CAPÍTULO 40

13 6 9
                                    


Una sonrisa sardónica se dibujaba en mis labios cuando mencionaban que mi especie estaba extinta

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Una sonrisa sardónica se dibujaba en mis labios cuando mencionaban que mi especie estaba extinta. Casi como un escalofrío de placer, temblaba con la emoción de desvelar quién y qué era. Esa paciencia me estaba matando; casualidades del destino, todo lo que busqué una vez, se me puso en bandeja.

Los hilos de mis manos, que una vez fueron cortos, ahora tejían intrincadas estructuras en las que yo era el dueño más absoluto. Manejaba la vida de los demás, incluso a cualquier distancia que yo mismo me encontrara. Incluso provoqué que hubiera un cambio de Alpha en ese estúpido clan de Mistery Spell.

No era el único, pero sí el que más tiempo llevaba en el territorio. Quizás por ello era el que más población ostentaba, aunque claro, el que debía de encargarse de ello, tenía mis serias dudas de que pudiera lograrlo. Qué sorpresa cuando se enteren que el Alpha elegido es tan estéril como un desierto.

Las carcajadas provocaron que un poco de mi vino blanco se deslizara por mi brazo. los planes salían a pedir de boca y, para mejor situación, nadie sospechaba de mí. Era el momento de lanzar una bomba que tambalearía los cimientos de esos Bartholy, y no es que tuviera nada en concreto contra Víktor, solo que, solamente, uno debía quedar en pie. El poder, para que sea efectivo, debe de manejarlo una sola persona y, por fortuna para mí mismo, yo era el indicado.

No fue difícil encontrar a su hermosa esposa, tan solo indagar un poco en su pasado. Con la ayuda que me brindaban muchas criaturas de mal corazón como yo, pude saber el lugar donde pasó la mayor parte de su vida hasta que se estableció en Mistery Spell. Era mucha casualidad que llegara con un muchacho nunca antes visto, de acento francés muy marcado y de gustos no tan refinados como el señor Bartholy. Estaba claro que el joven no pasaba hambre y que, en cuestión de estudios, no le faltó de nada, pero el dinero del que disponía jamás se igualaría al que obtuvo Víktor durante los años que pululaba por la tierra.

Investigué al joven y supe de su procedencia. Supe que era huérfano de padre al morir éste en un servicio de guerra. Su madre era enfermera en un hospital militar, asentada precisamente, en una de las casas cercanas al mismo por si ocurría alguna emergencia. Uno de los sirvientes de Víktor me proporcionó el libro de cuentas, observando dónde puso su dinero. Vóila, uno de ellos era, precisamente, ese hospital.

Conociendo a Víktor, aquel gesto no era para tener un buen gesto con los pobres habitantes del lugar, sino para algo mayor, algo más egoísta y menos desinteresado. Y todas las piezas encajaron cuando vi el acta de matrimonio con la enfermera, las preguntas eran ¿Dónde estaba ella? ¿Por qué la separaron de su hijo? ¿Y por qué, alguien distinguido como Víktor, eligió a una simple enfermera pudiendo tener a cualquier vampira de alta alcurnia en su regazo? Las respuestas las encontré cuando pisé de nuevo la antigua casa de Sophie. Ella estaba escondida en su interior, lo supe porque alguien le dejaba viales de sangre por un hueco que había en la puerta principal. Aquel hombre me era familiar, por lo que decidí seguirle para averiguar las razones por las que sabía que ella estaba allí y por qué la ayudaba.

Se introdujo en un coche con los cristales tintados. Escuché detenidamente la conversación:

—¿Has hecho lo que te pedí? ¿Ha cogido el vial?

—Sí señor, ella está bien. Me pregunto, si no es mucha ofensa preguntar, que cuándo la señora Bartholy volverá a casa. Se la extraña tanto.

Un silencio se instaló en la conversación y yo, aun no podía creer lo que mis oídos escuchaban.

—Pronto, pronto la madame estará en casa, donde siempre debió estar. Estoy solucionando unos asuntos primero.

Al terminarse la conversación, hui rápido para esconderme. El coche se alejó a toda velocidad, con la sensación de que algo había sucedido a nuestras espaldas. Víktor estaba protegiendo a Sophie, ocultándola de los miembros del clan de los diez. Revisamos cada palmo y extorsionamos a la mayor parte de la gente que conocíamos para averiguar dónde se escondía esa flor escurridiza, pues desde la fiesta, no se la volvió a ver.

Me llegó información acerca de Claudette, de que iba a encontrarse con Antonella para interrogarla. Conociendo a esa arpía maquiavélica, los infiernos se abrirían bajo el suelo de aquella casa en cuanto ella pusiera un pie en la misma. Le advertí varias veces que no debía dañar a Antonella, que no le pusiera un dedo encima, pero ella se limitó a reírse y a decirme:

—Lo mejor para hacer hablar a alguien, es hacer daño a quien tiene aprecio. La culpa es la más poderosa de las armas y así podré divertirme un poco.

Con esa enigmática respuesta, me dejó pendiente de una nueva llamada para saber cómo iban las cosas. Pero claro, no era necesario encontrar a Sophie, pues ella se encontraba no muy lejos de dónde yo me encontraba. Era sencillo entrar y acabar con ella, torturarla o secuestrarla donde Víktor no pudiera encontrarla, pero era más divertido hacerla morir de inanición. Decidí esperar pacientemente a una nueva visita, pues a veces el recadero de Víktor venía solo. En ese momento, acabaría con él para así que Sophie no tuviera su ración de sangre. Para informarle, tomaría su teléfono para mensajearle a Víktor e indicarle que la misión había sido cumplida. Tan solo esperaba que su mujer muriera antes que él la encontrase.

Miré a mi alrededor para inspeccionar la zona. No estaba loco, no iba a aburrirme como una ostra aquí parado hasta que tuviera mi oportunidad, por lo que eché mano a uno de mis tantos subordinados, prometiéndole una buena suma de dinero si cumplía a la perfección lo que yo le pidiera. Tras varias llamadas, puse rumbo de nuevo al aeropuerto acompañado de mis numerosos pensamientos. El sufrimiento que padecieron los míos serían subsanados y la venganza me sabían tan, tan dulce.

Nadie esperaría quién yo era realmente, pero cuando lo supieran, el suelo temblaría. Era hora de mover la siguiente ficha del tablero y eso significaba volver a Mistery Spell. Tenía unos cuantos trapos sucios que sacar a relucir de uno de los hermanos, algo que cuando el resto supiera, provocaría una desconfianza tal que dividiría al grupo de forma permanente. Los traidores nunca son bienvenidos y no importa a que raza pertenezcas.

Si ellos supieran, si ellos supieran de lo que era capaz ese maldito rubio, otro gallo cantaría. Pero claro, para ello eran necesarias las pruebas y yo, por fortuna tenía muchísimas. Mis hilos se alargaban de nuevo, llegando a cualquier rincón de cualquier persona. Me encantaba ser el guionista de la vida de todos, dibujando tormentas y muerte allá por donde mi mano pasara. ¿La muerte del anterior Alpha? Digamos que yo ayudé a que eso sucediera. Y no, no fue lo único.

Tanto dolor dejé a mi paso, que incluso dañé a una humana. Lástima que le quedase poco tiempo de vida.

The liberation of the beast(Is It Love?Nicolae parte IV)Where stories live. Discover now