It's Always You

#44

En tres días no pude dormir bien, me dejé consumir totalmente por el pasado llevándome a recordar muchos de los momentos que viví junto a Hoseok, podría hacer incluso miles de libros y películas con ellos.

Con Hoseok pasé lo mejor y lo peor, siempre estuvo ahí a mi lado y yo del suyo, era la primera persona que veía al despertar y la última antes de irme a dormir. Y gracias a la ausencia de mi madre, podría decir que yo misma lo críe. Pero ahora eso hacía que mi llanto no parara y fuera tan desgarrador que con cada sollozo mi garganta ardiera.

Y por si fuera poco, ya Taehyung se había enterado que no vería a su hermano nunca más, cosa que no pude soportar y por lo tanto duré un día entero encerrada en mi baño, llorando, callada y tirada en el suelo como si estuviese desangrada.

Fue mi madre quien tuvo las fuerzas de decírselo, porque sería mucha mentira que hubiese sido yo, ni siquiera podía imaginarme el hecho de acercarme a Taehyung para decirle tal cosa, no quería hacerlo llorar de esa manera ni mucho menos por ese motivo.

—¿Que Hoseok ya no estará más con nosotros? —preguntó con inocencia ladeando levemente su cabeza, mientras mi madre batallaba por no tirarse al suelo a llorar. Pero yo sabía que Taehyung en parte fingía aquella actitud, él sabía a donde iban con lo que le decían, solo que, al igual que yo, no quería aceptarlo.

—No pudieron curarlo porque... atrapó un resfriado y...

La escuché sorber su nariz desde la sala, algo que me molestaba era que había escogido el momento en que yo estaba presente para decirlo, ambos estaban en el comedor, así que les daba la espalda, pero aún así, no podía estar más tiempo allí, no quería ver como Taehyung lloraba, porque eso solo lo haría todo más complicado.

Me levanté y dirigí a pasos rápidos a mi habitación, deteniéndome justo en la puerta por el llamado de Taehyung, cuando lo volteé a ver sus ojos estaban aguados al igual que los míos, y lo único que pude hacer fue cerrar la puerta para encerrarme en el baño.

Incluso hasta ahora, me parecía ilógico que haya atrapado un resfriado en aquella habitación donde se suponía que estaría para evitar cualquier virus, pero al parecer el cuerpo de Hoseok era increíblemente débil contra esta enfermedad, y al tener muerta todas sus defensas por prepararse para recibir mi médula, no hubo nada que pudiera salvarlo contra un simple resfriado. Fue todo tan inesperado que aún sigo en completo shock.

En el funeral, fue tan difícil asimilarlo todo, ver aquella foto de Hoseok rodeado de un montón de coronas de flores ardía de una manera indescriptible. Jamás me imaginé asistiendo al funeral de alguno de mis hermanos, todo debía ser al revés, yo era la que debería estar en esa foto, no Hoseok.

Siempre estuve callada y sentada sobre mis piernas dobladas frente a su retrato, nunca respondí a las palabras que me decían los demás, hasta que finalmente escuchaba que ya habían pasado alrededor de 12 horas desde que llegamos a la funeraria.

Los demás trataban de consolarme, pero era irónico que ellos no pararan de llorar tampoco, así que no le encontraba propósito a sus caricias en mi espalda cuando todos sabíamos perfectamente lo mal que estábamos.

Taehyung observó el retrato de Hoseok por mucho tiempo también, lo miraba con tanto amor pero dolor a la vez, sin poder creer en donde estaba y por quien. Ver a la persona con quien compartiste y aprendiste tantas cosas siendo el personaje principal de una funeraria nunca sería fácil. Hoseok siempre fue su compañero favorito, con el que pasó toda su infancia haciendo travesuras inocentes, yendo a la escuela y ayudándose en las tareas. Taehyung siempre supo que más que un hermano, era su mejor amigo y alma gemela.

Cuando llegó después el día del entierro, menos podía creerlo, duré horas en la ducha mirando a las baldosas de mi pared mientras el agua impactaba contra mi espalda, hasta que me percaté de que estaba a una temperatura bastante alta que me hizo gemir de dolor hasta cerrarla.