#20

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—Seoyeon, Seoyeon espera... ¡Seoyeon!

Mientras más llamados hacía, menos atención de mi parte recibía. No quería ni siquiera verla, el solo hecho de tenerla cerca me desagradaba, apenas podía creer lo que acababa de escuchar junto a mi hermano hace unos minutos atrás.

—Hoseok, entra a la casa y espérame allá —hice que me mirara colocando ambas manos en los costados de sus brazos.

—Pero noona, tal vez se equivocó y no lo hizo con intensión, todos nos equivocamos, ¿no? —dijo con inocencia frunciendo levemente sus cejas en un triste semblante, y de algún modo, eso me dolío mucho más.

Oh Hoseok, eso no fue un error, fue una decisión.

—¿Me dejas hablar con ella un momento? Te prometo que iré arriba lo antes posible —le mostré una sonrisa que me costó trabajo dejar salir.

—Está bien —asintió cabizbajo, y luego de darle una corta mirada a la persona que ya no tenía título en nuestras vidas, caminó hacia el edificio para hacer lo que le dije.

Me quedé unos segundos dándole la espalda ya que no me quedaban ganas de mirarla a los ojos, además sabía que se sentiría como si te golpearan incontables veces sin piedad alguna. Suspiré sintiendo como las lágrimas anunciaban su venida, pero la verdad era que estaba demasiado triste para llorar.

—Seoyeon... —dijo y cerré mis ojos fuertemente.

—No digas mi nombre —pedí —Para ti no somos nada y tú misma lo dijiste —finalmente me volteé, y ahí estaba, tratando de verse inofensiva y dolida por sus propias palabras que antes pareció decir con mucho gusto y orgullo.

—Tienes razón —replicó luego de unos largos segundos que sentí amargos y pesados —Pero la verdad es que no merezco ser su mamá —las lágrimas empezaron a hacer presencia en sus ojos y por ende sorbió su nariz —Les he hecho tanto daño.

—Hasta que te das cuenta —reí falsamente haciéndome la dura, cuando en realidad por dentro estaba totalmente destrozada —Por lo menos te hubieses ido más lejos, ¿no? Digo, podrías aprovechar para que ese viaje se convierta en una estadía y te termines quedando a vivir en donde quieras con ese hombre —sugerí alzándome de hombros.

—Él es una buena persona.

—Ojalá hubieses sido así tú también —dije con lástima atrapando mi labio inferior entre mis dientes —Todo lo malo lo tuve que soportar yo, aunque no importa, porque así Taehyung y Hoseok no sufrieron tanto, pero lo que dijiste hoy no tiene palabras —negué totalmente decepcionada —¿Sabes qué? Tu prometido te debe estar esperando ahora —me di la vuelta dando terminada la conversación.

A mi mente ahora llegaban varios recuerdos amargos que ya había decidido encerrar en un baúl abandonado y no pensaba abrir nuevamente, pero al parecer se abrió solo al momento de verla, y de la peor manera posible. Ella nunca fue la mejor del mundo, no hay ninguna duda de eso, por lo que nunca me pude identificar o entender con aquellos niños que veían a sus padres como sus héroes o ejemplos a seguir cuando crecieran.

Mi infancia tampoco fue la mejor que digamos, fui testigo de muchas escenas en donde mi madre llegaba a la casa con quien sabe cuantas copas encima, fui victima de gritos e insultos, regaños sin sentido, y cuando estaba enojada le gustaba descargar toda su rabia conmigo. Nunca se tomaba un tiempo para hablar con nosotros acerca de cómo estábamos, muchas veces salía en las noches y no volvía luego de varios días, era como si nunca hubiese estado allí.

Hubieron varias ocasiones donde sus maltratos verbales me afectaron tanto, pero tanto, que llegué al extremo de cortarme por creer que era insuficiente e inútil, luego con el tiempo se volvió lo más parecido a una rutina que trajo consigo la ansiedad.

It's Always YouWhere stories live. Discover now