El sobre blanco.

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Pov Poche.

Después de estar por un rato largo contando historias y una que otra anécdota personal, además de seguir escuchando a Pepe cantar, esta vez canciones de adoloridos, todos decidieron irse a dormir menos Calle y yo.

Nosotras nos quedamos disfrutando de la compañía de la otra, no había otro lugar en donde quisiera estar que no fuera esté. Calle, hace especial cualquier lugar en donde estemos...ella simplemente tiene el poder de hacerme sonreír con tan solo ver su hermoso rostro. Nuestras manos estaban entrelazadas, ella estaba acostada en mi hombro y mi cabeza estaba apoyada sobre su cabeza. No había necesidad de decir nada, aún en el silencio nuestros cuerpos podían indicar el amor que siente la una por la otra.

-¿Crees que existan las sirenas?-Ella me preguntó rompiendo el silencio en el que nos encontrábamos.

-Yo...creó que sí-Le respondí viendo el intenso fuego de la fogata.

-¿En serio?-Ella me preguntó incrédula.

Yo sonreí y asentí.

-Sí, es más...yo caí en el encanto y belleza de una-Le respondí de forma coqueta.

Ella rodeo los ojos y sonrió.

-Tan boba-Ella se rió.

-Así me traes tú, bien bobita-Le dije apretándola contra mi cuerpo para sentir más su cuerpo.

Ella se reincorporo en su lugar, me miró detalladamente el rostro y suspiro profundamente. No entendía como con un mínimo rosé de Daniela mi corazón se enloquecía por completo.

-¿Por qué me ves así?-Le pregunté de forma tímida.

-Por qué...me gustas, me gustas mucho, Poche-Ella se acercó a mí oído y dio un suspiro pesado-no tengo miedo de la forma en la que te amo, porque se que es la correcta-podía sentir como la respiración de Calle se iba acelerando.

-Yo jamás me había sentido tan amada como ahora-Le confesé.

Ella beso mi mejilla y luego me miró como solo ella lo hace; con amor, con veneración...con dulzura, me encantaba ver ese brillo en su mirada y saber que soy yo la que lo provocó.

-Jamás dudes de mi amor por ti Poche. Primero fuiste mi primer amor y ahora te has convertido en el amor de mi vida-Ella sostuvo mi mejilla con su mano y la acarició lentamente con su dedo pulgar.

Yo tomé su mano y plasme un suave y delicado beso en ella.

-Quiero congelar el tiempo para poder admirarte toda la vida-Le dije de una forma muy cursi.

Eso nos hace el amor ¿No?, Derrite esa pared echa de hielo que creemos que jamás podrá ser derribada. Nos vuelve tan vulnerables en el sentido que la otra persona tiene la potestad de destruirnos inmediatamente...pero en mi caso estoy segura que ella sabrá cuidar siempre de mi corazón y que jamás le hará daño.

-Ven, vamos a dormir-Ella tomo mi mano, tiró de ella y me llevo hasta adentro de la tienda de campaña.

Estabamos acostadas sobre el pequeño colchón de la tienda. Ambas nos dedicamos a admirarnos la una a la otra.

Yo no dije nada únicamente acerque lentamente mi rostro al de ella, miré sus labios y luego miré sus ojos que me veían intensamente. Cerré mis ojos y rose mis labios lentamente con los de ella hasta que sentí que su boca había atrapado la mia en un beso lento y lleno de amor. Poco a poco el beso fue perdiendo su inocencia, movíamos nuestros labios en un ritmo apasionado, en una perfecta sincronización. Pedí permiso con mi lengua de introducirme en su boca y ella acepto gustosa, jadeé al sentir sus labios succionar mi lengua. Nos separamos lentamente, yo le dedique una mirada lasciva y luego me subí a horcajadas en su regazo. Coloqué mis manos por encima de su cabeza, ella arqueo está misma y me dio un completo acceso a su cuello, empecé a besar lentamente de el con ayuda de mi lengua, sintiendo la suavidad de su piel. Mordí lentamente en su pulso y ella contrajo su cuerpo mientras escuchaba un gemido salir de su boca.

Nuestra Promesa G!PWhere stories live. Discover now