CAPÍTULO 41

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Claudette se había marchado para el bien de mi salud mental

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Claudette se había marchado para el bien de mi salud mental. La necesidad de abrir su cráneo para hacerme un bonito cuadro con sus sesos, crecía más y más, amenazando con convertirme en una loba si la tensión me seguía aumentando. No conocía su casa, pero sí a ella misma; siempre se me dio bien calar a la gente y por ello, mi hermano confiaba en mi criterio. Por lo que sabía, nos encontrábamos en su mansión de Rocamadour, muy lejos de mi residencia. Por la zona que ella había elegido, estaba parcialmente lejos de la gente, pero no tanto como para estar incomunicados. Por mucho que ella se mostrase como alguien autosuficiente y nada cobarde, la realidad era otra bien distinta.

Su necesidad de tener todo bajo control y tener una puerta de emergencia, le daba la calma que ella necesitaba en su pedestal de oro y diamantes. Pero las criaturas como ella, finalmente encuentran un castigo peor que la muerte: la profunda soledad y lo que con ella conlleva. La visita de Shurna me había preocupado, pero me dio una alerta que me dio que pensar. Fue justo antes de ser traída aquí, un día normal como otro cualquiera. Micaila seguía viva y no parecía que días después fuera a pasar lo que mis ojos presenciaron.

Apareció con la misma ropa anticuada que siempre, dejándome un tanto preocupada, pues, aunque fuera uno de los miembros del clan de los diez, era la que más callada y al margen estaba. Lo curioso es que, a pesar de ello, Víktor le tenía una gran estima, casi como la conociera de siempre. El caso es que siempre tuve esa sensación al igual que él, como si fuera una mano confiable a la que agarrarme en caso de necesitar apoyo.

—Parece que viste a un fantasma. Sé que soy un tanto vieja, pero no es para tanto—Me contestó fingiendo sentirse ofendida. Le pedí que pasara con una sonrisa, disculpándome por la reacción que había tenido en su presencia.

—Oh vamos, no es necesario tanto formalismo. Tómate esto como una visita normal y corriente.

—No sé por qué, pero algo me dice que no lo es.

Aquella respuesta la hizo sonreír orgullosa, quedándome aún más perpleja que antes. Su silencio podría ser incómodo, pero de la forma que me miraba era tan maternal que no podría molestarme. La edad pasa factura a todas las criaturas, incluso las que no envejecen, por lo que es un tanto típico actuar de modo extraño. Le resté importancia, sentándonos en mi salón de té para disfrutar del jardín gracias a las enormes cristaleras que daban al exterior. Pastelito correteaba siendo perseguida por Micaila, pues le tocaba ser cepillada y eso la ponía de un humor un tanto horrible.

Aquello nos hizo esperar un poco para que preparara y sirviera el té, pero Shurna no tuvo ni una sola queja de ello. Fue paciente y silenciosa, mirando al exterior como si llevara tiempo sin poder sentir la contemplación en calma de algo. Esa sensación podía sentirla en épocas en las que el trabajo me sepultaba y el mirar sentada un simple cactus, hacían brotar mis lágrimas. Era curioso sentir como la calma venía a mí al observar la sencillez de las plantas y, al analizar a Shurna, pude ver esa misma expresión de mí en ella.

The liberation of the beast(Is It Love?Nicolae parte IV)Where stories live. Discover now