Los nuevos empleados.

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Pov Calle.

-Alguien amaneció feliz hoy-pepe comento en la mesa mientras todos desayunamos.

-Siempre estamos felices en esta casa querido Pepe-Poche le respondío despreocupada.

Sentí la mirada evaluativa de Pepe, lo cual logro ponerme nerviosa.

-Mmm se nota que anoche vino un vampiro y te mordió Callesita.

Abrí mis ojos como platos al escuchar a Pepe y lleve mi mano hacia mi cuello.

-¿Enserio?-Le pregunté y miré sería a Poche ella sabe que no me gustan los chupetones y más porque debo trabajar.

-Pues claro mami, ahora ya entiendo porque te levantaste con una gran sonrisa.

Poche no decía nada únicamente se reía, yo la mire con los ojos entrecerrados y ella se encogió de hombros.

-Mami, ¿Hay vampiros en el pueblo? Yo no quiero que me hagan lo que te hicieron a ti-M.J me dijo preocupada.

Pepe se rió y yo le di una patada por debajo de la mesa.

—Princesa no debes preocuparte, en el pueblo no hay vampiros, además Pepe solo estaba bromeando, tú mami se quemó con la plancha de cabello, princesita—Poche le invento a nuestra pequeña.

M.J se quedó pensativa por un momento, pero después asistió despreocupada, yo respiré aliviada.

Terminamos de comer y Poche se llevó a M.J a lavar sus dientes y también a darse un baño, hoy vendría la famila nueva que nos ayudaría con el trabajo de la hacienda, prácticamente el nuevo chófer y la nueva empleada doméstica.

—¡Pepe eres un idiota!—Le di un zape en la cabeza.

Él se quejó y me dio una mirada de reproche.

—Callesita yo no tengo la culpa de que tú mujer parezca sanguijuela—él saco un pequeño espejo de su cartera, me lo entrego para que pudiera ver el chupetón que me había hecho Poche.

Busque el chupetón y ¡Dios santo! Pepe tiene razón, es grande y está muy morado, voy a matar a Poche.

Eran las diez de la mañana, estaba trabajando desde el despacho ya que me rehusaba a salir a la oficina, aunque me vi en la obligación de colocarme una mascada para que no se me notará el chupetón ya que los nuevos empleados están por llegar.

—Que guapa te ves trabajando—ella entro a mi oficina y se sentó enfrente de mí.

—Mi amor ¿Te das cuenta lo que me hiciste?—le pregunté y ella sonrió de forma traviesa.

—Jamas podré olvidar lo que te hice anoche, ¿Tú sí?—ella me preguntó.

Sentí el calor inundar mi cuerpo de solo recordar, puedo decir que ayer pasé una de las mejores noches de mi vida, la forma en la que Poche me hizo el amor y me hizo correr fue maravillosa.

—No, tampoco, pero sabes que no me gusta que me hagas chupetones—le reclamé.

Ella se puso de pie, camino hacia a mí, le dio vuelta a la silla, se sentó en mi regazo y tomo mi rostro entre sus manos.

Me puse nerviosa en el momento que mi mirada se cruzó con la de ella.

—Perdón, tú eres mi debilidad y tú cuerpo me hipnotiza, es como que si entrara en un trance cada vez que beso y acarició tu cuerpo.

Tragué en seco y mi corazón no dejaba de latir rápidamente.

—A mi me gusta que sientas eso y sobre todo me gusta que me hagas tu mujer—Le respondí.

Nuestra Promesa G!PWhere stories live. Discover now