LVII

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𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1880— 𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨

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𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1880— 𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨

El hombre, logró calmar aquel ataque de tos, lo volvieron a acostar para que descanse y que no haga ningún esfuerzo en hacer nada, ni siquiera hablar. Aún así el hombre insistía en que necesitaba decir algo, pero el Duque y casi todos le decían que no tenía por qué, que mejor descanse, que ya había sido suficiente y nadie quería que se debilite.

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—No, por favor. No he terminado de hablar, déjenme terminar de hablar—dijo el anciano, sacando fuerzas de donde aparentemente no le quedaban

El Duque se negó, más aún al ver que el hombre se había debilitado incluso más después de aquel percance, le insistieron, porque no podía seguir hablando tanto, se estaba esforzando demasiado, y en lo que le quedaba, debía de estar tranquilo, debía de estar en paz y en descanso. Ya había dicho mucho, y sus palabras también significaron mucho. Nadie quería que el hombre se sobre exija.

Vladimir Gees, rendido aceptó la petición. Sin fuerzas para querer seguir insistiendo, y resignado ya que a pesar de que aún sentía que debía decir muchísimas cosas más, que el tiempo se le acababa y que debía hablar, su cuerpo no se lo iba a permitir, y que así como se lo habían dicho no podía arriesgarse a esforzarse más de la cuenta en el estado en el que estaba.

Así, solo quedó recostado en su cama, mirando al techo de su habitación débilmente, cubierto y abrigado. Con todo acomodado para que este lo más cómodo posible. Y con las personas mas importantes de su vida en su habitación, cerca a su cama, o en el resto de la misma.

Lo acompañaron, en silencio. Mirando atentamente si es que su comodidad en la cama se alteraba, o si necesitaba algo.

El dolor que había en la habitación, completamente emocional cargaba el ambiente. Algunos podían soportarlo de una mejor manera, y otros simplemente no podían hacerlo.

Gerard, por ejemplo, no podía hacerlo. Lloraba cada vez más y más, pero lo hacía en silencio. Perder a su mentor, a su amigo de toda la vida, era lo más hiriente que viviría alguna vez, la luz de Gerard, se estaba apagando, y parte de la misma se iría también, porque cuando el anciano parta, una parte de Gerard, y de todos, se iría con él también.

Lauren estaba al lado de Gerard. Y eso la hacía notar muchas cosas que tal vez otros no llegaban a ver. Como que traía los ojos tremendamente hinchados, y que su mano temblaba mucho. La muchacha obligando a su cuerpo con todas sus fuerzas, levantó un brazo y colocó su mano en la espalda del hombre, dándole apoyo y algo de consuelo. Resistiendo el rechazo propio de su cuerpo, el netamente físico, que no quería tocar gente.

Gerard pudo reducir la intensidad de su llanto gracias a eso. Lauren disimuló también sus lágrimas, para seguir consolando al hombre a pesar de que ninguno estaba hablando.

❛¹❜⸙ 𝐂𝐑𝐎𝐖𝐍 | 𝔗𝔥𝔬𝔪𝔞𝔰 𝔅𝔯𝔬𝔡𝔦𝔢-𝔖𝔞𝔫𝔤𝔰𝔱𝔢𝔯 (✓)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora