Estás diferente.

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Días después…

Pov Poche.

Sebas, sería buena idea que vendieras café con un poco de piquete, ¿No crees?

Le dije bromeando mientras veía como limpiaba una de las  mesas del local. Yo me había escapado por un rato para venir a saludar a mi mejor amigo, además de robarle una gaseosa.

—¿Sabés?, Lo he pensando, Poche. He pensado que sería buena idea que este local sea una panadería de día y un club nocturno de noche—Él me dijo viendo a la nada con una sonrisa, tal parece que se lo estaba imaginando todo.

—Sí lo haces, quiero cortar el listón de inauguración—Le dije siguiendole la corriente.

Sebas siguió limpiando y soltó un suspiro pesado.

—Pero ese sueño es imposible, mi querida Pochas. Si mi mamá y mi papá se enteran de eso, créeme que me iría muy feo—Él le dijo frustrado.

—Mas vale pedir perdón, que pedir permiso, ¿No crees?—Le dije como toda una buena amiga que lo apoya para seguir sus sueños.

—¿Tú crees?—él me preguntó dudando.

—¡Pues claro, bobo!, Debes tener mente de emprendedor—Le dije levantado mi soda hacia a él.

—Quiza traiga unas stripers de la ciudad o algunas chicas del pueblo quieran participar o quizá…le diga a Daniela—él me dijo levantando sus cejas repetidas veces de forma pícara.

Estruje la lata de soda al haberla terminado, la dejé sobre la mesa y me levanté de mi asiento. Caminé con pasos firmes hacia Sebastián, sintiendo como empezaba a ponerse nervioso, sujete el cuello de su camisa y lo miraba fulminante.

—¿Repitelo cara de trasero fruncido?—Le dije molesta y él se rió nervioso.

—Estoy bromeando, Pochas—él se rió más y yo lo solté.

—Esas bromas te pueden costar un par de dientes, Sebastián—Le dije dando leves golpes en sus hombros.

Él me abrazó y beso mi mejilla.

—No seas enojona.

Él me dijo sin soltarme.

—Vaya…que agradable sorpresa.

Sebas me soltó y ambos miramos a  Fernanda que estaba entrando a la panadería con una sonrisa, ella se veía distinta, se había cortado un poco el cabello y se lo había pintado de rubio.

—¡Hola, Fercha!—Sebas la saludo, yo no me inmute ante su presencia.

—Hola, Sebas. Me puedes despachar lo de siempre, por favor—Ella le pidió con una sonrisa y el asintió.

—Enseguida.

Sebas me dejo sola con ella, Fernanda dio un suspiro y se acercó a mí.

—¿Tú no me vas a saludar?—Ella me preguntó extendiendo sus brazos para que me dirigiera a ella y le diera un abrazo. No sabía si debía corresponder al saludo o no.

Me acerqué a ella después de tanto y correspondi al abrazo, total…solo es un abrazo.

—¡Hola, Fer!, Estás diferente—Le dije tomando su cabello con mi mano para analizarlo y ella sonrió.

—Sí con diferente quieres decir que me veo linda…pues, ¡Muchas gracias!—ella me sonrió—tu sigues igual de hermosa.

Ella me dijo provocando que me sintiera un poco incómoda.

—Hablamos como si tuviéramos años de no vernos, cuando solo fueron días—Le dije con una sonrisa, ella hizo un gesto que tenía la razón y me devolvió la sonrisa.

Nuestra Promesa G!POù les histoires vivent. Découvrez maintenant