CAPÍTULO 9

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CATHY

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CATHY

Todos a excepción de Drogo y Sebastián, los cuales estaban desaparecidos, se habían congregado en el salón principal para hablar acerca del siguiente plan de acción que llevarían a cabo. Por mi condición de embarazo, mi hermana me hizo prometerle que no pondría la oreja para enterarme de cada palabra que dirían, ya que se podrían poner las cosas un tanto caldeadas.

No me cogería de improvisto ninguna acción agresiva u comentario de cualquiera de ellos, ya que me había acostumbrado poco a poco a convivir con seres no humanos. Era curioso como una criatura débil podía ser capaz de encontrar a su familia en seres que podrían drenar su vida en un solo segundo o destrozar su cuello utilizando un par de dedos.

Pocos de la casa sabían sobre mi embarazo, al menos que yo supiera. Nicole siempre era hermética con el tema y no me daba más explicaciones más del "no te preocupes, todo controlado".

Supe que lo había prometido, pero el tema de Drogo me había dejado un mal sabor de boca. Su escapada antes de su desaparición, era sumamente extraña. La hoguera en plena noche, la capucha que cubriera su rostro, la puerta de su dormitorio con llave y prendas de ropa quemadas en ese fuego improvisado el cual estuvo mirando por un buen rato antes de abrir su mochila. Madeline me lo contó todo y no podía encontrarme más estupefacta.

A mi favor, ocurrieron una serie de problemas en la cabaña de los hermanos, lo que le obligó a irse y poner un poco de orden hasta que Nicole llegase para ver qué demonios estaba sucediendo. Y, por si fuera poco, la extraña mujer que venía con Nicole me observó con un semblante de pocos amigos, ¿Acaso me lo estaba inventando o sentía una profunda animadversión hacia mí por algo que no alcanzaba a comprender?

Suspiré poniéndome en pie y paseando alrededor de mi dormitorio. El día comenzaba a despuntar de nuevo, estando próximo el amanecer. El frescor podía intuirse al poner la frente sobre el cristal de uno de los balcones. Las cortinas estaban desplegadas, dejándome ver el jardín trasero de la mansión. Siempre me había relajado el observar las flores y las copas de los árboles balanceándose con la brisa. El lugar estaba salpicado de belleza, no importando en absoluto cuánto peligro hubiera, la vida siempre se abría paso.

Quizás eso era lo que me fascinaba de aquel jardín, no solo su majestuosidad sino su resiliencia, el cómo nos demostraba a todos que nunca es tarde para florecer. Eché la vista atrás hacia mi desgastado cuaderno, mi compañero de historias que siempre era el lugar donde plasmaba toda mi inspiración. Deseaba con el alma dedicarme a la escritura, pero los horrores que había vivido en tan poco tiempo, me había dejado con una sensación demasiado amarga como para seguirlo intentando.

Por el momento, me encontraba en punto muerto, pero eso no significaba que siempre me encontraría en ese punto. Tan sólo necesitaba quitarme el peso que llevaba sobre mis hombros, dejando de lado las mentiras de una buena vez por todas

La vista volvió de nuevo al exterior, mirando la dirección a la que Drogo se había marchado la noche anterior. Una idea me atravesó el cerebro como un rayo, siendo incapaz de obviar la llamada que sentía; esa sensación de que era el momento perfecto de comprobar algo.

Tenía más o menos la ubicación de dónde Madeline había encontrado la hoguera, por lo que debía de intentar guiarme para dar con ella.

Quería ver con mis propios ojos lo que Drogo estaba quemando, si quedaba algún resto, podría quizás encontrarle algún tipo de explicación a su secretismo. Abrí la puerta de mi dormitorio, echando un rápido vistazo para comprobar que nadie se encontraba en el exterior vigilándome. Para mi fortuna, todos vociferaban absortos en su reunión.

Y como era normal, mi hermana era la voz que más se escuchaba.

Una ligera risa se escapó de mi boca antes de cerrar la puerta tras de mí. Debía ir a la antigua habitación de invitados, que era la que usaba mi hermana cuando era un huésped y no la mujer de Nicolae. Por lo que tenía entendido, era mucho más sencillo deslizarse por el canalón que había pegado a la pared de una de sus ventanas. Desgraciadamente, en mi dormitorio no había nada que pudiera usar para llegar abajo; ni árboles cuyas ramas estuvieran cerca de mi ventana, ni tuberías, ni tampoco ramas de hiedras por las cuales podría escalar hasta el jardín.

Me aseguré en dejar todo tal y como se encontraba; su puerta entornada, la alfombra bien puesta y las cortinas completamente cubiertas nada más poner un pie en el alféizar de la ventana. Agarrándome al marco de la ventana, la distancia que había desde mi posición hasta el suelo era más de lo que parecía. Tuve que dejar de mirar por unos segundos antes de comenzar a tantear el canalón que quedaba a mi izquierda.

—Dios mío, estoy putamente aterrada. Espero que todo esto merezca la pena—Dije en voz alta mientras intentaba controlar el manejo de mis temblorosas manos.

Mi miedo a las alturas volvía de nuevo y en el peor de los momentos. Mi forma física también dejaba mucho que desear, prometiéndome a mí misma menos bollos y más cardio a partir de mañana.

El descenso parecía ir bien, aunque bastante lento, cosa que me esperaba. Miraba de vez en cuando abajo para poder ver dónde colocaba mi pie y no tastabillar. Cuando mi vista iba al suelo, un ligero mareo burbujeaba en mi mente.

—¡Joder, ese puto lobo me tiene harta!¡Y para colmo Drogo se esfuma!

Aquel grito sumado a que una de las ventanas del salón se abrió de golpe, me hizo agarrarme con más fuerza intentando que nadie se diera cuenta de mi presencia. Me encontraba fuera del campo de visión, pero no por ello me encontraba a salvo de las miradas de mis queridos amigos.

Tan solo necesitaba descender tres pasos para poder poner pies en terreno sólido, pero esta vez tuve que descender lo poco que me quedaba, mirando hacia abajo. Las voces se escuchaban un poco más lejos de la ventana, por lo que aproveché para terminar de descender. Los pasos se escucharon más cerca, lo que me obligó a ocultarme justo debajo de la ventana.

—Oye, ¿No escuchasteis algo fuera? —Preguntó Peter. Me tapé la boca para evitar que escuchara mi voz entrecortada; el estrés me estaba matando.

Unos pasos pausados se aproximaron a la ventana, quedando en completo silencio todo. Podía intuir que aún seguían allí, por lo que no podía moverme ni un solo milímetro.

Una voz femenina me hizo erizarme.

—No hermano, no hay nada extraño que pueda escuchar. Podemos continuar.

Le di las gracias mentalmente a Lorie mientras que me alejaba victoriosa de la mansión. Quizás era una humana débil, pero eso no me detendría para averiguar aquello que necesitaba saber. Mi mente trabajó a toda potencia, extrayendo de mi memoria cada detalle de esa noche que Madeline me había contado.

Si todo saldría bien, el viaje valdría para algo.

Si todo salía mal, más me valía tener unos buenos pulmones para gritar, y esta vez, esperaba que el oído extraordinario de Lorie pudiera escucharme.

Si todo salía mal, más me valía tener unos buenos pulmones para gritar, y esta vez, esperaba que el oído extraordinario de Lorie pudiera escucharme

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The liberation of the beast(Is It Love?Nicolae parte IV)Where stories live. Discover now