#24

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No quería estarlo, pero me sentía muy nerviosa ahora, como esa sensación que te carcome justo en la boca del estómago la primera vez que hablas frente a mucha gente, o cuando el profesor dice tu nombre porque te toca defender algún experimento del cual no estas 100% segura que saldrá perfecto.

Hoy finalmente conocería por primera vez a la persona de la que tanto me habían hablado a pesar de ser la segunda vez que la vería en realidad, además de que no solo estaría Jimin sino también su familia, y quién sabe si más amigos que solo Jin y Jungkook, aunque esperaba que no. Pero el castaño logró darme la seguridad que buscaba y eso me tranquilizó durante todo el camino, por lo menos.

—Espera —Jungkook me detuvo antes de entrar a la casa —Te ves muy tensa —hizo una mueca tomando mi rostro entre sus manos y se acortó la distancia para regalarme un beso —¿Mejor?

—Mejor —sonreí y tomó mi mano.

—Mis amigos son muy serios, no dirán nada fuera de lugar, así que tú tranquila.

Su casa, al igual que la de Jungkook, era muy amplia, acogedora y bonita, con paredes pintadas únicamente de blanco y algunos cuadros colgados a los alrededores. Lo primero que se veía al atravesar la gran puerta de madera era la sala adornada con sofás en forma de media luna, puestos sobre una alfombra vinotinto y una mesita de vidrio con retratos sobre ella. De lo que parecía ser la cocina, salió una señora que al ver a Jungkook sonrió ampliamente para recibirlo con brazos abiertos, luego su mirada se posó en el rostro nuevo para inspeccionarlo y me sentí más nerviosa que antes.

 —¿Y quién es esta jovencita? —preguntó con voz suave y curiosa.

 —Ella es Seoyeon —dicho esto me presenté cortésmente ante ella y la sonrisa volvió a su rostro ligeramente maquillado.

 —Eres bienvenida, cariño. Jimin está allá afuera, los está esperando a los dos  —señaló con su mano el jardín y nos dirigimos ahí luego de agradecerle. 

Si antes había mencionado que la casa era bonita, solo el jardín lo era el doble, tenía diferentes áreas para pasar el rato tanto en la piscina, haciendo barbacoa o admirando la ciudad ya que estábamos en una zona de las montañas. Todo estaba tranquilo como para relajarse, hasta que vimos como Seokjin aceleraba la velocidad de la silla de Jimin con sus manos mientras éste no hacía nada más que reír.

—¡Si me caigo por tu culpa le pediré a mi mamá que te ahogue en la piscina!

—¡Más respeto! ¡Te he dado vueltas y vueltas y no te has caído!

—¿Por qué sigues empujándome si sabes que esto se controla por sí solo? —se burló en una carcajada.

—¡Cállate, mis manos son más rápidas!

Pararon de moverse y se quedaron viendo a nuestra dirección contraria aún sin darse cuenta de que habíamos llegado, tal vez estaban divirtiéndose tanto que no veían a ningún otro lado. Aún así, no pude evitar sonreír por la escena anterior y lo felices que se veían haciendo tonterías juntos.

—Retiro lo dicho, son un par de idiotas —negó entre risas, luego llevó su índice hacia su boca para indicarme que no hiciera ruido y asentí sin siquiera preguntar la razón, pero con cada paso que daba hacía que mis nervios aumentaran.

Me llevó directamente hasta allá a pasos un poco rápidos pero sigilosos para no levantar sospechas de nuestra presencia en el par. Al estar lo suficientemente cerca de ellos, separó nuestras manos para hacer que la mía tocara el hombro de Jimin, y cuando éste volteó mi mente pareció perder toda capacidad para pensar.

Aquellos ojos de oscura tonalidad me miraban con mucha curiosidad, su rostro era muy atractivo para ser real, y me llegaba a asombrar lo delicada que lucía su piel desde aquí. Repentinamente, sus comisuras se empezaron a estirar y pronto estaba recibiéndome con una amplia sonrisa que dejaba a la vista toda la hilera superior de sus dientes.

It's Always YouWhere stories live. Discover now