#69

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Eran pasadas las 3 de la mañana cuando me encontraba acostada al lado de Jungkook de frente a frente, sus ojos examinaban atentamente cada extremo de mi rostro con sus dedos descendiendo por todo el costado de mi brazo descubierto.

Ninguno habíamos sacado tema de conversación a pesar de que lleváramos un buen rato así, pero no veía necesidad de palabras cuando esto, solo esto, hacía más que bastar.

Pero yo odiaba sus caricias, las odiaba demasiado por el hecho de lo bien que me hacían sentir, porque no sabía cómo rechazarlas ni muchos menos apartarlas, y esa batalla interna conmigo misma me estaba debilitando lentamente.

Sabía que Jungkook traía consigo sus defectos, pero mucho menos que yo, y por muy enojada que pudiera llegar a estar con él, no me atrevería a decir que era lo peor que se me había cruzado en el camino o que deseara que no verlo nunca jamás, y esperaba que el pensara lo mismo de mí incluyendo los pedazos rotos e imperfectos con los que venía hecha.

Dije que quería alejarlo para evitar que lidiara con insólitos problemas ajenos, pero a la vez parecía ser un fundamento, alguien que necesitaba para evitar estar en la última posición que quería, sola. De alguna forma sentía que Jungkook me comprendía con facilidad y su presencia realmente no era sinónimo de molestia.

—¿Hablaste en serio cuando estábamos abajo? —pregunté.

—Siempre hablo en serio cuando se trata de ti.

—Aún así no entiendo porque querrías seguir con esto —confesé —No quisiera hacerte perder el tiempo —proseguí en tono bajo y desanimado.

—¿Quieres saber porqué quiero estar contigo? —asentí con curiosidad —Porque estás rota, y no quiero que sientas que eres un problema.

—Tienes razón, lo estoy, pero sí soy un problema —Jungkook soltó una risita en modo de burla —Estoy hablando en serio, Jungkook.

—Tengo que decirte algo al oído, ven acá —me hizo señas con su cabeza y eso hice, acercándome lo suficiente como para poder engañarme.

Nuestras narices estaban al lado de la otra a la vez que nuestros labios unidos entre sí, una de sus manos ocupaba un lado de mi rostro y estuvimos inmóviles por unos segundos. Yo sin reclamar, él sin continuar.

Después se posicionó encima de mí sin separar nuestro contacto y comenzó a guiarme en el movimiento de nuestros labios, íbamos entre lo apresurado y despacio, y estaba a punto de detenerlo subiendo mi mano hasta su rostro, pero la suya tomó acción mucho antes para entrelazarla con la mía y darle un apretón.

Encontrar la manera de deshacerme del momento fue complicado por mi incapacidad de pensar con claridad, aparte de que los besos que empezó a dejar por mis mejillas me bloquearon más de lo que llegué a imaginar. Mi mano después me terminó haciendo una mala jugada cuando subió hasta su nuca para acariciarla, creando también así un beso más profundo que el anterior.

Sus labios se alejaron de los míos lentamente y creí que era parte del vaivén, pero al no sentir más contacto me quedé con los míos ligeramente extendidos mientras mantenía mis ojos cerrados.

—¿De qué te ríes? —me hice la enojada, tratando de ocultar la vergüenza que se me presentaba por su culpa.

—Eso era lo que tenía que decir, ¿quieres más? —preguntó con diversión.

—No —me hice la orgullosa y acomodé dándole la espalda.

—No creí que lo fuera a arreglar con un beso, pero estaba funcionando —habló sorprendido llamando mi atención, por lo que volteé nuevamente.

It's Always YouWhere stories live. Discover now