Capítulo 80. Animal Instinct

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Dos semanas después, viernes, 21:20h.

Natalia y Alba bajaban del coche y se encaminaban rápidamente hacia la fiesta, llegaban un poco tarde, ya que la morena había insistido en ir a buscarla al hospital para ir juntas. La pequeña se tomaba aquello como una forma de intentar hacer ver lo que ya era evidente a ojos de todo el mundo. Alba estaba perfectamente integrada entre los amigos de la morena, y no dudaba en salir con ellos, aunque la morena estuviese de guardia, de hecho, la mayor parte de las tardes que se quedaba sola, la propia Sabela la acompañaba a tomar un café, al cine o a salir de cervezas con las amigas de la pequeña.

Por su parte, Natalia era una más en la familia de la rubia y cada vez que Alba tenía visita, pasaba la mayor parte del tiempo con su suegra y su cuñada, ya sin salir huyendo de la casa que compartían. Rafi la adoraba, y le agradecía secretamente la calma que le había conseguido aportar a su hija, a quien encontraba mucho más tranquila y hogareña desde que la morena estaba en su vida.

- Vamos a llegar tarde y tu madre va a abrirnos en canal - protestaba la rubia, a quien Natalia llevaba de la mano, corriendo entre la gente de la fiesta.

- No te preocupes, está todo controlado - contesta rápidamente mientras coge dos copas vacías de una de las bandejas que pasaban cerca, ofreciendo una a la pequeña.

- ¿Pero qué...? - empieza a protestar Alba.

- ¡Natalia!, ¡¿qué horas son estás de aparecer?! - ambas reconocen la voz de María Sanabdón a sus espaldas, y la morena se vuelve con la mayor de las sonrisas.

- Mamá, por fin te encontramos - dice Natalia, dándole un abrazo, aun intentando recuperar la respiración - estábamos en la pista.

- ¿En la pista? - pregunta la mujer mientras abraza a Alba, que también parece cansada.

- Sí, aunque hace mucho calor - responde la morena, alzando su copa vacía - Vamos a por otra. Mamá, ¿quieres tú algo?

- Eh... no, estoy bien, gracias - responde confusa.

- Pues nos vemos ahora - es lo único que consigue decir la rubia a quien Natalia ya está arrastrando de nuevo por la sala.

Una vez en sitio seguro, la pareja pide un par de copas y se sientan a hablar con Elena en una de las zonas de sofás. Cuando llevan más de dos horas allí, a salvo de María y sus amigas "las señoras más cotillas del universo", según la menor de las Lacunza, la pareja está más que relajaba, ambas comparten un sillón de una sola plaza en el que Alba está sentada en uno de los brazos, con el brazo de Natalia, rodeándole la espalda, para que estuviese más cómoda.

- Entonces... ¿tres semanas? - pregunta Alba.

- Sí, eso espero - contesta Elena - aunque si te soy sincera, tengo la sensación de que puedo explotar en cualquier momento.

- ¿Y una fiesta para el bebé? - pregunta su hermana, que sabe que aquello no es muy del agrado de la pequeña.

- Es cosa de mamá, ya sabes - responde asqueada - quiere pasearme una última vez en sociedad, cual ballena varada justo antes de que mi cuerpo se dilate para sacar una sandía por una abertura que, de forma natural tiene espacio para expulsar una aceituna.

- Jajajajaja, qué bruta - se ríe la morena.

- ¡Natalia, hija!, ¡Natalia! - la voz de María Sanabdón las saca de aquella conversación tan entretenida - ¿puedes venir un momento?

- Disculpadme un momento, señoritas - dice la chica, que se levanta no sin antes guiñar un ojo a su hermana y dar un breve apretón en la mano de Alba.

INSOMNIUM | AlbaliaWhere stories live. Discover now