CAPÍTULO 30

30 7 11
                                    

Suspiré pesadamente cuando vi la escena que habíamos dejado en aquella enorme mansión que, para mis adentros, admitía que su dueña tenía un gran gusto.

Como ente caprichoso, nunca me dejo algo que me gusta en el camino, sino que, sin importar las artimañas, era capaz de lograrlo todo. No miento si digo que tanto mi raza como mi posición me ayudaba enormemente, por lo que ser una vampira era lo mejor que podía ocurrirme.

Pero no todo eran ventajas. Habíamos descubierto un topo en la Organización y deseaba ponerle las garras encima en pleno acto de conspiración. Por lo menos, habíamos logrado tomar a Antonella bajo nuestro brazo para así tenerla controlada.

No era estúpida, debía de planearlo todo con cautela porque Víktor se escamaría por la nula presencia de su hermana. Pero entonces, justo cuando venía camino de hacerle una visita a esa loba bastarda, un soplo me llegó a mis oídos y en seguida supe que tenía la moneda con la que compraría a Antonella.

—Limpien este estropicio, yo me llevo a la señorita a su nueva casa de retiro espiritual.

—Contigo no hay ni un solo lugar que pueda considerarse como tal cosa—Me escupió sin poder mirarme a la cara. Tras contemplar el asesinato de su querida ama de llaves, Antonella había quedado como un alma desvalida que, aunque contestona, había sido doblegada por el dolor. Debía de tener paciencia, aunque deseaba colgarla de un árbol y desangrarla para convertirla en jabón y bañarme con sus malditos restos.

La tomé del rostro para que me mirase, ya que me incomodaba que me tratara con tal poco respeto. Cuando sus ojos atinaron de lleno a los míos, sonreí cínicamente.

—Tienes suerte de ser quien eres, porque entonces no sería Micaila la que estaría colgada en tu balcón. Te hubiera transformado en una bonita alfombra.

Comenzaba a cansarme de todo aquello. Con mi mente en la posibilidad de tener aquella casa bajo mi poder, tiré de las cadenas que ataban a mi nueva invitada. Era hora de echarse a la carretera para así volver a mi casa. A diferencia de ella, yo no vivía en pleno desierto, sino en una hermosa campiña francesa.

—Odio este asqueroso clima. No entiendo como disfrutas de este clima tan árido, querida.

—Porque soy de sangre caliente y porque sé admirar la belleza de la noche, no como otras criaturas que, a pesar de su eterno reloj de vida, prefieren ver la sangre correr o escuchar gritos de inocentes sufriendo.

Me reí a carcajadas ante semejante comentario. Admitía que su lado mordaz me divertía en su dosis moderada, pero ya me encontraba muy cansada y deseaba que esta conversación marchase para otro lado. Le ordené al conductor que se quedara junto con el resto de mis subordinados para así yo misma conducir hasta el aeropuerto.

Eran unas cuantas horas ya que donde vivía Antonella era una zona poco transitada. Por orden de su hermano, decidió vivir cerca del Exilio para poder ayudarle con mayor celeridad y porque así ellos podrían seguir manteniendo una relación cercana. Era algo extraño de ver y no comprendía esa necesidad de control que requerían el uno del otro. Quizás porque yo me había criado sin hermanos y porque nunca supe lo que era competir con un igual a mi lado.

Al dármelo todo en bandeja, estaba acostumbrada a no pelear por lo que deseaba, pero en cuanto mi padre dejó el cargo del Clan de los diez, supe que debía de darle un vuelco a mi vida. Me armé de valor y comencé a viajar para curtirme, me puse a prueba cientos de veces, adquirí más conocimientos de los que en toda mi vida había tenido. No solo entrené mi mente, sino que mi cuerpo ahora estaba blindado y protegido por pura fuerza y músculo.

Los Bartholy no tenían ninguna oportunidad conmigo. Y por todo lo que había sucedido además de por el dolor de haber sido rechazada, tomé la determinación de ver la figura de Drogo como un saco de boxeo al que golpear hasta la muerte. No deseaba más hombres en mi vida, ni a nadie que controlara mis pasos, sino que yo misma sería la encargada de llegar a lo más alto.

Incluso me quitaría a Víktor de encima.

Releí el mensaje que fue enviado por varios de mis investigadores privados. En él decía que habían avistado el cuerpo de uno de los nuestros completamente paralizado y pálido. El miedo se apoderó de mí al pensar qué demonios podía haber causado que un vampiro se hubiera quedado en tal estado.

Eché la vista al asiento trasero y comprobé que Antonella estaba durmiendo profundamente. Accioné el cristal que separaba la parte delantera del coche con la de atrás para así poder realizar una llamada con mayor comodidad de no ser escuchada.

—Lurline al habla. Veo que por fin te hemos encontrado.

—Corta el rollo, quiero saber más sobre el mensaje que he recibido. ¿Qué es eso de que uno de mis hombres está paralizado?

—Es precisamente eso, ni más ni menos. Ha sido no muy lejos de Mistery Spell, por lo que ya hemos desplegado a unos cuantos de los nuestros por la zona para investigar mejor. No sé si lo sabes, pero Víktor tiene planes de abrir un segundo Exilio.

Aquello me dejó muda, pero no era del todo poco esperado. Si algo me gustaba de Víktor y que tanto se parecía a mí, era en lo ambicioso. Nunca se contentará con poco, al igual que yo.

Pero aquello era un tema que trataría más adelante. Apreté los nudillos contra el volante y continué preguntando.

—Él es libre para hacer lo que quiera. Ahora me interesa lo de la parálisis. ¿habéis hecho alguna prueba para ver que ha pasado?

—Sí y no te va a gustar lo que tengo que decirte.

—Adelante—Le dije con el mayor acopio de seguridad que pude tener. Me acomodé lo mejor que pude y miré de nuevo a Antonella. Seguía durmiendo o al menos, era lo que parecía.

—No han detectado con exactitud lo que le ha ocasionado la parálisis, pero lo que si saben es que es irreversible. Va a quedarse en ese estado hasta que las fuerzas y la inanición se vayan de su cuerpo.

—Pero podemos suministrarle sangre para regenerar los daños.

—No funcionará, sus órganos están atrofiados por completo. Sus constantes son mínimas por lo que nada se puede hacer por él. Tendrá la más horrible de las muertes; completamente consciente, sin poder hablar y con el ansia de sangre corroyendo sus entrañas.

Necesitaba detener el coche, pero no era momento de flaquear. La línea quedó en silencio, pero podía escuchar a Lurline respirar al otro lado. Quizás supo que requería de mi tiempo para encajar una noticia así. No quería pensar en lo que implicaría un evento como éste.

Finalmente, Lurline me dijo algo antes de colgar, algo que me mantuvo con la mirada perdida durante todo el trayecto.

—No sé si eres consciente, pero algo así solo podría significar que alguien ha encontrado la forma de deshacerse de los vampiros. Como mujer lobo, puedo asegurarte de que algo ha tenido que ver uno de los nuestros, pues encontramos un cabello cuyo olor podía reconocer como de mi propia especie. No sé quiénes conspiran contra nosotros, pero está claro que no nos temen, pues han atacado a los que más arriba están en la cadena de poder. Yo de ti, vigilaba mis espaldas.

Y eso haría, el problema era, ¿De quién?

The liberation of the beast(Is It Love?Nicolae parte IV)Where stories live. Discover now