Ángel O Demonio: Capítulo 5

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-Hola Cordelia - dijo Samael mirando con despreció al ángel de alas rojas.
-Hacia tiempo que nadie me visitaba por aquí salvo ese maldito búho para que le diera el libro dorado de la luz, un arma eficaz contra criaturas oscuras pero conociéndolo no ha debido de llegar muy lejos - dijo Cordelia con su sonrisa demoníaca dibujada sobre su cara pálida.
-A mí me parece bien sabio la idea de mantenerte aquí con vida para guiarlo en la biblioteca del Éter, así pues se te recomendó esa misión tras haber asesinado a la mitad de los ángeles caídos en combate mientras la luz del cristal elemental que está sobre ti arde tu cuerpo.
-Así me otorgaste este castigo y después solo fui visitada por Yuriel que poseía la única llave para entrar en este lugar tan lleno de sabiduría que te sorprenderías de lo mucho que he aprendido únicamente para matar.
-De igual forma solo buscó una única información.
-Entonces dime lo que quieres puesto que no tengo voluntad por ahora de hacer otra cosa.
-Quiero saber cómo encontrar la arena de Batara.
Entonces Cordelia paró de sonreír y miro fijamente a los ojos de Samael con furia y malicia.
-¿Qué intentas hacer? ¿Vas a desafiar a tu hermano después de tanto tiempo encerrado? ¿No crees que él ya ha sufrido suficiente por tus ideas puristas? - dijo Cordelia enfadada.
-Le hubiera dejado tres milenios más ahí abajo si no fuera porque sus seguidores han decidido expandirse desde abajo, una amenaza que conocía gracias a la espada pero que jamás creía que podían ser tan sumamente problemáticos - dijo Samael.
-Parece que el principito de Sunaron ha aprendido la lección, ¿cómo te sientes ahora que eres el más débil?
-Siempre lo he sido y esta situación no cambia nada, sin embargo debo de sacrificarme a Batara para que deje mi pueblo en paz. Así pues dame tu saber o sino te cortaré la cabeza con esta misma espada - pronunció Samael mientras sacaba su espada llameante de su vaina.
-El infierno como el cielo están protegidos por un escudo mágico que permite a los inmortales de ser vistos por los humanos, así pues la única entrada al infierno se encuentra debajo de la lava de la región de Vulcano o si no quieres quemarte las alas entonces yo que tú entraría por los abismos del mar negro cerca de la selva negra, un torbellino que te hundirá en la agonía de no poder moverte hasta que llegues a las celdas del infierno donde Batara ejecutará su juicio final al alma que se ha perdido en el océano soltando sobre ella la lava de Vulcano - Entonces Samael no perdió ni un segundo más y se dirigió a la puerta pero Cordelia lo interrumpió - no podrás vencerle y si mueres allí yo seré libre.
-Entonces te aconsejó de huir porque conozco tu corazón y sé que no te quedarás aquí por mucho tiempo - dijo Samael y cerró la puerta de la biblioteca una vez que llegó a ella.
Pues así Samael se lanzó una vez más desde la parte de atrás del templo y se lanzó directamente sobre el mar negro, donde allí se fue abriendo un torbellino a medida que Samael descendía hasta que se volvió tan grande como para tragar un corsario entero. Entonces Samael se metió en el torbellino y tras varias vueltas hacia el centro de este, finalmente llegó a un túnel lleno de esqueletos y el torbellino que estaba sobre el techo desapareció, luego la puerta del final del túnel se abrió y cuando Samael la traspasó se encontró con una arena llena de ángeles de alas rojas gritando y humillando a Samael, mientras que sobre sus cabezas había un techo hecho de lava y que goteaba a cada segundo sobre la arena, la cual en el suelo tenía unas alas dibujadas pintadas de color rojo. Aún así lo más remarcable eran los otros agujeros alrededor de la arena donde habían cientos de almas gritando de dolor y suplicando piedad, además de que al fondo había una cabeza de dragón rojo que atravesaba la pared detrás del coliseo y que en ella había un trono echo de órganos donde un ángel de pelo castaño revuelto con cuernos de fuego, alas rojas como la sangre, armadura de escamas de dragón, una máscara de piel roja tapando su boca y una catana llameante en su espalda; observaba a Samael con sus ojos rojos como el fuego. Este último se lanzó sobre la arena sacando su arma de detrás suya y observó a Samael con asco.
-Al final después de todo el tiempo que ha pasado por fin decides mostrarte hermano - dijo Batara con voz seca.
-Parece que el calor te ha afectado, ex-hermano - dijo Samael sacando su espada.
-En realidad ese maldito Yuriel me ha quemado el cuello con su maldito libro durante nuestra batalla, sin embargo creó que ha valido la pena puesto que estás aquí. ¿Has visto cómo he decorado el infierno? Lo hice exclusivamente para que cuando descendieras fuera un combate digno de los dos hijos del cielo. Por ello estuve observando desde el exterior a través de mis espías observando cada mínimo movimiento de ellos, puesto que me encerraste pero mi poder no desapareció y pude observar el exterior. Además con el tiempo un maestro de los elementos se desveló ante mis ojos de serpiente y me desveló su maravilloso plan con los titanes para destruir todas las razas y que solo los más fuertes salieran a la luz para gobernar sobre los débiles.
-Entonces fue así como conseguiste tu ejército fuera de tu celda, observando desde los ojos de otras bestias.
-Lo vas entendiendo, además sabes mejor que nadie que soy un negociador muy bueno y fue bastante fácil convencer a los gobelins y a los tiburones de unirse a mi ejército por lo sumamente idiotas que son. Pero aún así soy un hombre de palabra y diré a mis tropas que no ataquen Makven, una vez que tu sangre sea derramada sobre la arena de la justicia.
Entonces Batara se lanzó sobre Samael el cual bloqueó sus ataques con la espada. Batara era muy agresivo en el combate y le gustaba jugar con su adversario dando diferentes estocadas a cada golpe que metía mientras que Samael era un adversario pasivo y defensivo que bloqueaba cada ataque de su adversario. El problema fue que aquel sitio debilitaba a Samael mientras que Batara se volvía más agresivo a cada golpe hasta que finalmente un torrente de lava calló sobre Samael dejándolo aturdido y Batara se aprovechará de ello para dar un golpe certero con su espada que dejó a Samael tirado en el suelo goteando sangre lentamente de su pecho.
-Eres más duro de lo que pensaba pero igualmente estás perdido - dijo Batara levantando la cabeza de Samael con su espada.
-No hermano te equivocas, ¿has olvidado mi golpe maestro? - dijo Samael sonriendo con malicia y con cierto dolor por el corte.
Entonces Samael puso sus dos manos contra Batara que fue lanzado contra una de las celdas y todos los espíritus encerrados allí atacaron al resto de los ángeles de alas rojas. Fue un combate bastante igualitario entre los muertos que luchaban y se levantaban continuamente y los ángeles que cortaban a pedazos sus cuerpos con una violencia jamás vista, pero mientras tanto Samael intentó escapar por la puerta abierta mientras que Batara se retorcía en el suelo.
-No llegarás muy lejos, he ganado está vez - dijo Batara con voz débil.
-Vamos a dejarlo en empate - dijo Samael y acto seguido penetró el cuerpo de su hermano con la espada llameante.
Después de eso Samael se sirvió de sus últimas fuerzas para llegar a la superficie mientras que el cuerpo sin aparente vida de Batara yacía en el suelo.

Los ElementalesWhere stories live. Discover now