46. Adra

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Recordad que en el capítulo anterior también se tiene que cumplir la meta ✨

El hormigueo que me sacudió el brazo fragmentó mis sueños y me obligó a recuperar la consciencia

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El hormigueo que me sacudió el brazo fragmentó mis sueños y me obligó a recuperar la consciencia. Parpadeé para adaptarme al fulgor de las lámparas de sal que iluminaban la sala del ala académica en la que me encontraba. Me había quedado dormida sobre los libros que había tomado prestados de la sala de preservación.

Mrïl se desperezó sobre la mesa y se estiró en busca de caricias. El lobo me había servido de almohada y abrigo, lo que aumentó la gratitud que sentía hacia él. Deslicé los dedos por las flores que comenzaban a abrirse entre la vegetación que le brotaba del lomo. Sus ojos verdes me observaron con cariño, pero mi sonrisa se apagó en cuanto recordé los últimos eventos que habían acontecido en la Fortaleza.

Las patrullas no lograron encontrar a Rivule, y aunque Elísabet había sido exonerada, los neis no la querían ver ni en el reflejo del océano. Los interrogatorios mágicos a los que la habían sometido durante quién sabía cuántas posiciones sirvieron para probar que la joven no había actuado en contra del reino, pero en un momento como aquel, en el que la red de secretos nos arrebataba el oxígeno, la información era el arma más peligrosa de todas.

Con la llegada del anochecer oficiamos la ceremonia de los caídos. La despedida de los fallecidos en la batalla fue dolorosa y removió emociones que creíamos mitigadas. La pérdida de tantas vidas inocentes despertaba rabia y odio en los corazones de los neis, y si algo sabían hacer en aquella Fortaleza, era pagar sus problemas con personas que no tenían culpa.

Los habitantes del castillo no tenían a nadie a quien responsabilizar por lo ocurrido que se encontrase tan cerca como Elísabet. La aqua era la nywïth del Ix Realix, aunque algunos Ixes incluso habían empezado a dudar de la veracidad del vínculo. Los eruditos se habían asegurado de que la conexión que los unía era tan real como el océano, ya que de lo contrario, no la habrían dejado vagar libre por la Fortaleza. Sin embargo, ante la furia y el dolor, la razón quedaba relegada a un segundo plano en las mentes de los neis.

—Esto de ser compasiva está muy bien —sostuvo Esen—, pero estamos hablando de alguien que casi te asfixia en un corredor oscuro.

—La están responsabilizando de todo —protesté—, ya sabéis cómo son los neis.

—Han muerto decenas de personas por su culpa, Moira —defendió Alya.

—¿Cómo que por su culpa?

—Fue ella quien le dijo a Rivule que habíamos encontrado al ejército alquímico en Rubí, Arenilla.

—¡Porque es su padre! —repliqué indignada—. Descubrimos una amenaza terrible y Elísabet buscó consuelo en un familiar. La madre de Killian ha asesinado a quién sabe cuántos miles de neis y no veo que el reino se alce en contra del Ix Realix por ser el hijo de una maldita bruja.

Sentí un hormigueo en el brazo y descubrí que tenía una palabra escrita con luz blanca sobre la piel. Accioné el xerät para responder a la comunicación de Zeri. El rostro del joven de cabello acaramelado y ojos rosados apareció en el holograma que se formó ante mí.

El engaño de la calma (Completa)Where stories live. Discover now