CAPÍTULO 5

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NICOLAE

La visitante se negó a emitir palabra alguna mientras la llevaba de camino a la cabaña secreta de nuestra familia. Hacía muchos años, servía para ocultarse de enemigos o de las miradas de los humanos. Era cierto que no demasiados sabían de nuestra existencia, pero hubo una época en la que, algunos de ellos, dieron nuestra localización. Muchos humanos fueron encerrados en instituciones mentales al pensar que eran delirios, otros los creían lo suficiente como para ir a comprobar si había algo de cierto en lo que decían.

Y si, muchos de nosotros nos vimos en la necesidad de escondernos, no por el hecho de que nos provocasen daño, sino porque nos obligaban a defendernos de sus ataques. Además de ello, fue la época en la que más sed de sangre y más adicciones a la sangre humana hubieron, por lo que necesitábamos alejarnos más de las ciudades y buscar lugares más naturales donde abundaban los animales.

Solo cuando pudimos superar esa necesidad de sangre, pudimos reubicarnos en las ciudades como familias normales y corrientes. Cada cierto tiempo, algunos de los nuestros con capacidades especiales que tenían que ver con la manipulación mental, alteraba los recuerdos de los humanos de las zonas en los que vivían para así, si ellos lo deseaban, permanecer mucho más tiempo viviendo en el mismo lugar.

Aunque lo más sensato, era mudarse al cabo de unos años, ya que era muy cansado usar nuestros poderes de tal forma.

No soportaba mucho el silencio que se había instalado entre la visitante y yo, por lo que intenté, al menos, sonsacarle el nombre. Eché mano de mi encanto, aunque no sabía bien si iba a funcionar.

—Creo que deberíamos presentarnos como es debido, ya que estamos ayudándote con el asunto que tanto te aflige. Comprendo que no quieras confiar de más en unos cuantos desconocidos, pero al menos déjame saber cómo te llamas.

La mujer seguía tapándose con la capa raída que llevaba sobre los hombros. Aunque llevaba el rostro al descubierto, sus ojos no cesaban de permanecer en el suelo, sin siquiera echar un vistazo a su alrededor. No sabía bien qué males había sufrido, por lo que debía de ser paciente y no desesperar. Lo que sí tenía claro es que, fuera como fuese, iba a averiguar más sobre ella porque no iba a tener a una extraña cerca de mi familia.

Revisé el exterior con sumo cuidado antes de abrir la puerta. No era una puerta normal sino con una combinación que los Bartholy conocían. Me aseguré de que la mujer no se percatara de cómo la abrí para evitar problemas con cualquiera que tuviera malas intenciones. Una vez dentro, comencé a encender la chimenea ya que la humedad era muy persistente e iba a causar estragos en aquella extraña tan esquelética y en tan malas condiciones. Le ofrecí algo de comer, pero negó en redondo, sacando de uno de los bolsillos, una petaca metálica. Por la ausencia de olor tras abrir el tapón, de seguro se trataba de agua.

No iba a quedarme mucho más; no era una buena época para permanecer mucho tiempo a la intemperie sin saber nada acerca de la Organización. Una vez ella se sentó en la cama, me despedí de ella.

—Bueno, espero que sea de su agrado. La puerta, una vez que la cierre, no podrá abrirse. No intente romper las ventanas, son de cristales antibalas. Esta cabaña es un búnker de seguridad de alta tecnología aun a pesar de que parece bastante anticuado. Mi recomendación es que no haga ninguna estupidez hasta el día siguiente en la que volverá a ponerse en marcha. Si necesita algo, use el teléfono que tiene en el cajón de la mesilla. No intente llamar a otros, tan solo puede recibir y llamar al teléfono de la mansión. Todo esto se lo digo para que tome una decisión que no repercuta en ninguno de los nuestros: si no le parece nuestras condiciones, es libre de marcharse sin explicación alguna. Vendré al amanecer. Hasta entonces, descanse.

Me giré para salir al exterior, pero la voz de la mujer me hizo frenar en seco.

—Beth, me llamo Beth. No haré ninguna tontería pues busco a alguien esencial, no solo para mí, sino para los nuestros. Estoy enterada de todo lo que está sucediendo, de la cruenta guerra que, cada vez, está más y más cerca. Las calles de Mistery Spell están plagadas de peligros y enemigos, por lo que, seamos o no de la misma especie, tenemos objetivos comunes. Le agradezco en el alma la mano que tanto usted como los suyos me han tendido. No dude en que los míos les ayudarán si requieren.

—Es de agradecer Beth, espero se recupere. No olvide contactarnos si así nos necesita.

Con gran cortesía, salí de la cabaña, conectando tras de mí todos los cerrojos además de algunas de las cámaras que teníamos ocultas en el lugar. Las que se encargarían de vigilarlas serían las mujeres de la familia, ya que me parecía de mal gusto si se cambiaba o duchaba, verla tanto yo como mis hermanos, desprovista de ropa.

Tomé el camino más corto y que daba al pasillo secreto que daba acceso a la mansión por el estudio. Si conocía a Nicole tan bien como la conocía, ella me esperaría con cara de pocos amigos, en una de las butacas del mismo. A pesar de la penumbra del lugar, pude ver sus ojos brillantes mirando en mi dirección. Alargó la mano para tirar de la cadeneta de la lámpara de sobremesa de mi escritorio, mostrando su rostro cansado y preocupado.

—¿Todo bien? Dime que todo ha ido bien.

­—Tranquila cielo, todo ha ido correctamente. No podemos asegurar que el Sebastián que busca, sea el mismo que conocemos. Aunque no creo que sea simple y pura coincidencia. Es cierto que muchos dedos le señalan, pero hasta que Beth lo reconozca, no podemos pedirle explicaciones a ese gruñón.

—Bueno, al menos le sonsacaste el nombre. Por lo que dices, sospecho que sea el mismo que ella busca. Es mucha casualidad que, poco después de que tú y ella os marchasteis al escondite, Sebastián se pusiera hecho una furia preguntando por quien era la nueva persona que había llegado a la mansión. Ese mal humor me indica que, lo más probable, es que la reconociera y no quisiera que ninguno de nosotros supiera su sucio secreto. Desde que le mandé a la mierda y lo amenacé con mantener su ira bajo control, él se marchó a no sé dónde. Espero que no la ande buscando.

—Y aunque dé con la cabaña, es imposible que la abra. Esta noche debes quedarte en pie para así controlar a Beth. Hay cámaras por todas las habitaciones por lo que no me gustaría ver algo inapropiado—Le dije. Ella parecía un poco contrariada por el tema de las cámaras, pero pronto comprendió que la razón era por la naturaleza para la que era usada el lugar. Asintió y prometió hacer un buen trabajo ya que no quería molestar a Lorie, que ya dormía, ni tampoco a su hermana.

—¿Y por qué no se lo dices a Madeline? No me gustaría que te quedases haciendo noche sola.

—Oh no querido, tú te quedas conmigo, aunque sea mirando a la pared. Comprendo que no quieres mirar, cosa que te agradezco, pero esta noche me harás compañía. En cuanto a Madeline, quiero dejarla a solas ya que tiene mucho que hablar con Peter. Es injusto para ambos tras todo lo que ha sucedido en sus vidas, no tener al menos algunas noches en paz. Soy un poco zorra, pero tengo buen corazón—Le contesté guiñándole el ojo.

Estuve completamente de acuerdo en cuanto a su petición. Decidí pasar la noche reorganizando todos los libros de mi estudio al igual que los papeles que almacené durante siglos de historia familiar, tanto de la mansión como de nuestra línea sanguínea. Nicole encendió el portátil y comenzó a divisar lo que la extraña visitante hacía.

El tiempo silencioso que pasábamos juntos, aunque silencioso, era agradable. Nicole de vez en cuando, se estiraba en su asiento sin dejar ni un solo instante, de mirar a la pantalla. Por el momento, parecía todo muy tranquilo.

Yo seguía ahora con los documentos que guardaba del principio del año 1900. Parecía mentira que hubiera pasado tanto tiempo, pero aquella era la realidad de ser un vampiro. Un cuaderno ajado y cosido en piel de cerdo, tenía marcados varios símbolos los cuales no reconocí ninguno. Lo que sí pude ver era la firma de una tal Shurna en la tapa del cuaderno.

Lo abrí lentamente, ojeando todos y cada uno de los documentos que se guardaban. Todos estaban firmados por ella, comprobando de qué se trataba.

Eran sentencias, todas ellas firmadas por esa mujer. En cada una, se decidía cual sería el castigo de cada vampiro que era acusado. Lo que me hizo pensar en la posibilidad de que, algunos de esos nombres, podrían ser de criaturas no vampíricas.

Y eso comencé a creerlo cuando me topé con el apellido Osborne.

The liberation of the beast(Is It Love?Nicolae parte IV)Where stories live. Discover now