XIII

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𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1880 —𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨

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𝐋𝐨𝐧𝐝𝐫𝐞𝐬, 1880 —𝐈𝐧𝐠𝐥𝐚𝐭𝐞𝐫𝐫𝐚, 𝐑𝐞𝐢𝐧𝐨 𝐔𝐧𝐢𝐝𝐨

    —Ya pasó, estoy bien. —Habló la muchacha, en un tono bastante neutro.

    —Que bueno señorita Lauren, ese niño malcriado se merecía más que solo un puñetazo. —Contestó Gerard Minsky. —¿Ya se enteró que lo van a mandar a Irlanda? —Preguntó tomando otra rosquilla de su bolsa para comerla.

    La muchacha asintió.

    —Las noticias y rumores corren rápido por esta ciudad. —Acotó Vladimir Gees. —por eso pudimos enterarnos de todo también. —Se encogió de hombros. —En este caso, el hecho de que lo estén mandando fuera del país, ha sido una buena noticia para todos, menos él. La muchacha que trabajaba en la cosa donde solía vivir con sus padres recibía acoso también, e independientemente si consideras lo que hiciste algo bueno o malo, terminó de inspirar a esa niña para que también hable, y renuncie.—Habló el hombre. —Es difícil entender como ese muchacho pudo haberse comportado así, considerando la gran educación que le han dado sus padres. Pero quiero que sepas, que nada de lo que hiciste merece ser juzgado como malo, porque no lo fue.

    —Así es señorita, y si en su casa las brujas esas se atrevieron a decirle algo, están muy equivocadas. —Volvió a hablar el asistente del hombre.

    Vladimir Gees pareció darse cuenta de algo al escuchar al hombre a su costado. Quedándose en silencio unos segundos.

    —Hija. —Hizo una pausa —¿Todo estuvo bien con tus patronas después de todo este incidente? —Preguntó apoyándose mejor en su bastón.

    Lauren quedó en silencio y solo terminó asintiendo.

    —¿No te dijeron nada?—Volvió a inquirir el anciano, bastante extrañado de que las Dhollen no hayan tenido una reacción dramática.

—Unos cuantos regaños, nada más. No fue grave. —Contestó la muchacha.

    Le daba mucha pena tener a ambos hombres al frente, preocupados por lo que le había pasado, hablándole de la manera más amigable posible, y no poder contarles nada, no debía hacerlo, a la edad que tenía Vladimir Gees no podía decirle la verdad, su reacción sería incierta, y era la persona a la que menos quería meter en sus problemas.

    El anciano era muy inteligente, era mucho más difícil poder engañarlo, y aún así tuvo que hacerlo. Al verlo recordaba todas las veces que le había regalado los libros, el cariño con el que lo había hecho, haciéndole mucho más difícil de tener que mirarlo frente a frente sin que esa sensación horrible en su pecho la domine por completo.

❛¹❜⸙ 𝐂𝐑𝐎𝐖𝐍 | 𝔗𝔥𝔬𝔪𝔞𝔰 𝔅𝔯𝔬𝔡𝔦𝔢-𝔖𝔞𝔫𝔤𝔰𝔱𝔢𝔯 (✓)Where stories live. Discover now