Capítulo 32. Don't

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- Despídete de tus amigas, nos vamos – la voz de Alba parece otra, es grave y está cargada de deseo.

Tras eso, Natalia la ve desaparecer por la puerta del local, y no le quedan más opciones que obedecer, despedirse del grupo con cualquier excusa y seguirla.

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Esa misma noche...

Natalia sale del local y busca a la rubia, sin encontrarla. Mira en todas direcciones y no hay ni rastro. Nerviosa, comienza a andar hacia la casa de Alba por si la otra hubiese decidido irse sin ella, y no ha recorrido ni cincuenta metros cuando nota que alguien la agarra por el brazo y la arrastra hacia una calle estrecha y poco transitada.

Casi sin tiempo para responder, una mano tira de su cuello y unos labios atrapan los suyos; siente unas uñas que se clavan en su tripa y la empujan contra la pared de uno de los edificios, justo entre una furgoneta y un todoterreno aparcados sobre la acera. Los besos son húmedos y pasionales, y está claro que es Alba la que controla la situación. La morena lo acepta con ganas y se deja hacer, enredando sus brazos alrededor de la cintura de la rubia. Tras varios minutos, los cuerpos de ambas demandan más contacto:

- Vamos a tu piso... - gruñe Natalia aprovechando que Alba está atacando su cuello.

Ignorando la petición de la morena, la rubia clava los dientes en la zona, mientras, con una de las manos, levanta ligeramente el vestido de Natalia, para alcanzar enseguida su ropa interior.

- Alba... - gime la morena por el contacto.

Tras varios paseos de los dedos de la rubia sobre su tanga, las piernas de Natalia se separan casi de forma involuntaria, pidiendo más.

- Joder, nena... - susurra la más bajita al notar la humedad de la morena incluso sin quitarle la ropa interior.

- Por favor, vámonos... - suplica la navarra, que se siente arder por dentro.

Pero no puede terminar la frase cuando siente dos dedos de Alba, apartando la prenda y colándose en su interior. Un calor sofocante se apodera de su cuerpo. La rubia mueve los dedos lentamente, provocando los jadeos de su acompañante que intenta mantenerse en pie agarrándose a su cuerpo. Tras varios minutos, la rubia siente a Natalia empezar a contraerse sobre sus dedos, así que, los retira y se separa ligeramente de ella, que la mira enfadada.

- ¿Qué...? – dice la morena sorprendida.

- Quítate el tanga - ordena la rubia con la voz más grave que Natalia le haya escuchado nunca.

- ¿Qué? - pregunta de nuevo, confusa por lo que acaba de oír.

- Ya me has escuchado - susurra Alba acercándose a su oreja - Quítatelo.

Los ojos de la rubia se fijan en los suyos y sabe que no puede negarle nada, así que, despacio, sin romper el contacto visual, Natalia se desliza la prenda hasta los tobillos y se la quita, volviendo a quedarse cara a cara con Alba.

- Gracias – susurra la rubia, cogiéndoselo suavemente de la mano y guardándolo en uno de los bolsillos de sus shorts.

De la misma forma en que lo ha hecho Natalia, ahora es Alba la que se agacha, sin dejar de mirarla a los ojos y, antes de que la morena tenga tiempo de reaccionar, siente la lengua de la otra recorriendo lo que hasta hace un momento recorrían sus dedos.

- ¡Oh, Dios! – gime la morena, que deja caer la cabeza hacia atrás.

Alba recorre despacio todos sus pliegues, lame y muerde cada rincón de su entrepierna, provocando que la más alta, tiemble sin parar. Cuando siente que la respiración de Natalia se vuelve más irregular, reduce el ritmo, provocando las quejas de la otra.

INSOMNIUM | AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora