CAPÍTULO 44

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Fue antes de que Claudette fuera a verme. Antes de la muerte de Micaila, pero después de la visita de Shurna. Aun me temblaba el cuerpo tras recordar de dónde veníamos mi hermano y yo, desde que supe que nuestros padres no nos abandonaron nunca.

La excusa que tuve que ponerle a mi hermano fue lo más creíble posible. Aunque no nos llevásemos precisamente mal, siempre hubo tiranteces entre nosotros por tener conceptos en la vida totalmente opuestos. Pero cuando le comenté que deseaba hablar sobre un proyecto del Exilio, se mostró incluso amable y dispuesto de venir de visita. Tras su respuesta, me puse en contacto con Shurna para que viniera cuanto antes, pues ella era la que tenía que realizar la regresión junto con la bruja que mencionó que iría a buscar. Temía que las cosas salieran mal y que la confianza que Víktor tenía en mí, se esfumara por completo y con ello, las pocas posibilidades de encauzarle por el buen camino.

Tenía los nervios en punta, haciendo que me balanceara en mi silla mientras esperaba. Tuve que ponerme en pie y caminar en círculos por la sala, lo que llamó la atención de Micaila.

—Mi señora, si requiere de algo, no tiene más que pedirlo.

Me giré en su dirección, observando esa sonrisa amable. Me pensé en varias ocasiones hablarle un poco más de mi familia, pero nunca lo hice. No sé exactamente los motivos, si los nervios o la necesidad de liberar un poco de carga, que le pedí que se sentara para conversar conmigo. Parecía preocupada, pero más por mí que por la conversación que mantendríamos.

—Sabes que tengo un hermano un tanto problemático. En algunas ocasiones ha venido de visita.

—Sí señora, el señor Víktor. Siempre se preocupa mucho por él, puedo verlo en su mirada cuando se marcha.

Me sorprendió que una simple humana se percatase de eso, pero es que Micaila era mucho más inteligente de lo que ella se consideraba. De una familia modesta, recuerdo que la conocí al poco de mudarme a esta casa. Su tez era oscura, pero no tanto como los que vivían por estos lares. Me mencionó que, aunque su padre era de la India, su madre era británica, por lo que sacó rasgos de ambos. Era exótica y contrastaba perfectamente conmigo y mi estilo de vida.

Al ver que comprendía cómo me sentía sin necesidad de mencionarlo, una oleada de alivio me recorrió e hizo que descendiera bastante mi ansiedad. Siempre supe que elegí bien al traerla a casa como mi ama de llaves.

—No sé si sabes lo especial que es Víktor—Le dije con cierto temor. Aquella cuestión la hizo pensar, pero negó con la cabeza. Le pregunté si sospechaba de algo extraño acerca de él, a lo que ella supo responderme:

—Bueno, sí que emana una energía peculiar, como si tuviera poder. Quizás es tan solo la seguridad en sí mismo que siempre muestra sin importar si se encuentra incómodo. Es de esos hombres que no demuestran temer a nada.

—Lo calaste mejor de lo que yo pensaba—Respondí.

—Bueno señora, usted me contrató precisamente porque una de mis obligaciones es ser su ama de llaves, por ende, debo ser capaz de ver a cada persona que se relaciona de una forma mucho más analítica. Me lo tomo como una especie de protección hacia usted, porque bien es cierto que algunas personas son bastante camaleónicas y dan aspecto de ser algo que no son.

—Hablas como si te hubiera pasado a ti.

Ella asintió un tanto seria. En mi caso, al tener una buena situación en la sociedad en la que me movía, aunque fuera fingido el cariño, el respeto era verdadero. Y con ello, le guste o no a aquellos que me sirven o que trabajan para mí, nunca podrían ponerme un dedo encima, pues saben de lo que soy capaz. La única en la que siempre confié era en Micaila y, en cierta manera, en Víktor.

Cuando le mencioné la palabra "vampiro", Micaila ni siquiera dio un respingo. Me miraba de la misma forma que siempre y no emitió juicio alguno. Incluso le pregunté su opinión, a lo que ella me respondió con total sinceridad:

—Mi señora, es su hermano y, por tanto, lo sirvo también. No temo del señor Viktor pues usted confía en él y por supuesto, yo hago lo mismo. Su criterio siempre ha sido bueno, por lo que nada temo. Y si no desea que se sepa, no se preocupe pues soy una tumba.

Le agradecí enormemente el apoyo que, sin pedirlo, me brindó, por lo que le di el resto del día libre para que pudiera dar un paseo. Aquello le hizo muy feliz, marchándose tranquilamente a su dormitorio para tomar ropa limpia y cambiarse. Shurna estaba a punto de llegar, por lo que me apresuré a servir yo misma el té. Necesitaba que fuesen puntuales para hablar del plan que tenían en cuanto a la regresión de Víktor. Su mente podría ser un auténtico enigma y no podía imaginar lo increíblemente difícil que sería acceder a él.

Al abrir la puerta, Micaila se topó con Shurna y otra mujer que la acompañaba. Les pedí que por favor entrasen, que tomaran asiento y una humeante taza. Respiré hondo varias veces, recordando la conversación reconfortante que tuve con Micaila antes de irse. La mujer parecía muy tensa.

—Antonella, permíteme presentarte a mi mejor amiga. Nos conocemos desde antes de que yo me quedase con vosotros, así que imaginad el tiempo que llevamos juntas. Si tienes alguna pregunta, no dudes en realizarla sin ningún temor.

—Que yo sepa, las brujas no viven tanto tiempo—Dije mientras echaba un vistazo a la acompañante. Su vista fue a parar a la mía con tal fuerza que me sentí indefensa por unos segundos. Había algo en ella que no podía descifrar, pero era poderoso.

—Cuando te haces amiga del inframundo, consigues un premio por ello. Aunque todas las brujas son capaces de contactar con el más allá, no todas se atreven pues saben que puede haber consecuencias. Hace muchos años, yo era una de las que se encargaba en mandar a las almas de los hombres y mujeres lobo, al descanso eterno cuando fallecían. Cuanto más lo hacía, mi cuerpo sentía achaques y dolores, pero más años vivía. He vivido con constante dolor desde que comencé en esto y he sido vieja la mayor parte de mi vida, pues, aunque no haya muerto, he continuado envejeciendo y, para colmo, a una velocidad mayor que una bruja promedio. Así que no ha sido un camino de rosas, pero de lo que sí puedo presumir es que he visto los horrores más pérfidos. Mi mente está blindada en cuanto a cualquier cosa, por lo que soy una gran entendida de la mente tanto humana como sobrenatural.

—Tengo entendido que tú fuiste la que nos hizo olvidar a mi hermano y a mí.

—Exacto, con la ayuda de Shurna por supuesto. Eráis demasiado valiosos y queridos como para abandonaros a vuestra suerte. Tuvimos que tomar medidas drásticas para protegeros y no fueron para nada agradables. No nos arrepentimos de ello porque era lo que se tenía que hacer, pero eso no quita lo mucho que lo sentimos por vosotros.

Conforme la conversación avanzaba, menos sola me sentía. Era como si la niña que fui una vez ahora compartiera su tiempo con aquellas dos mujeres que dieron tanto por mi hermano y por mí. Me lamenté por mucho tiempo pensando en que no merecía ser amada precisamente porque mis padres me abandonaron; las personas que más me debieron amar. Pero entonces, gracias a ellas, comencé a comprender lo errada que estaba.

—Por cierto, yo soy Betty, digamos que fui una especie de tía vuestra. Algunas veces os visité hasta que tuvimos que llevaros con una familia de acogida. Pero no pienses que nos quedamos de brazos cruzados; ambas estuvimos viajando y viviendo siempre cerca de vosotros, pero ninguno de los dos se percató de ello. O sino, ¿Quién te crees que te servía la comida en la escuela?

Aquello me provocó una risa sincera y reconfortante. Era curioso, pero hasta ese mismo momento, nunca recordé a la cocinera de mi escuela. Tuve esperanza, tanta que intentaba no emocionarme de más, porque en el momento que sonó la puerta, supe que las cosas no serían tan agradables.

The liberation of the beast(Is It Love?Nicolae parte IV)Where stories live. Discover now