❛¹❜⸙ 𝐂𝐑𝐎𝐖𝐍 | 𝔗𝔥𝔬𝔪𝔞𝔰 𝔅𝔯𝔬𝔡𝔦𝔢-𝔖𝔞𝔫𝔤𝔰𝔱𝔢𝔯 (✓)

VII

𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1880 —𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨

    Al salir de la oficina, ambos caminaron por los grandes pasillos de la biblioteca, a un ritmo bastante tranquilo, debido a la lentitud con la que tenía que caminar Vladimir por su leve renguera.

    Pasaron por uno de los pasillos, que contenía en su mayoría grandes clásicos de la literatura y novelas famosas de los renombrados escritores al rededor del mundo.

    —¿Recuerdas cuando leíste Moby Dick? —Preguntó el hombre de repente. —Fue el primer libro que leíste al venir aquí, el primero que te presté y con el que te conocí. —Dijo, mientras una risa con añoranza salía producto del recuerdo. —Tenías 12 años, viniste y te acercaste al mostrador preguntando que de interesante teníamos para leer. Gerard se acuerda perfectamente cómo fue él el que te ofreció un libro de cuentos infantiles, justo como el que ahora estás buscando para tu amiga, y tu simplemente preguntaste si había otra cosa. —Le contaba el hombre, mientras ambos seguían en su camino por la biblioteca.

    Lauren asintió.

    —Lo recuerdo muy bien, así es. —Contestó la muchacha.

    —También recuerdo que entonces  yo estaba precisamente en este pasillo. —Continuó el hombre, dando unos golpecitos en el suelo con su bastón al mencionar la frase mientras seguían caminando. —Y apareciste, me pregunté qué hacías aquí, que de seguro te habías confundido de pasillo buscando la zona de niños. Te pregunté eso, y te enojaste conmigo. —Empezó a reírse el hombre. —Entonces, viste en uno de estos estantes, Moby Dick, y me pediste que te lo alcance. Me sorprendió mucho, más aún cuando después te fuiste casi corriendo a la zona de lectura, y empezaste a leer el libro con un interés que nunca antes había visto. —Le seguía contando el hombre, mientras la muchacha lo escuchaba con gran atención. —Después de unos minutos decidí acercarme, fui a la mesa donde estabas leyendo, bien sentada, bastante erguida, me presenté, te dije mi nombre y tu me dijiste el tuyo, te extendí una mano para saludarte propiamente y me dijiste que no te gustaba tocar a la gente, ni que la gente te toque. Te pregunté de dónde venías, me dijiste que eras la nueva sirvienta de las Dhollen, quise saber quiénes eran tus padres, pero no me dijiste nada. Te hice preguntas sobre tu vida, y las evadiste todas. —Habló y soltó un leve suspiro el anciano. —Y así te conocí, así me conociste. Sé que te he contado miles de veces esta historia, y sé que la recuerdas muy bien porque tú también la viviste desde tu punto de vista. Pero este anciano no puede hacer más que refugiarse en las emociones que provocan una memoria, ya estoy viejo, me vuelvo más sensible.

    —No pasa nada, siempre me gusta escuchar. —Le dijo Lauren con total sinceridad, provocando sin querer una nostálgica sonrisa en el rostro del Bibliotecario.

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    Por las palabras del hombre, el tiempo por el que pasaban por el interminable pasillo pareció no pasar. Llegando a la zona de la biblioteca donde se encontraba el libro que estaban buscando, un poco más rápido de lo esperado.