CAPÍTULO 10

31 8 3
                                    


NARRADOR DESCONOCIDO

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

NARRADOR DESCONOCIDO

Hacía tiempo que los espíritus no se encontraban en tal estado como los que revoloteaban a mi alrededor. Mi estadía en la tierra era algo con lo que preocuparme, ya que, en no demasiado tiempo, todo lo que sabía se perdería para siempre.

Pedí a todos mis poderes y a todos los espíritus de mis ancestros que se convocaran alrededor de mi mesa, esa en la que compartía el té en compañía de silenciosos momentos en presencia de muchos de ellos. Una leve sonrisa asomó en mis labios, aun a pesar del amargor de mis pensamientos.

El aire había cambiado, ya no era con esa fragancia dulce o con un ligero picor en la nariz, sino como si gotas de naranjas recién exprimidas se hubieran mezclado con apio crudo. Paladeaba ese olor con el pecho encogido y la necesidad de pensar en qué demonios haría ahora que las cosas pintaban tan mal.

Me rasqué el moño mientras que un humo de color blanco se mimetizaba con el que despedía mi tetera. Los años no pesaban tanto como la carga de ser una pieza crucial en este puzle del que no deseaba ser parte.

—Maldita sabandija putrefacta, hija de los infiernos, ¿Cómo has osado en usar tu poder para tales fines? —Pregunté al aire con una enorme tristeza en mi voz. Mis acompañantes hicieron titilar las luces de mi alrededor, trayéndome el olor a clavo y canela que tanto me tranquilizaba.

—Gracias queridos, os debo tantas que ni con otras tres vidas os podría agradecer.

Y era cierto, tenía la gran suerte de haber heredado unas habilidades que siempre me fueron de gran ayuda. Desgraciadamente, la inmortalidad no estaba entre ellas.

Pero con el tiempo que disponía, ayudándome de aliados importantes, podría ser capaz de frenar la tremenda tormenta que comenzaba a caer sobre nosotros de forma silenciosa. Una guerra que había comenzado hacía muchos años y que había terminado en un tratado de relativa paz entre dos especies, comenzaba de nuevo a bullir en las venas de todos los seres mágicos. Y viendo lo que me mostraron mis ancestros, el terror que se instaló en mis doloridos huesos era casi asfixiante.

Era tiempo de dejar mi andrajoso escondrijo seguro, pero no sabía por cuanto tiempo poseería dicha inmunidad. Todo acuerdo del pasado podría romperse con la misma facilidad que una hoja se quebranta ante un cuchillo. La oscuridad tenía esas facetas, podía perfectamente ser el mejor aliado como ser tu propio verdugo, por lo que mejor cubrirse las espaldas.

Hacía mucho que no salía de entre esas paredes y cuando lo hacía era en compañía del joven Frederick, un chico que contraté para ayudarme en las tareas del hogar. Con el paso del tiempo, comenzó a mostrarme que era de confianza, por lo que se ganó su puesto limpiamente. Pero no era una vieja estúpida; no iba a confiarle que era una bruja a nadie y menos a un hombrecito que nada tenía que ver conmigo.

Las cartas siempre dentro de la manga.

Aun a pesar de la experiencia que había adquirido, temía recurrir a la salida que se me presentaba desde hacía un tiempo y que, deliberadamente, estaba posponiendo. Pero ya no podía dejarlo atrás, por lo que debía salir, aunque fuera sola, para hacer una visita. No tenía idea de cómo iban a comportarse al encontrarse con mi presencia, pero al menos esperaba que me dejaran explicar las razones por perturbar su calma.

Aunque la fama que poseían aquellos hombres no era precisamente buena, incluso yo torcía el gesto cuando escuchaba cosas sobre ellos. Yo, que en toda mi vida me he topado con ejemplos que hacían honor a la frase "nunca te dejes llevar por las habladurías o apariencias de nadie", pero estaba en mi ADN después de tantos años y tanto dolor que cargaron mis ancestros.

Y que yo supiera, no me quedaba nadie más en el mundo, jamás tuve descendencia ni hermanos. Las amistades que tenía cuando era joven, se habían volatilizado y tampoco pude establecer contacto con ninguna. Incluso pregunté por el espíritu de todos los que conocía, pero la voz de ellos nunca la pude escuchar.

Era terrible, tan terrible que me estremecía al pensar que quizás incluso mis poderes estaban mermando. En muy poco tiempo, yo sería un blanco perfecto para los miembros del Exilio; era alguien que conocía ciertos trapos sucios de algunos de sus miembros, por lo que era una ficha a eliminar. Incluso aun teniendo un documento de protección firmado hacía más de 50 años atrás, bien sabía que eso podría revocarse de un momento a otro. Así era la naturaleza de todos ellos, inesperada como una serpiente de cascabel, ansiosos por envenenar a su objetivo para que deje de moverse.

Suspiré cansada, echando un vistazo al poso en el fondo de mi taza. Lo que se encontraba en el borde, era mi futuro inmediato, las hojas que se encontraban en el centro, mi futuro próximo. Las hojas se disponían entre el borde y la pared más cercana al asa, por lo que lo que estaba viendo hacía referencia a mí misma en un futuro próximo. Me veía completamente ciega, caminando por un abismo infinito. Intentaba palpar en busca de algo que me ayudara a orientarme, pero era en vano, tan solo podía moverme en círculos desesperada y llorosa.

­—Soy una necia que no quiere ver, un alma que siempre ha echado la vista atrás dejándose llevar por acontecimientos en el pasado. Hasta la taseomancia era clara con cómo veía la vida; ciega ante lo que más necesitaba.

Me apresuré a colocarme el abrigo, lista y preparada para cambiar el curso de la historia. Nada bueno auguraban los lamentos espectrales de mis ancestros, que, desde hacía varias semanas, aullaban como lobos ante la luna llena. Almas de antiguos Alphas me hablaron, pidiéndome, implorándome, que ayudara a los suyos. No podía dejar atrás para lo que había sido concebida, aunque sabía perfectamente que ésta sería mi última travesía.

Lo último que haría antes de dejar este mundo.

Y aunque notaba que mis fuerzas no se encontraban en el mismo punto que antes, no iba a salir, así como así por la puerta sin ningún tipo de protección extra. Me senté de nuevo en la mesa, cerrando los ojos para concentrar toda mi energía en el llamado de un alma amiga. Una dulce voz atrajo mi atención, abriendo lentamente los ojos para toparme con la mirada curiosa de un niño.

Incluso sin preguntar, se apresuró a presentarse de forma educada pero efusiva. ­

—¡Me llamo Gared señora, estoy para servirla en sus andanzas! Necesitará un ayudante y no hay mejor que el que usted está viendo ahora mismo.

Aquel desparpajo logró sacarme una pequeña carcajada. Agradecía un poco de energía y entusiasmo ahora que no me encontraba precisamente demasiado bien. Aquel pequeño tendría diez años como mucho y me prometió sobre todos los dulces que amaba, que me ayudaría a mantener mis fuerzas en el estado más óptimo. Al ser un espectro, requeriría de la energía del sol y la luna para alimentarse y así transferirme parte de sus fuerzas para que mi magia no siguiera mermando. Hacíamos una extraña pareja, eso lo admitía, pero la fuerza de Gared me demostraba de nuevo que el tener miedo era el mayor freno que nos impedía enfrentarnos a lo que teníamos delante.

Tras colocarme el abrigo, el espectro saltarín me siguió al exterior con una sonrisa deslumbrante. Nadie sería capaz de verlo a no ser que tuviera poderes nigromantes, habilidad poco común entre humanos.

—¿A dónde vamos, señora? ¿Es algún sitio divertido?

Suspiré mientras cerraba la puerta de mi casa. Aquellos ojitos curiosos me miraban expectantes, esperando una respuesta ávidamente. Coloqué mi mano sobre su cabeza, guiándolo para comenzar a caminar.

—Ojalá pequeño, hace mucho tiempo que no sé lo que es divertirme.

­­

­­

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
The liberation of the beast(Is It Love?Nicolae parte IV)Where stories live. Discover now