CAPÍTULO 46

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El infierno bajo nuestros pies dentro de no mucho tiempo comenzaría a emerger, amenazando con que toda su furia nos salpicara en el rostro

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El infierno bajo nuestros pies dentro de no mucho tiempo comenzaría a emerger, amenazando con que toda su furia nos salpicara en el rostro. Una extraña inquietud nos inundó a Lorie y a mí conforme nos acercábamos más al despacho de Nicolae. Antes de si quiera entrar, miramos a través de la rendija de la puerta entornada. Su rostro estaba contraído, los ojos cerrados y una suave música sonaba a través de la gramola. Su quietud me preocupaba, pues hacía ya muchas horas que seguía dentro sin dar señales de vida.

Quizás requería de unas horas de paz en soledad, o quizás, que era lo más probable, pensaba en mi hermana a cada segundo y no quería mostrar su desbocada preocupación más de la cuenta. Pues Nicolae podía ser terrible cuando se trataba de mi hermana y de la posibilidad de que le hubiera pasado algo. Toqué ligeramente la puerta, haciendo que abriera los ojos de par en par como un halcón al ver un ratón. Aquello hizo que el corazón saltara de mi pecho y era curioso, pue no le temía a mi cuñado. Pero si algo podía admitir es que su aura a veces era un tanto poderosa y hacía empequeñecer la mía considerablemente. Es el aura de los ganadores, de los poderosos, de los que el mundo se les queda pequeño.

Al ver quiénes éramos, esbozó una ligera sonrisa y nos pidió que por favor entrásemos y cerrásemos la puerta. La pregunta del millón, pensé. No se hizo esperar.

—Sí, sí, antes de emitir alguna frase, ya sé qué deseas saber. Mi hermana llamó por teléfono y me dijo que estaba en el hotel donde me alojé cuando vine por primera vez a la ciudad. Dijo algunas cosas extrañas acerca de una habitación, en concreto, justo la que usé, cosa que me parecía muy sospechosa. No me dijo gran cosa, sino que ya volvería a casa a la mayor brevedad.

—¿No sabes más de ella desde esta tarde? —Preguntó mirándonos a ambas. Las dos negamos con la cabeza y eso lo hizo levantarse del asiento. Intenté hacerle comprender que ella no era alguien débil, que yo también estaba preocupada pero que debíamos darle un cierto margen.

—Debemos localizarla. Esto no debe pasar nunca más hasta que el tema del Exilio quede como una mera anécdota más que como una realidad.

—Hermano, cálmate. Sé que es difícil hacerlo cuando alguien que amas se encuentra en paradero desconocido, pero es Nicole. Tuvo las agallas de sobrevivir al Exilio, escapar de él, enfrentar una enfermedad terminal y lo que es más importante, ha vivido con nosotros desde entonces.

—Lo dices como si eso hubiera sido un problema...

—Créeme cuando te digo que de entre todas esas cosas, la más complicada es vivir bajo el mismo techo que vosotros y no acabar como una regadera—Dijo mientras ponía los ojos en blanco.

Agradecía a Lorie que tuviera tanta confianza a mi hermana, ya que, si no llega a ser por ella con su actitud de mediadora, muchas de las peleas que tuvieron ambos, se hubieran solucionado de mala forma. Tanto Nicole como Nicolae tenían mucho que madurar, aunque habían vivido muchas cosas, la gran realidad es que no habían podido vivir su amor con paz. Tanto tiempo huyendo, escondiéndose y con el miedo latente diario de perderse mutuamente o perder a alguno de los suyos. Eso desgasta a una pareja por mucho que se quisiera.

Miraba a Lorie y sabía perfectamente lo que estaba pretendiendo hacer; ya nos íbamos conociendo y comprendía de qué pie cojeaba. Intentaba quitarle hierro al asunto con bromas o historias que nos sacara una leve sonrisa, siempre fuera del contexto que estábamos tratando. Ése siempre era su mecanismo de defensa ante cualquier situación que requiriera un poco más de tensión o seriedad. De entre todos los hermanos, el que más se parecía a ella era Drogo, ya que él siempre tendía a hacer lo mismo, con la única diferencia que, cuando las cosas se ponían muy serias, escapaba a un lugar lejano. Mientras que Lorie se encerraba en sí misma pero nunca se alejaba demasiado de nosotros. Quizás ella necesitaba sentir el bullicio de su familia, pero sin necesidad de utilizar palabras hasta que encajara aquello que le dañase o preocupase.

Le pedí por favor que se lo contara y que, si ella lo necesitaba, me iría del estudio para que ambos pudieran charlar con tranquilidad. Ella lo pensó unos instantes, barajando rápidamente los pros y contras. Terminó asintiendo, por lo que salí tras apretarle el hombro ligeramente en señal de apoyo y comprensión.

Sabía que no pasaría demasiado tiempo hasta que la explosión de Nicolae se escuchara por toda la mansión. No era para menos, pues enterarse del nombre del perpetrador de todos los males a alguien tan importante como una hermana, debía de ser difícil de tolerar, pues la ira podría ser desbordante, incluso para alguien tan sereno y medido como él.

El estómago me andaba dando guerra, por lo que fui a la cocina a por una infusión digestiva antes de ir a mi dormitorio y descansar mis doloridos tobillos. Ya comenzaba a verse mi estado de buena esperanza; incluso con blusas y vestidos anchos, podía verse que estaba embarazada. Era una especie de liberación que todos lo supieran, aunque no de la mejor de las formas. Drogo aún no había mantenido ningún tipo de conversación desde entonces y eso me dañaba el alma y los tuétanos.

Pero hablando del demonio, allí se encontraba, sentado en la mesa con un libro en la mano. Aun a pesar de su apariencia, Drogo era un fiel lector y le interesaba mucho la literatura de misterio y terror. Aquello me regocijaba pues precisamente yo era una escritora de ese mismo género desde hacía mucho tiempo. Pero las circunstancias y la vida en general, me hicieron dar varios pasos atrás y nunca me había atrevido a sacarla a la luz. Estaba terminada, pero mi novela se encontraba en versión beta; muchas cosas que editar, cambiar y revisar. Temía mucho el enseñársela a un profesional o a alguien en general, porque temía que las críticas me hundieran en un pozo aún más hondo que en el que me encontraba.

Él pareció percatarse de mi presencia, pero no dijo nada al respecto. Yo me limité a ir lentamente hacia la tetera, pues mi dolor me impedía moverme con soltura, y en la situación tensa en la que estaba, pues tampoco era de gran ayuda. Mi baja estatura siempre me hacía malas jugadas, teniendo que subirme siempre a algo en busca de un plato o un vaso que pudiera necesitar en ese momento. Para mi pena, las tazas se encontraban sumamente altas.

Fui a por una de las sillas vacías, a lo que Drogo puso la mano sobre la mía antes de llevármela. Por primera vez en mucho tiempo me miró, y aquello me dejó temblando de cabeza a los pies. Sus manos me guiaron hacia una de las sillas y me obligó a sentarme. Me dejé llevar, observando todo lo que hacía como si se tratase de la primera vez que veía a Drogo por primera vez. En silencio, me hizo la infusión que yo quería, con un enorme cariño. Casi podía saborear aquel día en el que fue todo un caballero, en el que, gracias a su ayuda, pude alojarme en un hotel sin problemas. Donde le conté un poco más de mí y yo supe un poco más de él. Sonreía como una niña a la que su madre le hace un vaso de leche tras tener una pesadilla; era reconfortante sentirse querida y atendida. Al darme la taza, puse las manos sobre las suyas y, gracias al cielo, él no las retiró.

—Ten cuidado, no quiero que te quemes.

Pero ya lo estaba haciendo, porque bajo esa mirada, no había piel en mi cuerpo que pudiera salvarse de una calcinación.

The liberation of the beast(Is It Love?Nicolae parte IV)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora