Corazón De Piedra Y Alma De Hierro: Capítulo 4

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Baldor durante su primer día no tuvo problemas con las máquinas lo que le puso en duda a lo que anteriormente el trasgo le había dicho, sin embargo los días siguientes hubo problemas varios: ciertas máquinas se encendían y empezaban a temblar antes de su activación y entonces Baldor tenía que vaciar su líquido y cambiarlo, otras veces durante la segunda etapa alguno se le ponía los ojos rojos e intentaba atacar a Baldor por lo que él les desactivaba, otras veces en vez de atacarlo se quedaban paralizados y se quedaban quietos mirando con sus ojos rojos mientras movían la boca como si intentarán hablar, y además otras veces las propias máquinas intentaban autodestruirse.
Estas situaciones se volvieron bastante extrañas para Baldor lo que le hacía dudar de cómo una máquina podía reaccionar de esas diferentes maneras además de que se preguntaba a donde llevaban las máquinas después de desactivarlas y a donde llevaba ese ascensor que utilizaban tanto los trasgos esclavos de su propia hermana.
Todos estos eventos causaban que cada vez la curiosidad y sobretodo la desconfianza de Baldor creciera hasta que llegó el día en el que tras levantarse e ir a la sala de los mechas, allí se encontró con las paredes de la caverna, pintadas por el líquido verde que se volvía rojo carmesí al gotear, huellas de las manos de los mechas, rastros por el suelo y, lo que era aún más sorprendente, un mensaje en la pared del fondo que ponía "obansabansol" ("dolor"). Además las máquinas parecían estar intactas y desactivadas en el suelo con sus reservas cerradas, lo que hizo sorprender a Baldor e incluso dejarlo petrificado hasta que un guardia apareció con una bolsa tan grande como él detrás suya y se paró en la entrada, ya cerrada.
-¿Ae maepemesol piegoesol seavh? (¿qué ha pasado aquí?) - preguntó el guardia sorprendido.
-Maban goepemesol, megothesesol mrusemaroban kemahsol (no lo sé estaba así cuando yo vine) - explicó Baldor.
-No mientas, eres el único que ha estado aquí maldito tras...
-No ha sido él soldado, creo que ha debido de ser más bien un problema de las máquinas durante la noche que no nos dimos cuenta - dijo un trasgo bajando por el ascensor interrumpiendo al guardián.
-Igualmente debería de ser vosotros quien vigila esto porque nosotros no podemos estar al otro lado de la puerta y al mismo tiempo aquí, así que más vale arreglarlo o sino Silja vendrá aquí a haceros papilla como la última vez que sucedió esto y que además un intruso entró y casi se chiva a los demás.
-Sí perdón, es todo culpa nuestra, arreglaremos el problema lo antes posible, justamente estamos trabajando para menguar sus impulsos.
Entonces la bolsa que llevaba el guardia empezó a moverse pero le metió una patada y se volvió a quedar quieta como antes.
-¿Y tú qué miras? - dijo el soldado mirando a Baldor y se llevó la bolsa al ascensor.
-Me temo que hoy tendrás que quedarte dentro de tu sala de reposo hasta que hayamos limpiado esto y hayamos hecho los últimos arreglos, y disculpa el comportamiento del guardia, ya sabes que no son muy amistosos con nadie - dijo el trasgo.
Entonces Baldor sin decir nada más, volvió a su sala de reposo y el trasgo volvió a subir arriba.
Ese día fue el más aburrido y extraño que había tenido Baldor hasta ahora, tanto era así que le extrañaba tanto el comportamiento de esas máquinas como la del guardia, algo no iba bien pero él sentía que tenía que continuar con su trabajo, era su deber y su función, no podía hacer otra cosa en la vida que servir a sus superiores porque ¿qué otra cosa podría hacer? Ese era el trabajo con más privilegio, además de ser soldado o capitán. Así pues simplemente el sueño finalmente pudo con él y se quedó dormido en su agujero, pero la cosa no acabó ahí.
Durante su sueño empezó a soñar con una sala vacía y a oscuras donde las máquinas estaban allí tumbadas en el suelo con las luces de sus ojos encendidas con una coloración roja, además de que más allá se encontraba una mujer fantasmal de pelo largo y vestida como una ingeniera con una capa detrás suya que le daba la espalda a Baldor. Entonces el goblin se vio tentado de acercarse a ella pero una mano metálica lo atrapó y cuando Baldor miró hacia abajo se encontró con un mecha con los ojos fuera de su lugar y mirando fijamente a Baldor. Esta máquina hizo estremecer a Baldor porque dentro de ella se veía los ojos de alguien inyectados en sangre y con la pupila de este negra y profunda como un abismo sin fin.
-A-y-u-d-a - dijo el mecha con voz grave y ahogada.
Entonces Baldor se despertó de golpe y vio que no solo se encontraba en el otro lado sino que además había un soldado que estaba colgando en la puerta de la alcantarilla, haciendo gotear su sangre desde su garganta que se mezclaba con el líquido verde, aunque una vez más las máquinas estaban desactivadas aunque algunas habían desaparecido y otras parecían hacer un camino desde donde estaba Baldor hasta el ascensor. Pero justo cuando Baldor iba a decidir volver a la sala de reposo, la voz de su hermana gritando se oyó sobre el agujero donde el ascensor subía y bajaba, que contrariamente al resto de la sala estaba iluminado. Así que Baldor no pudo con su instinto y fue al ascensor para resolver todas sus dudas.

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