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Llevaba parada al frente de mi closet alrededor de 10 minutos seguidos, observando con detenimiento el atuendo que yacía colgado y esperaba ser usado. Mi estado de shock lo más probable es que me hiciera ver como una maniática desde lejos, pero desde que amaneció no me entraba en la cabeza que este día finalmente estaba en el presente.

—¡Seoyeonie, tu graduación es en una hora! ¿Qué esperas?

Parpadeé tras las palabras de Inha desde la sala, ni siquiera fue necesario que entrara para confirmar que aún no había ni tocado mi ropa, así que puse mis pies en la tierra y lo tomé para llevarlo al baño conmigo. Una vez puesto, hice algunas poses frente al espejo y después chillé como una niña porque me sentaba igual de perfecto como lo había visto en el maniquí, se trataba de un blazer de doble botón blanco cayendo casi sobre las rodillas como si fuera un vestido y una camisa manga larga negra por dentro.

—¡Las botas! —salí casi corriendo del baño para buscarlas en mi armario, desde que había visto aquellas botas negras hasta la rodilla caí enseguida a sus pies, y ese día había llevado conmigo a mi consejera de moda quien me dijo que darían en el blanco con la ropa.

—No... Puede... Ser —decía Inha boquiabierta en cuanto me vio poner los pies fuera de mi cuarto —¡¿Eres real?! —se acercó a mí para observarme mejor —Dios mío, que guapa.

—Ay, ya cállate, me harás llorar en cualquier momento.

Sabía que Inha en cualquier momento del día me haría poner sentimental así dijera una sola palabra, pues ella fue de las personas que supo de mis bajones y crisis existenciales mientras leía libros o estudiaba para parciales.

Otra persona que casi chilla al verme fue mi mamá, apenas llegaba de hacer unas diligencias cuando una amplia sonrisa se asomó en su rostro y halagó lo linda que me veía. Sin embargo, Seonmi no había entrado sola a la casa, y su compañía estaba con sus ojos en mí vacilando por si decir algo o no.

—¡Te ves hermosa! —expresó Léa, una dulce niña de 14 años que, al igual que Inha, amaba teñirse el cabello de colores, actualmente lo tenía negro con las puntas borgoña, pero eso no era lo más interesante acerca de ella, sino que Léa era nada más y nada menos que la novia de mi hermano.

Una pequeña historia sobre nosotras era que al principio no me caía bien, pues puso toda su confianza en mí como si me conociera de años y a veces solía ser muy irritante. Hasta el sol de hoy, tanto Léa como Taehyung juraban que yo la odiaba, y por esa razón me acerqué a ella haciéndola intimidar un poco.

—Noona... —dijo Taehyung, como si me rogara que no empezara de nuevo.

—¡Gracias! —agradecí en un abrazo que la dejó perpleja —Tú también te ves hermosa, me gusta mucho tu cabello —acaricié éste suavemente.

—G-Gracias... cuñada —vaciló con nervios.

—Oh, Léa, se escucha muy bonito que me digas así —dije encantada.

—Noona, ¿estás bien? —intervino Taehyung atrás de Léa, lleno de asombro y mirándome como si no me conociera.

—Estoy perfecta, Tae, no te preocupes —aseguré guiñándole un ojo —¿O no te gusta que sea así? Porque podría...

—¡Estás perfecta! —me interrumpió enseguida —Claro que estás perfecta, hermanita, sigue así, me gusta —alzó su pulgar y se llevó a Léa a la sala dejándonos a las demás reprimiendo risas.

La hora se acercaba y mis nervios aumentaban cada que las manecillas avanzaban, mi mamá quedó en llevarse a Taehyung y a Inha con ella mientras yo me iba sin compañía en mi auto, buscaba las llaves dentro de mi cartera a medida que me acercaba al vehículo pero no estaban en ninguna parte, solté un quejido y estuve a punto de devolverme hasta que las luces se encendieron repentinamente.

It's Always YouWhere stories live. Discover now