de la más alta, y recorrer sus labios con la lengua.

Natalia, a quien la contestación de la rubia la quema por dentro, tarda un poco en devolverle el beso, pero... "Joder, ¿a quién voy a engañar? Si hace ya tiempo que he perdido esta guerra", admite para sí misma, y se abandona en la boca de Alba.

Después de pasar unos minutos entre besos y caricias, la rubia pone una de sus manos en la tripa de Natalia y la obliga a caminar de espaldas.

- Échate – pide, muy seria, la pequeña.

La morena la mira asustada, no está acostumbrada a no tener el control en este tipo de situaciones y ésta, tiene toda la pinta de ser una de esas en las que la ansiedad puede con ella.

- Te he pedido que te eches – vuelve a decir Alba.

Viendo que Natalia sigue sin obedecer, la empuja sobre el colchón y se tumba encima de ella, apretando con fuerza uno de sus muslos contra la ropa interior de la morena:

- ¡Ah!, ¡joder! – gime sin poder evitarlo – Alba...

- No me gusta tener que repetir las cosas – susurra la rubia rozando sus labios, para justo después dejar un mordisco en uno de ellos.

Natalia siente el vaivén de la pierna de Alba entre las suyas y puede escuchar sus propios jadeos al ritmo de sus envestidas. La rubia la tortura durante unos minutos, dejando a la vez leves mordiscos en sus pezones, provocando que la espalda se le arquee de forma involuntaria.

- No te muevas – susurra Alba mientras se incorpora para retirar la última prenda que las separa.

- No, no... - Natalia, presa del pánico, intenta atrapar sus muñecas.

- Te he dicho que no te muevas, Nat... - susurra la rubia a la que una sonrisa perversa se le dibuja en la cara.

- No voy a poder, Alba...

La rubia deja a Natalia con la palabra en la boca y se levanta de la cama, acercándose al armario en busca de algo. La morena, confusa, sigue su recorrido sin decir nada y sólo cuando reconoce lo que Alba lleva en las manos, respira aliviada... es un fular de seda.

- Joder, que susto, pensé que ibas a sacar una fusta o algo así – bromea Natalia.

- ... Hoy no – susurra la rubia mordiéndose el labio, para después mostrarle una sonrisa perfecta.

La morena, que aún no se ha recuperado del comentario siente la tela deslizándose entre sus muñecas.

- ¿Qué...? – Natalia no termina de formular la pregunta cuando siente la tela tensarse y arrastrar sus brazos hacia el cabecero de la cama.

- Si te sigues moviendo, te prometo que saco la fusta – la morena no sabe si es por el comentario o por la imagen de Alba relamiéndose mientras lo dice, pero siente una punzada hirviendo en la tripa.

INSOMNIUM | AlbaliaWhere stories live. Discover now