#71

32 6 39
                                    

—Noona, ¿noona? ¡Despierta ya!  —sentía mi cuerpo siendo sacudido por unos movimientos los cuales fui descubriendo de a poco al abrir mis ojos, eran los energéticos pero pequeños saltos de Hoseok a los costados de mi cintura —Dormiste bastante —sonrió sentándose sobre mi abdomen.

—Hoseok, déjame dormir un poco más —pedí somnolienta haciéndolo a un lado para acomodarme la sábana hasta el cuello.

—¡No! —reprochó quitándomela de encima —Tenemos que salir antes de que se haga tarde —me sacudió nuevamente en una súplica —¿No quieres salir conmigo? —lo miré hacer un puchero.

Con esas palabras admití mi derrota y arrojé la flojera lejos de mí para arreglarme mientras Hoseok dijo que me esperaría en la sala. Me prometí en el baño que aprovecharía este momento al máximo para estar junto a él y eso fue suficiente para salir de mi habitación como si estuviera dispuesta a comerme el mundo entero.

Hoseok volteó a verme con una sonrisa antes de salir y tomó mi mano para dirigirnos abajo, durante el camino en el carro Hoseok bajó el vidrio para asomar su cabeza y cerrar sus ojos ante la brisa chocante, imagen que observaba repetidas veces por lo lindo que se veía de esa manera.

Nos detuvimos en nuestro esperado destino al que solemos venir seguido últimamente ya que a Hoseok le gusta mucho, no eran nada más que las montañas, donde nos tomaba alrededor de 10 minutos llegar al sitio justo donde se empieza a ver el océano.

—Es tan bonito que no me importaría vivir aquí —comentó Hoseok admirando el paisaje —Y tú —me señaló con la mirada llamando mi atención —Has estado sonriendo mucho estos días, estoy feliz por ti, noona.

—Aún así sigo extrañándote, Hoseok —declaré abatida.

—No tienes porqué extrañarme, estoy contigo todos los días, recuerda.

—Pero quisiera verte, y abrazarte también —confesé sintiéndome débil.

—Ahora estás viéndome, y puedes abrazarme también —se acercó lo suficiente para rodear mi cintura con sus brazos y apoyar su rostro en mi abdomen.

Le devolví el gesto para aferrarme a su cuerpo y así olfatear su aroma que se había convertido en un lujo, aquel aroma que tanto añoraba aunque no se haya esfumado totalmente de sus prendas colgadas dentro su closet. Ahora solo quedaban los recuerdos, recuerdos que reproducía cada vez que veía su cama y lo imaginaba saltando en ella, algunos dibujos que colgó en su pared los cuales se la pasó haciendo por horas, y sus juguetes que tanto adoraba y nunca soltaba.

—Te hice llorar otra vez —se separó de mí viendo como mi rostro comenzaba a llenarse de lágrimas —Lo siento —susurró con semblante decaído.

—No, Hoseok, está bien, está bien llorar —le sonreí con sinceridad.

—Pero no me gusta verte así, te ves más bonita sonriendo.

Hoseok alzó sus manos hasta mi rostro para limpiar mis lágrimas, lo miré achicar sus ojos con su dentadura a la vista y al desviar su mirada a mis espaldas dejó de sonreír de a poco, anunciando así la parte que menos me gustaba.

—Ya es tarde —dijo desanimado —Noona, ¿podrías...

—Cerrar los ojos, sí, lo haré —me rendí sin esfuerzo —¿Prometes volver pronto? —Hoseok alzó su meñique para entrelazarlo con el mío.

Observé por última vez su rostro el cual tenía una sonrisa nostálgica y el tacto de Hoseok empezaba a dejar el mío poco a poco, hasta que ya no lo sentí más, al igual que su presencia.

Abrí mis ojos nuevamente y tras inspeccionar la habitación en la que me encontraba me percaté que estaba de vuelta en la casa que Jimin rentó para el cumpleaños de su hermano, el pequeño reloj que estaba sobre la mesita de noche marcaba las 6 de la mañana. Jungkook dormía a mi lado teniendo un brazo extendido bajo mi cabeza, pero pronto me acerqué lo suficiente a su cuerpo para abrazarlo y dobló su brazo hasta que su mano alcanzó mi cabello para acariciarlo.

It's Always YouWhere stories live. Discover now