La sangre brotaba por cada rincón de aquel extraño lugar donde todos perecíamos.El temor de desaparecer del mundo sin poder defender a los míos, me hacía sangrar aun más de lo que ya de por sí lo hacía.
Nuestro líder Sebastián había sido llevado a l...
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Era terrorífico, aquel espectáculo dantesco se extendía más allá de mis ojos e intentaba cerrarlos para evitar el dolor de ver a todas aquellas mujeres agonizantes. Yo era una de las supervivientes, de las pocas que, a pesar de todo, seguía respirando.
No estaba embarazada, sino que era una de las que atendía los tantos partos que, en esta época del año, muchas mujeres de mi especie sufrían por causa de las épocas de celo. No habíamos muchos como yo que entendieran de medicina, pero daba gracias al cielo que muchos de los nuestros cada vez se interesaban más por esa ciencia que nos salvaría la vida a muchos de nosotros.
Pero fui el blanco fácil, aunque fui inteligente y me hice la muerta cuando una bala impactó contra mi muslo. Me ayudé de la sangre que brotaba profusamente de la herida abierta para extenderla por mi torso para hacerles pensar que estaba muerta.
Daba gracias a que no había vampiros Originales que podían saber si estábamos o no muertos con mayor facilidad sino simples esbirros mandados a hacer el trabajo sucio.
Lo peor estaría por llegar para aquellos que fueron enviados al Exilio o a algún lugar que era manejado por los mismos que lo hacían en ese funesto lugar. Si no deteníamos a todos ellos, con el paso de los años se adueñarían de todo, incluyendo la vida de los humanos.
Porque no todos los humanos lo eran completamente, sino que nacían con particularidades que otros no tenían. De hecho, muchos de ellos ni siquiera sabían que alguno de sus progenitores no era un humano, sino una criatura sobrenatural. En muchos de esos casos, la persona no desarrollaba las características físicas de dicha criatura, pero quizás si alguna de sus capacidades súper desarrolladas, pensando toda su existencia que quizás era una "simple anomalía genética"
Pero había mucha tela que cortar, mucha historia que contar y que, por desgracia, estaba teñida de sangre. La sangre de mi gente que agonizaba, la sangre de muchos que, aunque no fueran de mi especie, estaban en la misma situación que nosotros.
Muchos que, a pesar de no ser de mi familia, mi corazón los tenía como tal.
Y aunque la vida se me escapara entre los dedos, iba a luchar por ellos.
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