CAPÍTULO 38

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Las horas pasaban muy lento aun a pesar de que llevaba casi todo el día fuera

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Las horas pasaban muy lento aun a pesar de que llevaba casi todo el día fuera. Es cuando una siente una profunda preocupación que las manecillas del reloj hacen una magia extraña. Nicole se fue más pronto de lo que pensábamos, con un semblante serio y silencioso. Pensaba que tomaría algo de sangre antes de marchar, pero al comprobar que no fue a la nevera a por su dosis, supe que en su cabeza se hallaba un enorme concierto que no la dejaba pensar con claridad.

Pensé en comunicárselo a Nicolae, pues una vampira con sed de sangre en un círculo de humanos, podía ser peligroso. Y más si iba al hospital donde estuvo mamá en sus últimos momentos.

Le di el beneficio de la duda porque confiaba en ella y en la adulta madura que se había convertido. Aunque su temperamento era endiablado, había aprendido que, a veces, ser mordaz no es algo bueno si se desea lograr algo. Ese lado contestón era lo que más le costaba mantener a raya y esas caras...eran para partirse. Conocía tan bien a mi hermana, que sabía perfectamente el gesto que hacía cuando algo la molestaba y se contenía: ojos ligeramente entrecerrados, los labios ligeramente contraídos para dar la apariencia que estaba pensando, pero que, en realidad, intentaba mantener su lengua dentro de la boca y los agujeros de su nariz que se contraían y dilataban en un ritmo extraño. Todos en la sala sabíamos cuando Nicole intentaba ser un ser sereno, elegante y refinado.

La mañana había comenzado tranquila. Betty se había marchado la noche anterior con la sensación de que quizás toda su historia nos había entrado y salido por el mismo oído, pero la realidad era bien distinta. Desde su marcha, las vibraciones de que algo enorme se tornaba sobre nuestras cabezas, nos dificultó el sueño a todos. Lorie llevaba unos días tremendamente silenciosa y taciturna. Por mucho que me acercase a ella, su mutismo no se desvanecía y su sonrisa habitual, también se había marchado con su voz. La sorpresa fue cuando me tomó de la mano y me llevó al exterior, justo cuando todos se encontraban en sus respectivas habitaciones. Caminamos durante un buen rato, ella tirando de mi brazo y yo en silencio por miedo a que ella se arrepintiera de abrirse a mí y contarme lo que le preocupaba.

La considerada Lorie estaba ahí, disminuyendo el paso sabiendo que era una humana embarazada y mirando atrás para ver si podía continuar. A veces, paraba en seco y me daba agua de su pequeña botella de cristal y otras, me proporcionaba frutos secos o barritas de cereales. Las ganas de saber más me apretaban el estómago, pero mi sorpresa fue mayúscula cuando reconocí aquel lugar: era donde Drogo estaba quemando algunas cosas aquella noche. Pensé en que quizás ella había averiguado algo y que deseaba contármelo, pero al pasar de largo, supe que nada tenía que ver, tan solo una simple coincidencia.

Fue frenando el paso, hasta detenerse a las orillas del famoso lago que visitó mamá durante su último viaje. El pinchazo que sentí me hizo parpadear varias veces, no comprendiendo el porqué de esta visita inesperada. Nos sentamos en la orilla, con la vista en las aguas cristalinas que apenas se movían por el poco viento que hacía. La magia que obraba ese lugar, me hacía encontrarme en calma, como si nada en el mundo fuera capaz de dañarme.

Y ella casi parecía encontrarse aliviada en cuanto se sentó en la orilla, como si todo lo que llevaba dentro, se hubiera esfumado entre los árboles. Las líneas que se marcaban en su cara, ya no estaban en su inmaculada piel y su palidez era más brillante con los rayos del sol de la tarde. Nos encontrábamos a unas tres horas aproximadamente de que comenzara a anochecer, por lo que esperaba que Lorie pensara en ese detalle y que no nos quedásemos más tiempo del debido.

Le seguí dando espacio, quedándome en silencio con las manos en mi regazo. El bebé pareció desear revolotear en mi estómago, haciendo que una de mis manos se depositara en ese preciso lugar. Lorie sonrió ligeramente y me dijo:

—Lo he escuchado. Está impaciente como su madre.

Aquella respuesta me dejó helada, ¿Y si...

—No, no todos los vampiros pueden escuchar a tu bebé. Mis sentidos están más desarrollados por la ceguera. Sin saberlo, nos han hecho un favor.

La miré completamente sorprendida, ¿Favor? ¿Llamaba ella favor a quedar durante toda su inmortalidad como una persona invidente? Su mano se colocó en mi hombro, hablándome con calidez como ella siempre lo hacía, pero sus ojos quedaron en esas aguas que teníamos delante.

—Los que me hicieron esto, no consideraron los efectos secundarios. Sin quererlo, han creado a una especie de súper vampiro, y no solo por mi gran capacidad de audición sino porque yo no me achanto por nada ni nadie. El miedo que he sentido... eso es la mejor arma que puedo empuñar.

Desde el incidente, ella nunca quiso dar demasiados detalles, pues el trauma que había generado en ella, era demasiado como para poder compartirlo. Todos lo entendimos, pero en lo más profundo de nuestras almas, deseábamos saber más para averiguar quién o quiénes les habían hecho tal daño. El problema es que, según ella, nunca pudo ver a los atacantes.

—Eres valiente. Yo no hubiera soportado vivir con ese dolor—Le dije. Pero ella volvió a sonreír, contestándome de nuevo.

—Lo habrías soportado. Tu hermana y tú estáis hecha de la misma pasta que yo. Da igual lo que pase, siempre salís más fuertes. Es quizás por eso que he decidido antes abrirme a ti que a otras personas de mi familia. He descubierto algo que...que no sé cómo demonios digerir. Y lo más importante, contar.

Se puso de pie y se descalzó para caminar por la orilla. Intentaba hacer acopio de toda la fuerza de su interior para contarme la razón de ese peso extra que llevaba durante varios días. Por primera vez desde que salimos de la mansión, me miró a los ojos. Las lágrimas estaban ahí, amenazantes con salir, pero un velo invisible impedía que salieran. La voluntad de aquella joven era inquebrantable y había decidido derramar las lágrimas justas.

Quise ponerme en pie, pero me obligó a quedarme sentada. Dio dos pasos atrás y comenzó a relatarme.

—He averiguado quién me provocó la ceguera, quién me sacó uno de los ojos. Aunque participaron varios, había siempre una persona entre ellos. Lo supe por el perfume, el mismo inconfundible perfume que he olido días atrás.

—Dios mío Lorie, ¿Quién...

—Lo olí en el cuarto de baño de Madeline. Ella me dijo que ese perfume fue un regalo de su esposo, pero para fastidiarlo, nunca más se lo puso. Era su preferido.

El terror me invadía en cada célula de mi cuerpo. Ahora comprendía por qué no me dejaba ponerme en pie; aquello ponía patas arriba todo. Madeline deseaba vengarse de él, pero si supiera que violó y provocó la ceguera de Lorie, ella misma se pondría en peligro para matarlo con sus propias manos.

Supe perfectamente lo que teníamos que hacer. Ahora era yo la que la guiaría a través del bosque, para salir de esa locura que invadía su mente.

—¿Dónde vamos? —Me preguntó.

—A casa. Hablaremos con tus hermanos de todo esto. Y no, no acepto un no por respuesta. Como bien has dicho, mi hermana compartimos en la sangre nuestra resiliencia, pero no solamente eso. Yo tengo un carácter del infierno, pero me hice la buena para compensar esa oleada de energía que emana de ella. Pero ya es hora de dejarnos de formalismos. Yo también soy capaz de romper varios culos.

Y por primera vez en varios días, una carcajada salió de la boca de Lorie. En aquella casi perceptible oscuridad, ambas nos encontrábamos libres y con las armas afiladas para luchar.

The liberation of the beast(Is It Love?Nicolae parte IV)Where stories live. Discover now