19. Cristales de energía

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Àrelun me enseñó a interpretar las señales del bosque para descubrir los puntos en los que se formaban cristales de energía, pues eran un símbolo de poder que honraba a la naturaleza

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Àrelun me enseñó a interpretar las señales del bosque para descubrir los puntos en los que se formaban cristales de energía, pues eran un símbolo de poder que honraba a la naturaleza. Excavé en los lugares equivocados decenas de veces, pero el elfo no se desesperó ni me gritó, sino que utilizó el mismo tono amable para explicarme cuál era la madera más adecuada para fabricar un arco.

Al parecer, la naturaleza de Neibos se nutría de las gemas, pero no todas las especies utilizaban la misma esencia. El poder elemental estaba formado por siete tipos de energía y la vida del planeta nacía a partir de un equilibrio entre los mismos. Los árboles de los recuerdos se nutrían de la energía psíquica, ya que sus frutos tenían un gran impacto en nuestras mentes, y lo mismo ocurría con los artefactos diseñados para investigar el pensamiento, como el orbe de la verdad. Las raíces de las flores de eclipse, que tantas veces había utilizado para sanarme, albergaban una gran energía vital. El árbol de estalactita, sin embargo, se nutría de la energía creadora, una de las más poderosas del planeta, pues poseía el don de la vida en sí misma.

—¿Qué energía queremos en nuestro arco, entonces? —me preguntó mientras atravesábamos una zona repleta de arbustos de las tormentas.

—La energía pránica —dije tras reflexionar durante unos latidos—, porque como lo impregna todo, nos mantendrá estables en cualquier entorno. Y también la energía resonante.

Àrelun se detuvo por primera vez en posiciones y sus iris esmeralda me observaron con una seriedad que me inquietó. Deslicé la mano en el saco de cuero en busca de confort. La lágrima me recibió con la seguridad del hogar y permitió que respirase más tranquila. El calor del fuego, sin embargo, se mantuvo ausente. Extraje la esfera de poder con el ceño fruncido. En su interior brillaba un enlace rubí que me sobresaltó. La lágrima escarlata rodó por el suelo y su poder se reflejó en las briznas de hierba. Trasno se materializó junto al elfo, que se agachó para tomar la esfera entre los dedos.

—Primero el esmeralda y ahora el rubí... —murmuró el duende con sospecha.

—¿Crees que me están rastreando mediante las lágrimas?

—Si fuese así, ya nos habrían apresado —respondió Esen, que apareció ante nosotros acompañado por Alya.

—Entonces ¿qué pretenden?

—A lo mejor se han cansado de buscarte y están probando con el chantaje emocional —sugirió Trasno—. A juzgar por tus nervios, parece que está funcionando.

—Quizá hayan descubierto algo —ofreció Esen en un intento por calmarme.

Duacro podría contarnos qué pretendían conseguir los Aylerix administrándome lágrimas de luna, pero el vínculo que compartía con la criatura seguía dormido. Levanté el cristal aurático hacia el dosel formado por las copas de los árboles. La niebla que le otorgaba su poder había desaparecido.

—Si han ocultado un conjuro de localización en el interior de la lágrima —razonó Trasno—, con que no la utilices será suficiente.

—Cuando usé la esmeralda no ocurrió nada.

El engaño de la calma (Completa)Where stories live. Discover now