CAPÍTULO 60

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Tras recibir el mensaje de Betty, decidí que era hora de volver a casa tras mi paseo

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Tras recibir el mensaje de Betty, decidí que era hora de volver a casa tras mi paseo. Las vibraciones a mi alrededor me mantenían alterada y con la sensación perpetua de estar siendo vigilada. En más de una ocasión, pude ver por el rabillo del ojo, algún movimiento extraño o un cambio de olor en el ambiente. Quizás otros no se percataran de esas pequeñas diferencias, pero era alguien longeva y había vivido mucho.

Betty tenía razón, era momento de hacer una visita, aunque si era sincera, no me apasionaba demasiado. Aunque fuera la mejor amiga de Betty, ninguna de las brujas u hombres lobo pertenecientes a los refugios, me dejaba pasar. Comprendía la naturaleza de su desconfianza, por lo que acepté simplemente vigilar desde fuera del portal por si algo sucedía o alguien merodeaba por la zona.

Volví a casa para cambiarme de ropa y prepararme para marchar al portal. El trayecto no era muy lejano, aunque bien podía usar mi velocidad para no tener que tomar mi coche, pero debía de andar con mil ojos, por lo que quedaba descartado usar mis poderes. Tal y como hice con anterioridad, debía usar el atajo que me indicó Betty, ya que nadie lo conocía y era bastante más discreto que el camino principal.

Tomaría un camino de tierra, por lo que la ropa que debía usar debía ser cómoda. Mi elección era una capa corta, unas mallas elásticas de color negro y un suéter del mismo color. Mi sombrero era inseparable, así que también lo tomaría. Nada más poner un pie en el interior de mi casa, una ráfaga de energía extraña, me recorrió de cabeza a los pies y me puso en completa alerta. Mi corazón se envolvió de una tela fría, provocando calambres que hacían que me moviera con mayor lentitud. Estaba segura que alguien había estado en casa antes que yo y no hacía demasiado tiempo de esa visita.

No estaba segura si el intruso aun merodeaba por la zona, por lo que decidí desplegar mis instintos para que me llevasen en la busca del foco de esa energía que tanto me desestabilizaba. Nada más irrumpir en mi dormitorio, supe que algo iba mal.

Respiré varias veces intentando detectar un olor un poco diferente, pero más que eso, era como una especie de vibración. Los objetos aparentemente estaban en su lugar, pero mi mente era tan metódica que en seguida vi pequeñas diferencias. El cajón de una de mis mesillas, estaba ligeramente abierto, apenas era perceptible, pero podía ver unos pocos milímetros de la parte superior de uno de los cajones.

—Alguien ha abierto ese cajón, alguien que no sabe que no cierra del todo bien. Sólo yo sé la posición para que cierre por completo—Dije en voz alta mientras que mis ojos se deslizaban por toda la estancia. No había movimiento alguno, por lo que decidí revisar en el interior de mi mesilla para comprobar que nada hubiera desaparecido. Y para mi sorpresa y desdicha, las cartas que nos estuvimos mandando Betty y yo durante muchos años, habían sido leídas. Siempre las colocaba completamente ordenadas y atadas con una cinta cuyo lazo era doble. Pero en este caso, era un lazo simple. Aunque el intruso tuvo el detalle de ordenarlas a la perfección, solo una obsesa del orden como yo, sabía perfectamente como colocaba cada cosa y cada detalle de sus efectos personales.

Y sólo se me ocurría una persona que pudiera ser capaz de irrumpir en mi casa. Si esa maldita arpía había olisqueado en mis cosas, sabía perfectamente mis intenciones y que nunca estuve a favor de las leyes impuestas en el Exilio. Sabría que formaba parte de sus miembros para poder estar cerca de Víktor y Antonella y sabría que teníamos intención de regresarles la memoria que ambas les quitamos por seguridad.

Pero lo que era peor es que sabría la localización de los géiseres energéticos, por lo que esa zorra estaría husmeando para poder entrar al portal. Con el conocimiento de que solo podía entrar con una bruja, solo le bastaría con tomar a una de rehén para obligarla a hacerla pasar al otro lado.

—¡Joder, tengo que llamarla!

Tomé mi teléfono con no muy demasiado entusiasmo. Apenas podía aclararme con esos trastos, pero con la ayuda de mi pequeño cuaderno de anotaciones, pude saber cómo encontrar su contacto. Puse el manos libres para poder vestirme mientras llamaba a Betty, pero entonces recordé que ella se encontraría probablemente en medio de un ritual, por lo que, por el momento, no podía avisarla.

Solo podía correr con la esperanza de no encontrarme un cruel escenario, pues si de algo conocía a Claudette, es que sabía perfectamente de lo que era capaz esa cabeza. A crueldad nadie la ganaba y nunca parecía tener nada que perder. Quizás era el estatus de su familia que la hizo desprenderse de bondad que alguna vez quizás tuvo.

La noche iba cayendo y con ello, las carreteras eran más solitarias. En mi caso, el camino de tierra lo era aún más que la carretera principal; tan solo disponía de la compañía de las aves nocturnas que descansaban en las ramas más altas de los árboles. La ventanilla del piloto estaba abierta, pues así me ayudaba a detectar cualquier ruido que pudiera haber. Para mayor seguridad, detendría el coche a mitad del camino, escondiéndolo en una gran arboleda. No me apasionaba utilizar mis piernas y caminar como un humano normal, pero a veces era necesario. Algunas ramas crujían a mi alrededor, pero sabía perfectamente que se trataban de animales que se escondían por el miedo que les provocaba mi presencia.

Conforme más se oscurecía, mejores eran mis sentidos.

Podía saber por el ruido si el animal era más o menos grande, por lo que en cuanto escuché algo que se parecía a algo más peligroso, me pegué a un árbol para poder divisar todo mucho mejor.

—Hora de escalar, Shurna—Me dije a mí misma. Con una gran agilidad, me subí con lentitud para evitar que las aves nocturnas se fueran espantadas a mi paso y así alertar a los intrusos en caso de que estuvieran por la zona. Desde donde me hallaba, podía divisar perfectamente la entrada al portal.

Las antorchas estaban encendidas pero ninguna bruja merodeaba por el lugar. Quizás Betty les había avisado para que no salieran de su escondite a no ser que fuera estrictamente necesario.

Unas voces llegaron a mis oídos, por lo que me agazapé aún más. Dos figuras aparecieron paseando por las cercanías del portal, pero apenas podía escuchar algo desde donde me encontraba. Uno de ellos era Claudette, cuyo rostro era bastante preocupado. No era habitual verla así; quizás había tenido un mal día porque se le estropearon unos zapatos o quebrado una de sus costosas uñas. El hombre que la acompañaba no podía ser Víktor, porque ahora no se prestaría a hacer algo así como atacar a nuestros protegidos.

Debía saber quién demonios la acompañaba.

Pero uno de sus gritos me llegó perfectamente. Supe en seguida quién estaba con ella, pero lo peor es que supe cosas en un solo instante que me hicieron preocupar aún más de lo que ya estaba. Ya no podíamos confiar en nadie.

The liberation of the beast(Is It Love?Nicolae parte IV)Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ