Sangre Y Polvo: Capítulo 1

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Todo empezó en el pueblo de la montaña helada, un lugar que antiguamente se le llamaba como la ciudad de Elvador en el centro del imperio humano. Allí vivía una niña llamada Elena la cual poseía un don, el de poder dominar a los dragones, que sus padres se dieron cuenta de este don cuando una vez la llevaron por la montaña y los dragones de hielo en vez de atacarlos al ver a Elena se calmaron inmediatamente. Este don fue muy útil para su familia para procurarse ciertos recursos orgánicos de los dragones para mantenerse en calor, además de que el padre trabajaba en la corte real como era tradición en la familia y ganaba dinero para alimentar a toda su familia. Sin embargo cuando Igor I se puso en el trono su suerte cambió, Elena ya era joven para entonces y trabajaba en trabajos domésticos pero los vecinos se aprovechaban de ella y la insultaban porque su padre fue expulsado de la corte por apoyar a Tarian y no al nuevo rey.
Así pues los meses continuaron y finalmente unos guerreros del caos, de entre ellos vampiros, demonios, no-muertos, magos, trolls y goblins; quemaron el pueblo entero haciendo que su polvo flotara por todas partes como si fuera una nube de cenizas, pues entonces solo quedó un superviviente que fue Elena que se escondió en una cueva secreta de la montaña, cuando fue al río helado a lavar, donde conoció a un terrible monstruo de hielo con pelo blanco y dos veces más grande que un dragón de hielo pero que no hizo nada a Elena salvo dejarse domar por su propia mano como Elena había hecho de pequeña con los dragones. Entonces fue así que durante un tiempo Elena vivió con aquel gigante de las nieves cazando dragones del hielo y los cazadores de polvo de las ciudades del Oeste, que eran mercenarios que vendían el polvo de las cenizas de aquel sitio para venderlas como si estás tuvieran un poder mágico aunque salían huyendo cuando oían el gruñido del gigante de las nieves. Por lo tanto la vida de Elena fue bastante normal, además de que no sufría frío gracias a su vestimenta de piel de dragón blanco que iba a juego con su pelo y daba más luz a sus ojos azules, pero un buen día una tormenta se desató sobre toda la tierra de Atlas y durante esa tormenta, mientras Elena reposaba tranquilamente en su cueva junto a su amigo el gigante, un ataúd cayó del cielo sobre las ruinas del antiguo pueblo. Luego cuando la tormenta desapareció unas horas después, Elena salió de la cueva junto a su amigo el gigante escondiéndose detrás de la montaña porque habían oído a unos mercenarios al otro lado y quería espantarles aunque no hubo falta. Cuando los mercenarios llegaron a las ruinas, el ataúd se abrió de repente y de allí salió una criatura humanoide con vendas de los pies a la cabeza y sin ojos con unas alas detrás chamuscadas que se cayeron al suelo nada más levantarse al igual que el pico que tenía delante de su boca. Esto hizo que los mercenarios se miraran extrañados y cogieran sus lanzas y apuntaran hacia la criatura, sin embargo esto solo hizo que cuando la criatura se diera cuenta del peligro que corría, sacará sus garras bajo sus vendajes y se lanzará sobre ellos. Los mercenarios no duraron mucho tiempo puesto que las lanzas no hacían efecto alguno a la criatura haciéndola únicamente enfadar más, además de que tenía una fuerza prodigiosa y en pocos segundos abrió la garganta del primer mercenario haciendo que se desangrase lentamente sobre la nieve, mientras que el segundo lo levantó con sus garras incrustadas en su estómago y lo rematara incrustando sus garras en sus globos oculares que fueron atravesados como si se tratará de uvas y finalmente al último, la criatura cogió un cuchillo que llevaba uno de los mercenarios y mientras el tercero huía se lo lanzó al pecho y este cayó muerto al instante. Elena estaba sorprendida tras tal espectáculo y decidió salir de su escondite dejando atrás al gigante que gruñía a la otra criatura.
-Calmate Drax es solo alguien que nos ha ayudado con los mercenarios por lo que no es nuestro enemigo, voy a hablar con él y tú quédate aquí tranquilo - dijo Elena al gigante antes de acercarse al asesino que se ponía la vestimenta de cuero de uno de los mercenarios - hola extraño - dijo la joven aunque la criatura se estremeció y apuntó con su cuchillo hacia ella - tranquilo, no voy a hacerte daño, además quería agradecerte por habernos librado de esos mercenarios, nada más - la criatura la miró con sus cuencas vacías y al darse cuenta de que no representaba ningún peligro para él bajo el arma - por cierto, ¿cómo te llamas? - preguntó pero la criatura no dijo nada - ¿no puedes hablar - y ahí la criatura movió la cabeza de un lado hacia otro - entonces te pondré un nombre, ¿qué tal Mudi? - entonces la criatura inclino su cabeza hacia un lado - ¿te gusta? - y ahí la criatura asintió - perfecto, entonces bienvenido a la montaña helada Mudi.
Entonces finalmente Mudi y Elena desde entonces se hicieron amigos, aunque Mudi no era muy hablador y se comunicaba gran parte del tiempo haciendo gestos diferentes, pero los dos consiguieron de manera muy eficiente repeler a los mercenarios aunque Mudi tenía una sed de sangre inexplicable cuando los mercenarios lo amenazaban, y les hacía trizas en segundos. Esto hizo que creciera la leyenda del asesino de las sombras en las ciudades del Oeste, las cuales empezaron a temer lo que ocultaba la montaña blanca del centro de las tierras de Atlas evitando cualquier contacto con esta. Así pues nuestros dos protagonistas fueron muy temerarios para los Hombres pero eso no significaba que otra gente conociera esta leyenda y que por lo tanto algún día recibieran visita en aquella montaña blanca.

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