Capítulo 40. De Tus Ojos

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Al día siguiente, jueves, 7:15h.

Alba dormía plácidamente cuando la alarma del móvil la despierta, alarga uno de los brazos y la apaga para volver a la misma posición en la que estaba. Es en ese momento en el que es consciente de que está acompañada, y no es cualquier tipo de compañía, tiene a Natalia desnuda en su cama. Está tumbada frente a ella, sobre un costado, con un brazo bajo las almohadas, agarrándola por la espalda y el otro enroscado a su cintura.

La noche anterior había tranquilizado a Alba, habían follado durante horas, tan salvajemente que había perdido la cuenta de los orgasmos, y todo, sin un solo sentimiento de por medio. Nada de caricias, ni besos suaves, ni susurrar el nombre de la otra cuando el cuerpo ya no puede más y explota. Nada.

Alba abre los ojos de nuevo, para encontrarse con las heridas de guerra de la noche anterior; Natalia tiene una enorme marca roja cerca de uno de los pechos y la rubia, asustada por el tamaño, levanta una de sus manos para pasar los dedos sobre ella.

"Va a matarme cuando se despierte", piensa la pequeña.

Recorre con su mano el torso de la morena, que duerme tranquilamente ajena a todo el debate interno en el que se encuentra ella. Esa piel tan suave, ese pecho perfecto, la tripa asquerosamente plana y aquellas piernas que te hacían olvidarte hasta de donde estabas. Dedica un par de minutos repasando los lunares, las pecas y cada rasgo de la morena hasta que, al mirar hacia su cara, se da cuenta de que Natalia la mira con una sonrisa en los labios.

- ¡Joder, joder!, ¡qué puto susto! – protesta Alba, pegando con el puño en el hombro de la otra - ¿cuánto tiempo llevas despierta?

- ¿Cuánto tiempo llevas tú aprovechándote de mí mientras estoy dormida? – contesta la morena, que la agarra por la muñeca, para evitar los golpes.

- No me hace falta que estés dormida para hacer eso - se burla la pequeña levantando las cejas en señal de suficiencia.

- Ya veo... - susurra Natalia acercándose a su boca y rozando sus labios despacio.

Empujándole hacia atrás el brazo que tiene agarrado, la morena tumba a Alba boca arriba y se coloca sobre ella, entre sus piernas. La rubia, al sentir esto, dobla las piernas y alza las caderas buscando el contacto, pero, para su sorpresa, Natalia se dedica a besarla con una tranquilidad pasmosa, mientras le acaricia el pelo.

"No, no, no, no, esto otra vez, no, por favor", Alba piensa en una forma de escapar de nuevo de aquella intimidad que no controlaba.

Una de las manos de la morena se desliza hasta su cuello erizando todo el pelo que encuentra a su paso. El roce suave sobre sus labios, las caricias de aquella lengua en la suya, el olor de su pelo, que ahora cae sobre ellas... Alba siente como poco a poco pierde el control de su cuerpo, que no responde a sus órdenes, y tras intentar recuperarlo en un par de ocasiones, sin conseguirlo, se abandona en los besos de Natalia, y entrelaza sus brazos tras su cuello, dejándola pegada a ella.

La morena, empieza a moverse entre sus piernas, el movimiento es tan mínimo que apenas es perceptible, lo que confunde más a la rubia, que lo siente como un terremoto. Una de las manos de Natalia, se desliza hacia el muslo de Alba, para girarla ligeramente y
colocarla de forma que pudiese sentir todo lo que le provocaba. Si a ella aquel baile la estaba volviendo loca, Natalia no se quedaba atrás; sentir, sobre ella, lo mojada que estaba casi lleva a la rubia al orgasmo de golpe, pero el miedo a todo lo que estaba pasando, la mantiene serena un momento más.

INSOMNIUM | AlbaliaWhere stories live. Discover now