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Mi mente me hacía sentir tan nula y mi cuerpo parecía una estatua en su posición, tal vez seguía respirando, pero no me sentía viva. Llevaba mirando a la pared por bastante tiempo y sin pronunciar absolutamente nada. Pero mi corazón se sentía tan pesado ahora, y a pesar de que se había logrado calmar un poco gracias al sedante que me inyectaron, la sensación de que se detuviera en cualquier momento seguía circulando por mis pensamientos. Y estaba esperando por ese momento.

Todavía no podía creer en ninguna palabra que me había dicho Jungkook, no era cierto, era absurdo.

—Llévame a verlo.

—No creo que sea...

—¡Llévame a verlo! ¡¿Qué te cuesta?! —grité recostada en la cama —Quiero verlo —rogué con debilidad —Necesito verlo.

Tras un suspiro sin estar totalmente convencido, me llevó hasta Hoseok, fue necesario tomar la silla de ruedas que se encontraba en la habitación porque Jungkook dijo que mi cuerpo dolería si empezaba a caminar, pero lo que no sabía, era que este malestar corporal que tenía no se lograba sentir con el que sentía a causa de Hoseok.

Estaba frente a dos puertas con pequeñas ventanas circulares que dejaban ver un poco de lo que había más allá, me levanté con mis temblorosos dedos jugando entre sí y atravesé sola aquellas puertas, quedándome nuevamente estática por lo que mis ojos comenzaron a ver.

—¿Por qué no abres los ojos? Está bien, no hay nadie más aquí.

No soportaba el hecho de tener que verlo así, acostado con sus ojos cerrados y piel exageradamente pálida, sus labios morados y secos, junto a su inmóvil pecho que daría lo que fuera porque volviera a recobrar su movimiento habitual.

—Hoseok, dime algo, tú no eres de estar callado —continué entre el llanto, sintiendo como con cada lágrima el dolor se intensificaba de manera abrumadora.

Me acerqué hasta tomar su mano entre la mías que aún no paraban de temblar, tomándome el tiempo de observarla por segundos hasta que bajé mi rostro para acercarla a mi frente.

No me rendí en hablarle, así que seguí diciéndole más cosas, una de ellas era que si no despertaba nada volvería a ser lo mismo, noona estaría muy triste sin su presencia alrededor, vivirá extrañando cada pequeño detalle característico de él, simplemente nada tendría sentido.

—Aún no haz hecho el festival de navidad de la escuela. ¿Y te acuerdas cuando me pediste que te llevara a la nueva juguetería cerca del parque? Querías entrar a la casa de terror en tu cumpleaños solo porque a Taehyung le gusta... Hay tantas cosas que querías hacer.

Junté su frente con la mía dejando más lágrimas caer allí, sin siquiera pasarme por la cabeza el hecho de soltar su pequeña mano. Hoseok estaba frío, pero aún así no quería separarme de su cuerpo, incluso me aterraba, solo quería que me dijera algo.

Pero él no me hacía caso, nunca lo hizo, así que me vi obligada a abandonar la habitación siendo tomada por las manos de Jungkook, Yoongi y Namjoon cuando los doctores dijeron que ya era hora de que se lo llevaran de allí.

Y ver como se cerraban las puertas a la par dándome una última imagen de Hoseok mientras gritaba porque me soltaran, fue lo más desgarrador y horrible que he llegado a experimentar.

—Él no está muerto —traté de aclarar, observando el suelo como si lo estuviese analizando.

—Seoyeon —Namjoon quiso replicar, pero no se lo permití.

—¡No lo está! —lo miré con un serio semblante, hasta que luego se transformó en una mueca debido a un sollozo —No digas nada que me haga sentir peor, por favor.  Es lo menos que necesito, Namjoon —supliqué con mis ojos llorosos —No puedo aceptarlo.

It's Always YouWhere stories live. Discover now