CAPÍTULO 21

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NICOLAE

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NICOLAE

—¿Crees de verdad que vas a librarte? ­­—Dije en el tono más mordaz que pude a la total oscuridad donde mi hermano se encontraba. Mi perpetua fuente de frustración se encontraba en aquella misma habitación después de varios días con el miedo atroz al pensar que algún miembro del Exilio, pudiera haberlo interceptado y herido. Pero lejos de sentirse culpable o comprensivo, actuaba como un adolescente al cual la charla no le interesaba. Restregué mis manos contra mi cara, aun con rasguños que me hice durante la batalla. Al no poder haberme alimentado recientemente por el conjunto de acontecimientos que nos atizaron sin piedad, ni yo ni ninguno de nosotros se había alimentado desde hacía varias horas. Desafortunadamente, debíamos ir por turnos a cazar, ya que la mansión no podía quedarse prácticamente sola. Era el turno de Peter y Madeline. Y si todo terminaba bien, sería el turno mío y de Nicole.

Aquel silencio comenzaba a irritarme, sobretodo porque él se encontraba de espaldas a mí, con aquella capucha con la que se marchó y un aroma penetrante a bosque. Podía sentir toques de sangre en el ambiente, que, aunque no eran muy evidentes, podían ser por haberse alimentado recientemente o por alguna pequeña herida que aún seguía sangrando.

Conocía bien a Drogo y sabía que era capaz de mantenerse en silencio todo el tiempo que él quisiera solo por fastidiarme, pero si él era cabezota, yo lo era aún más. Siempre tuve mucha paciencia con él, por lo que era la persona más capaz en cuanto a conseguir que hablara y me contara las razones por las que se marchó de aquella forma.

No iba a parar hasta lograr sus palabras.

—Dime por qué demonios le pusiste una cerradura a la puerta de tu dormitorio, ¿Acaso ahora desconfías de tu propia familia? Siempre te tuve como alguien rebelde, pero, incluso para ti, este comportamiento es inaudito.

Drogo comenzó a golpear el suelo con sus pesadas botas, haciendo sonar las cadenas que iban atadas a las hebillas de las mismas. El aura que destilaba era cada vez más amenazadora y, en alguien temperamental como él, presagiaba una pelea a golpe limpio.

—Dime dónde cojones has estado. Ni te imaginas lo preocupados que hemos estado.

—Unos más que otros—Contestó en un susurro. Aquello me dejó cuestionándome muchas cosas, pensando en que quizás había tenido un percance con alguien de la casa y que, por herirle su orgullo, marchó sin mediar palabra antes de que las aguas se agitasen aún más.

Proseguí a acercarme, pero tan solo unos pocos pasos, pues ahora la situación podía descontrolarse si no medía bien cualquiera de mis movimientos. Drogo permaneció en su mismo lugar, con la misma postura y esa oscuridad que lo envolvía.

—Explícame eso y nada de evasivas. Sé un hombre y utiliza tus palabras—Le dije con firmeza. Pero él se giró dispuesto a marcharse a gran velocidad por la puerta. Lo conocía demasiado como para no darme cuenta de sus intenciones y detenerlo. Levanté la voz:

—Nicole, traba la puerta desde fuera. De aquí no saldremos hasta que la dama cante su recital.

—¡Oído cocina, querido!¡Que entone bien y se oiga hasta aquí! —Gritó desde el otro lado. Ahora tenía a mi hermano justo delante, dándome la cara cuya mueca de molestia arrugaba su frente. Sus ojos no eran castaños sino de un rojo vino cuyo brillo era el de un depredador. Ya se había acabado el juego.

—Drogo, no saldremos de aquí hasta que me cuentes lo que ha pasado. Han sido varios días en los que ni siquiera tuviste tu teléfono disponible. Te conozco desde hace mucho y cuando has necesitado estar solo, en algunos momentos has mandado un mensaje para no preocuparnos, pero jamás te has incomunicado de esta forma. Dime qué pasa, sabes que hemos pasado por mucho y ya nada me asusta.

Una risa sarcástica salió de su boca, mostrando un leve círculo morado en el interior de la misma. Por su aspecto desaliñado y ciertos gestos, quizás había recibido una paliza.

—Qué suerte que nada te asuste hermano, pues a mí lo que más me asusta es algo que no puedo cambiar. El don de la inmortalidad es la mayor mierda que te puede caer encima.

—¿Dices que le temes a la inmortalidad? ¿Desde cuándo?

Aquella pregunta dio de lleno en algo que le hizo apartar la vista y darse de nuevo la vuelta. Su suspiro estaba cargado de tristeza.

—Desde hace algunos años. Nunca le temí a vivir al máximo, a exprimir cada gota de tiempo que se me había otorgado, pero todo eso dejó de tener sentido para mí en cuanto me di cuenta que, en realidad, nunca tuve nada.

—Tienes una familia enorme que te quiere y que estaría dispuesta a hacer lo que fuera por ti. Cada minuto que estuviste desaparecido fue un suplicio para todos, sobre todo para Catherine.

—¡No vuelvas a mencionarme ese nombre!¡No me tortures más!¡Bastante dolor llevo en el pecho por el simple hecho de que viva bajo mi mismo techo! No os hacéis una idea de lo que es para mí no acercarme ni un solo milímetro a ella, ¡Nadie sabe lo que sufro todos los días!

—Hermano, quiero comprenderte. Dime las razones por las que no te acercas a ella.

Temí que él hubiera averiguado lo de su embarazo. Concordaba la desaparición de Sebastián con la suya propia además de su molestia con Catherine. Pero debía de comprender que todos estuvimos fuera del mapa por mucho tiempo y que no dábamos señales de vida. Era algo normal que ella intentara hacer su vida.

Finalmente, se dio por vencido y se sentó en la cama, bajándose la capucha y quitándose la chaqueta. Varios golpes podían verse por el cuello, los brazos y los hombros, pero esta vez, preferí dejar el tema a un lado para abordarlo en otro momento cuando él se encontrara en mejores condiciones.

Me miró a los ojos y comenzó a hablar pausadamente, aunque con una ansiedad latente.

—¿De qué sirve la inmortalidad si no puedo tenerla a ella? ¿Si no puedo mostrarme tal y como soy por miedo a que los humanos huyan como si fuera un ente maléfico? ¿Si no puedo ser una persona normal, que es capaz de ir a un restaurante o una cafetería para disfrutar de una comida, de una celebración alrededor de una mesa? ¿De qué sirve la inmortalidad...si no puedo crear mi propia familia?

—Drogo, ¿Cómo te enteraste...?

—¿Lo de Catherine? Fue un día que escuché por casualidad una charla entre ella y Nicole. Y la respuesta a tu pregunta de si estoy molesto y de si esa es la razón por la que desaparecí, temo decirte que no. Es algo mucho más simple: cuando me di cuenta que ella estaba embarazada, fue en el momento en el que la realidad me golpeó. Nunca podría darle una familia, pero Sebastián sí y eso me dolió en el alma. No importa si ella me ama o no, nunca podré darle lo que desea ni tampoco tendrá una vida plena conmigo. Para colmo, ella no estará para siempre con nosotros y eso me duele incluso más.

—Pero no puedes evitarla para siempre, si la quieres debes de ir con ella. no pienses en el tiempo, pues incluso para nosotros puede ser una variable volátil. Aunque somos difíciles de matar, podrían herirnos de gravedad y no poder alimentarnos para curarnos antes de desangrarnos. La vida, sea o no infinita, merece ser vivida.

—No hermano, no merezco vivir nada.

De un salto se puso en pie y me empujó para, de una patada, abrir la puerta de su habitación. Un quejido y varias maldiciones se escucharon al otro lado. Pero para cuando salí al pasillo, no había ni rastro de Drogo.

The liberation of the beast(Is It Love?Nicolae parte IV)Where stories live. Discover now