Chisme de oro.

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Pov Calle.

-Señorita Daniela, que linda se ve usted hoy-Mario me dijo cuando me vio salir de la casa.

Él estaba afuera, recostado en el auto.

-¡Gracias, Mario!-Me limité a decirle y él sonrió.

Al parecer estaba mucho mejor de su ojo, ya solo tenía un pequeño morado, pero este apenas se notaba.

-¿Necesita que la lleve algún lado?-Él me preguntó reincorposandose.

-Sí, llévame al pueblo, porfavor. Necesito comprar unas cosas-Le dije y él asintió, Mario me iba abrir la puerta de la parte del copiloto, pero yo le dije que iría en la parte de atrás. Así que el me abrió y subí rápidamente al auto.

Mario se subió al auto, me pidió que me colocará el cinturón de seguridad y lo echo a andar.

-Me da gusto ver qué sigues mejor de tu ojo, Mario. Al parecer si fue muy duro el golpe-Le dije mientras aplicaba un poco de brillo labial en mis labios, ese era el único detalle que me hacía falta para completar mi maquillaje.

Él me miró por el espejo retrovisor y se quedó ido hasta que yo le volví hablar.

-¿Mario?

-Ah, sí señorita, discúlpeme...el doctor me recetó un antibiótico y eso me ayudó mucho. ¡Gracias por preocuparse por mi!-Él me dijo con una sonrisa de boca cerrada.

-No hay nada que agradecer, eso lo hubiera hecho por cualquiera-Le respondí y él asintió.

Llegamos al pueblo, le pedí a Mario que me esperará mientras hacía mis compras, pero él insistió en acompañarme para ayudarme a cargar las bolsas

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Llegamos al pueblo, le pedí a Mario que me esperará mientras hacía mis compras, pero él insistió en acompañarme para ayudarme a cargar las bolsas.

Estaba pensando en que comprar, y se me ocurrió la idea de que podría prepararle a Poche, una pechuga en salsa blanca con champiñones. Por lo cual necesitaba comprar los ingredientes en el pequeño supermercado que había en el pueblo.

Mientras caminaba hacia la entrada del supermercado saludaba a una que otra persona, también trataba de acostumbrarme a las miradas, se que parezco extrajera, pero que eso no los engañe, porque este pueblo es cien por ciento mi hogar. Entre al supermercado, Mario se quedó a fuera para esperarme ya que lo que menos quería era tener un guardaespaldas que estuviera detrás de mí, tomé una canasta con rueditas y empecé a caminar sobre los pasillos del supermercado para comprar lo necesario, me sentía muy emocionada, esto me recuerda a los viejos tiempos, cuando ella y yo veíamos películas mientras jugábamos al mismo tiempo con mis muñecas.

Estaba tomando un par de latas de champiñones, cuando me sobresalté al sentir que alguien toco mi hombro.

-Calle, que suerte encontrarte aquí.

Cuando gire mi rostro me di cuenta que era Fernanda la que me había tocado.

-Fernanda, hola-La saludé y ella me sonrió.

Nuestra Promesa G!PWhere stories live. Discover now