Renacido De Las Cenizas Capítulo 5

11 2 0
                                    

Decim sabía que si se quedaba allí entre las cenizas, vendrían a buscarlo por lo tanto decidió coger la túnica del ave para vestirse y se fue corriendo hacia el bosque donde encontraría varias criaturas como lobos, serpientes y gusanos del pantano que intentarían devorarlo pero él los asustaba enseguida lanzando les bolas de fuego.
Más tarde se alzó el rumor de que un campesino sobrevivió al ataque y culpó a Decim de provocar el incendio, aunque por otra parte también se oía en otros pueblos cercanos que la Gran Ciudad del Sur tendría un problema de brujería relacionada con el caos y los muertos. Estos rumores debilitaron a la ciudad por lo que no pudieron reconstruir los campos y además la gente del agua también empezó a alejarse de los puertos humanos por un miedo irracional que estos empezaron a tener. Por lo cual el reino de Atlas se vería afectado desde el lado de los humanos que solo podían contar con los otros pueblos para mantenerse en pie, puesto que la gran ciudad del comercio de los humanos había caído y la única gran ciudad de los humanos que quedaba en pie era la del centro del reino pero la mayoría de los mercaderes no podían subir por la montaña, y así comenzó la crisis financiera de los Hombres.
Luego desde el lado de Decim, él tenía que entrar en los pueblos con la capucha puesta y luego robar algo de comida para seguir viviendo, aunque no era fácil robar sin tener experiencia de ladrón y sin poder utilizar su nuevo poder porque tenía miedo a que los humanos lo reconocieran y le atraparan. Decim durante sus viajes había escuchado mendigos por la calle diciendo que nadie salía vivo de las prisiones y también corría el rumor de que había mucha gente que había perdido su familia durante el incendio y no durarían en vengarse, por todas estas razones era obvio que Decim no tenía que ser descubierto.
Aún así el joven ladrón estuvo bastante tiempo sin poder llevarse nada más que unas migas de pan, un par de monedas y alguna botella de alcohol que algún borracho dejaba por el lugar. Tenía un aspecto bastante repugnante con sus ojeras y los ojos rojos aunque por suerte no le salía barba, porque se la quemaba cuando está crecía. Aún así un buen día mientras se paseaba por las afueras de un pueblo en el norte de la parte sur del reino de Atlas descubrió una interesante escena de un mercader que justo cuando llegaba hacia el pueblo, su caravana fue enganchada por unos ganchos de hierro y la arrastraron hasta el bosque con la caravana y el burro incluido, aunque este último acabó tirado en el suelo gritando cuando la caravana se hizo arrastrar por aquellos ganchos. Así pues Decim siguió la caravana con el mercader intentando recuperar al burro después de su caída. Así poco después el mercader soltó al burro que se puso de pie y el mercader intentó ver quien había traído su caravana tan bruscamente hasta el interior de ese bosque, pero cuando vio a una criatura verde y pequeña con orejas puntiagudas, la nariz chata y una camisa llena de barro, hierba y aceite junto a sus pantalones de cuero, el mercader gritó y se montó de un salto sobre el burro el cual salió corriendo con su amo hacia la ciudad.
-Pues finalmente si que funcionó - dijo la criatura.
-Sí, por una vez en tu vida tus inventos nos han servido para algo - dijo una trasgo saliendo de los arbustos.
-Cállate y dile al niño que ya puede soltar el gancho, tenemos que coger todo lo que hay en esta caravana y largar nos.
-Ya está hecho papá - dijo un trasgo más joven saliendo de detrás de los arbustos con lo que parecía una máquina de metal con unas ruedas metidas en una cinta transportadora que hacían mover a una especie de caja de metal que estaba sobre la cinta y tenía incorporado un motor que tenía enroscado la cuerda con dos ganchos de hierro.
Decim había escuchado de que los enanos y las criaturas que poseían minas tenían esas máquinas que las llamaban carros donde ellos metían todas las riquezas que se encontraban en la mina, aunque este era del tamaño de una vaca, tenía una cinta para moverse y además tenía una máquina con dos ganchos de hierro. Decim estaba tan impresionado por tal máquina que se olvidó de esconderse.
-¡Hey tú! - dijo el trasgo mirando a Decim el cual se dio cuenta de que había sido descubierto - ¿Quién diablos eres?
-Perdoné si os he sorprendido pero ¿podría saber cómo habéis conseguido esa máquina?, preguntó Decim con sutileza.
-Es nuestra gusano con patas y si no te gusta pues te vas de aquí antes de que te transformes en nuestra cena - dijo la mujer con mala uva.
-Pues yo creo que eso no va a ser posible salvo si queréis que os transforme en tostadas verdes - dijo Decim enseñando unas llamas bailando sobre sus manos con lo que sorprendió a los trasgos.
-¿Cómo un humano puede tener esos poderes? - preguntó el trasgo padre con impotencia para que no se le notará que tenía miedo.
-Eso no son tus asuntos pero quiero al menos la mitad de la gente comida que ese mercader transportaba en esa caravana o sino seré yo quien os transforme en mi cena.
-Mejor que le demos lo que quiere Brusco - dijo la mujer a su marido.
-Espera tengo una idea mejor - dijo Brusco a su mujer antes de mirar fijamente a Decim -. Por lo que veo no eres el típico humano inútil que nos topamos por este reino además de que queremos emigrar al norte para instalarnos con unos primos míos pero el camino va a ser difícil sin protección contra otros humanos o incluso contra las criaturas del bosque. Así que, ¿qué me dice? ¿Quiere acompañarnos en nuestra travesía y así poder compartir el botín entre nosotros cuatro?
Decim sabía que dentro de esa caravana había bastante alimento como para alimentar cuatro familias al menos pero no estaba seguro si debía de hacer confianza a un trasgo, aunque por otra parte a ellos cuatro nadie podría pararlos hasta llegar a las montañas del centro donde se encontraba el territorio de los enanos.
-Aceptaré pero a una sola condición - dijo Decim - que me enseñéis como funciona esa cosa.
-Sin problema - dijo el joven trasgo bajando de su carro - para mi será todo un honor enseñarnos algo de mecánica.
Así pues Decim aceptó la oferta de Brusco y su familia y descargaron la caravana para después montarlo todo sobre el carro y irse sobre este gracias a un mando con palancas y botones que poseía Brusco. Decim no se sentía del todo bien estando tan estrujado en el carro junto a una familia de trasgos y una bolsa llena de comida y objetos variados en la que él estaba sentado, pero al menos ahora estaría entretenido hasta el fin de su viaje.

Los ElementalesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora