CAPÍTULO 68

14 5 2
                                    


No había pegado ni un maldito ojo

Hoppla! Dieses Bild entspricht nicht unseren inhaltlichen Richtlinien. Um mit dem Veröffentlichen fortfahren zu können, entferne es bitte oder lade ein anderes Bild hoch.

No había pegado ni un maldito ojo. La ira hervía en mis venas desde que finalizó el ritual de Betty y son solo pensar dónde se encontraba mi madre, hacía que deseara destrozar el lugar donde había sido encerrada. Había algo extraño en la confesión de mi padre; mi madre especificó que se encontraba mal y que se acostó justo después de abrirme la puerta. Si no recuerdo mal, una mujer del servicio fue la que se encargó de servirlo, por lo que cabía la posibilidad de que ella fuera la causante de la muerte. Aunque todos estaban a favor del antiguo Alpha, la realidad en el interior de cada corazón era bien distinta. Las mujeres eran las que peor parte se llevaban, por lo que no era descabellado pensar en pretender eliminar de raíz el mal y, por si acaso, acabar conmigo también para evitar que tuviera las ideas de mi progenitor.

Una vez más se me presentaba el mismo problema; el miedo del pueblo podía favorecer a cometer atrocidades para así lograr la libertad. Y ahora que volvía a mi puesto, iba a luchar hasta las últimas consecuencias para lograr forjar una sociedad libre que pudiera prosperar.

Ya era por la mañana y hacía bien poco que había amanecido. Todos y cada uno de los habitantes, se habían despertado y comenzado a acudir a sus puestos de trabajo como bien hacía cada día. Nadie diría que algo extraño sucedió anoche, pues se respiraba completa normalidad. Decidí caminar para inspeccionar el pueblo. Cada persona que se tropezaba conmigo me dedicaba una reverencia, aunque tuviera prisa; cómo decirles que no era necesaria tal cortesía.

De mi antigua cabaña salía Ludwig, con unas enormes ojeras bajo sus ojos y el pelo alborotado. Aún vivía allí pues anoche fue su destitución y todavía tenía que recoger sus cosas para volverse a mudar a su anterior pueblo. Me apenaba enormemente porque hizo un gran esfuerzo para llegar hasta acá e incluso apoyó a todos y cada uno de nosotros para hacernos sentir mejor con la muerte de mi padre. Si no hubiera sido por su tozudez, yo no hubiera podido volver a casa.

Decidí acercarme.

—Buenos días su alteza. En breve recogeré todo y me marcharé. Su prometida ya se encuentra perfectamente instalada.

—No vengo a hablar acerca de tu marcha. Sé que en tu pueblo no te encuentras a gusto—Le dije. Pero él pareció no importarle, teniendo la idea clara que tenía que marcharse. Saqué la artillería pesada.

—Sabes que tu pueblo prefiere a tu hermano en vez de a ti. Posees una sensibilidad que a los más extremistas no les gusta demasiado. Tu hermano es más sanguinario, más violento y por ello tu pueblo se siente mejor con él. No hay quien le tosa la nuca a ese tío.

—Lo sé y siempre supe que él heredaría el trono, pero quiero cambiar las cosas. Deseo demostrar al pueblo que a pesar de tener ambos la misma cara, yo poseo mejores cualidades. Quiero que vean el progreso, que lo sientan en su piel, el verdadero progreso y libertad. No sé cómo lo lograré, pero ten por seguro que lo haré.

—Para eso requieres aprender y yo puedo enseñarte grandes cosas. Te dejaré marchar, pero cuando te encuentres preparado para darle en las narices a tu hermano. Requiero de una mano que me ayude; no solo requiero solucionar lo de mi madre sino también los asesinatos de los hombres que aparecieron cerca de nuestro territorio. Debemos identificarlos.

Pareció sorprenderse por mi invitación y aunque no me dijo exactamente lo que había decidido, me sonrió y me dijo que en unas horas podríamos reunirnos para conversar acerca de todo ello. Le agradecí de nuevo y me marché, pero entonces recordé que debía de llevar a Betty de nuevo a casa de los Bartholy, pues su propio hogar no era seguro.

Detuve a Ludwig, pidiéndole acceder a la vivienda para ir a por Betty. Toqué la puerta de su dormitorio por varias veces, pero nadie contestó. Había un enorme silencio, pero la puerta estaba trabada por un pestillo, así que debía de encontrarse seguro en su interior. No había puertas que dieran al exterior y las ventanas disponían de unas rejas de seguridad por las que nadie podía entrar o salir.

Beth se despertó ante el escándalo, preguntando lo que pasaba.

—Betty no contesta. Necesito saber desde cuando no la veis o habláis con ella.

—Yo me despedí de ella en la noche antes de dormir. Durante la madrugada escuché pasos por la cocina, así que quizás fue a tomar algo antes de volver a la cama. También podía haber sido Ludwig.

—No Beth, tras la invocación me encerré en mi habitación y tomé pastillas para dormir. No me hubiera despertado ni, aunque una bomba me hubiera caído encima. Lo que escuchaste ayer seguramente fue a Betty.

La idea de que algo le hubiera pasado, rondó por mi mente. La advertencia de mi padre acerca de que le quedaba poco tiempo de vida, aumentó la alarma que sentía en aquel preciso momento. Debía de ser un error...debía de simplemente estar dormida.

Ludwig se unió a mí en cuanto a patear la puerta. Los materiales que usábamos para construir todas nuestras casas, eran robustos y no se quebraban con facilidad, por lo que requeríamos de toda la fuerza que disponíamos. La puerta empezó a ceder tras unos cuantos intentos, pero no pudimos tumbarla hasta que Beth arremetió contra ella. ambos nos quedamos perplejos y ella se limitó a sonreír con timidez.

Los tres pasamos al interior, comenzando a oler algo que nos preocupó. Conforme más nos acercábamos a los pies de la cama, mayor era la sospecha. Y cuando la vimos tendida en el suelo, el tiempo pareció detenerse.

Betty yacía en el suelo, con su teléfono en la mano y un clavo atravesándole la cabeza. Ese olor que comenzábamos a oler era su sangre, la cual seguía saliendo lentamente de su cráneo. Beth se mareó, por lo que Ludwig la sacó fuera para que no viera más de ese horrible espectáculo. Mi corazón se me hizo más pequeño, ¿Cómo había sucedido tal cosa? ¿Cómo era posible un fallo tan peligroso como éste? Tomé la determinación de que buscaría a los responsables de la obra de renovación de la cabaña, ya que debían de pagar por su negligencia. Tapé a Betty con la sábana de su cama, tomando su teléfono entre las manos para revisar lo último que ella estuvo haciendo antes de morir. Encontré varios mensajes los cuales me indicaban que iba a reunirse con su amiga Shurna para ir a un refugio de brujas cercano. Pensé en los Bartholy y compañía; probablemente en la mañana, ella marcharía a la mansión para comunicárselo y que todos la acompañaran.

Si algo grave estaba sucediendo, era mi responsabilidad interceder. Betty había hecho muchas cosas por los míos, así que sin duda yo haría lo mismo. Salí al exterior para comunicarle a Ludwig que debía de marcharme para solucionar unos asuntos importantes. Le recalqué la importancia de que no le dijera a nadie acerca de la muerte de Betty; que se intentara lo que fuera para que no cundiera el pánico.

Una vez todo fue dicho, no esperé mucho más y comencé a correr a través del bosque. Si el tiempo estaba contado con cuentagotas, no desperdiciaría ni un solo segundo. Por la hora, esperaba que todos se encontraran en casa, pues no tenía idea de cuanta gente podría estar en peligro. Aquel refugio era de los pocos que había ocultos en el mundo, un pequeño remanso de paz donde muchas brujas nacían y se curtían en el arte de la magia y la medicina. Betty ya no formaba parte de ese grupo y por ello, debíamos de proteger a las pocas que aún quedaban. Pues eran nuestra esperanza y una de nuestras mejores bazas para lograr que el mundo, tanto sobrenatural como humano, se encontrara equilibrado en la balanza.

The liberation of the beast(Is It Love?Nicolae parte IV)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt