LXXIV

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𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1880 — 𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨

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𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1880 — 𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨

Aquel alboroto, posiblemente hubiera terminado mal si es que las personas presentes no estuvieran conscientes del lugar donde estaban. Si no lo hubieran recordado.

Decir que Ivonne Dhollen estaba harta de lo que su hermana las había hecho pasar era poco, toda su estrategia y la de su abogado podía desarmarse por su culpa, y no podía permitirse eso.

Lauren seguía igual que hace varios minutos, sin moverse mirando al frente. Sabía que simplemente su cuerpo se había bloqueado y que para eso no había mucho remedio más que esperar que se le pase y ya. Aunque de todas formas, era un mal momento.

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Las personas que se habían levantado, los del lado del estrado de Lauren, se volvieron a sentar, aún con el enojo atrapado en el corazón porque la ofensa no sólo la sintieron en contra de Lauren, sino en contra de todos.

Después de que el juez se haya tomado tanto tiempo para establecer orden de nuevo, las cosas de alguna manera bajaron su intensidad, y a pesar de que a partir de ese momento no había un silencio absoluto, al menos la bulla era increíblemente menor que antes.

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Fue así como entonces, se llamaron a los testigos. En esa ocasión empezando por los de las Dhollen, que por más increíble que llegue a sonar, si los tenían.

Eran dos personas, que también estaban sentadas en el lado del estrado de la misma. Uno, aquel hombre pretendiente de Romina Dhollen que Lauren alguna vez tuvo la oportunidad de ver, y el otro testigo una mujer que nunca en su vida había visto, pero que parecía ser una íntima amiga.

Primero declaró aquel señor, diciendo que era imposible que unas señoras tan finas y de una reputación tan pesada como las Dhollen cometieran tales cosas sin una razón en especial. Que era obvio y lo más sensato proteger a Lauren haciendo esas cosas, y que era una lástima que la muchacha se victimizara de esa manera, cuando ni entendía bien las cosas, porque era una sirvienta, sin educación

"¿Por qué se estaba defendiendo, sabiendo la posición que tenía en la ciudad?" Fue su argumento principal.

Quien saltó a intervenir fue el consejero, que como defensa y compañía tenía derecho a preguntar algo al testigo si lo deseaba. Y se notaba que obviamente el joven Dylan se estaba indignando con cada estupidez que soltaba aquel hombre.

Con todos los estudios que tenía el joven Dylan, le terminó recitando en la cara media constitución política. Recriminando, que así como cualquiera, Lauren seguía teniendo derechos, que las limitaciones de sus privilegios civiles, no invalidan en ningún sentido que se hayan violado aspectos de su dignidad ni libertad. Así entonces le preguntó, en que estaba basando su declaración, si no había nada que pruebe que las mujeres hicieron todo por el supuesto bien de Lauren.

❛¹❜⸙ 𝐂𝐑𝐎𝐖𝐍 | 𝔗𝔥𝔬𝔪𝔞𝔰 𝔅𝔯𝔬𝔡𝔦𝔢-𝔖𝔞𝔫𝔤𝔰𝔱𝔢𝔯 (✓)Where stories live. Discover now