Capítulo 24. I Belong to You

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Esa misma noche...

Al salir de su dormitorio, cambiada para la cena, Alba se había encontrado a Natalia completamente vestida y preparada para salir.

Y la rubia tenía razón, aunque eran casi la única mesa sentada en el restaurante a las nueve de la noche, Natalia se limitó a sentarse frente a ella, charlar sobre trabajo y cenar. No había hecho ningún tipo de acercamiento desde lo del piano. Esto, por una parte, tranquilizaba a Alba y, por otra, que nunca admitiría, la hacía echar de menos el contacto con su piel.

"Joder, Alba, no hay quien te entienda", se regaña a sí misma.

El camino de vuelta a la casa de la rubia, lo hacen paseando y charlando sobre las próximas pruebas que tendrá que realizar Natalia para el estudio de Alba. La morena ha evitado la conversación durante toda la cena, pero aún sin conocerla mucho, puede notar a la rubia más que tensa con ella. Lo ha notado ya un par de veces, sobre todo cuando no hay sexo de por medio y Natalia le brinda otro tipo de atenciones.

"No sé si es que quiere que me vaya o sólo que no la toque más", duda la morena.

Al llegar al portal, decide salir de dudas y cuando la más bajita busca las llaves en el bolso, Natalia en vez de despedirse, la agarra por el brazo y la acerca para besarla. Este beso no se parece a los de antes, la lengua de Natalia busca enseguida acceso a la boca de la rubia y al no conseguirlo, aprieta los dientes sobre uno de sus labios, provocando que, a la otra, se le escape un gemido de la boca.

Los brazos de la morena tiran de la blusa de Alba para apretarla contra su cuerpo y esta responde agarrando ansiosa su cinturón.

- Sube - ordena la rubia, con la voz entrecortada.

Natalia sabe que no es una petición, así que no opone resistencia, y se mantiene pegada al cuerpo de Alba, besando su cuello cuando ésta se da la vuelta para abrir el portal. En el viaje en ascensor no se quitan las manos de encima, como si quisieran recuperar el tiempo que han estado en la calle, sin tocarse. Los dedos ágiles de la morena se deshacen rápidamente de los botones de la blusa de Alba y pronto se agacha para morder la base del cuello
de la rubia, que deja escapar un gemido:

- Dios, Nat...

Para intentar recuperar el control de la situación, la más bajita agarra la camiseta de la otra y la pega a la puerta, acorralándola con su cuerpo, mientras coloca una de sus piernas entre las de la morena, que ahora busca su boca. Están tan inmersas en intentar dirigir la lucha que no escuchan abrirse el ascensor y lo que las saca de la batalla en la que andan inmersas es alguien que carraspea en el descansillo.

Natalia se gira rápidamente y se coloca delante del cuerpo semidesnudo de Alba, que aprovecha para cerrarse la blusa.

- ¡Angelines, buenas noches!, ¿cómo está usted?, la veo mucho mejor - dice la morena, que sale, camino de la casa, con la rubia pegada a su espalda.

Una señora mayor, cargada con un perrito, no puede más que asentir confusa y lanzarse al ascensor, como si hubiera visto al demonio.

- ¿De qué conoces a mi vecina? - pregunta Alba extrañada.

- De nada, ha sido por salir del paso - contesta la morena sonriendo.

- Ya decía yo, porque se llama Carmen - dice la rubia entre risas.

- Ven aquí - Natalia tira suavemente de la blusa de Alba, y rodeándola por la cintura con uno de sus brazos, la acerca a ella.

La otra mano de la morena, recorre despacio el brazo de la rubia hasta acabar en su cuello, mientras recorta la distancia que las separa y la besa. Los labios de Natalia se mueven con tranquilidad, su lengua traza dibujos sobre la de Alba mientras que le acaricia el cuello con la mano. La rubia se abandona en ese beso tranquilo y delicado, y deja que sus propios brazos rodeen el cuerpo de Natalia.

INSOMNIUM | AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora