39. Respuestas entre los astros

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Me olvidé de subir capítulo el jueves 🤡, aunque la meta del interludio que subí todavía no se ha cumplido 🤨

Subiré dos caps para compensar por el de la semana pasada, pero los subiré en días distintos, porque si los subo juntos os convertis en fantasmas. 👻

Yo subo cosas a Wattpad para interactuar con vosotros. Si no comentáis ni votais y no recibo feedback, para mí pierde el sentido. 💔

El bosque se extendía ante mí con una belleza deslumbrante, pero los pensamientos que me abrumaban impedían que la apreciase

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El bosque se extendía ante mí con una belleza deslumbrante, pero los pensamientos que me abrumaban impedían que la apreciase. Se nos escapaba algo. Si cerraba los ojos, veía los hilos que nos rodeaban, las historias de miles de neis que convergían en la Fortaleza y tejían el pasado del reino; los lazos que nos unían; los secretos que nos separaban. Pero había un hueco vacío. El viento se deslizaba entre las fibras y resaltaba la ausencia del enlace más importante, el encargado de vincular las acciones de Catnia con los sucesos que habían acontecido en el clan.

—¿Recuerdas lo que te contó el magno? —me preguntó Trasno.

El duende se materializó sobre la roca que descansaba junto al lobo y me observó con sus ojos grises repletos de destellos azules.

—Devo te dijo que, en la antigüedad, las Moiras eran las encargadas de tejer las hebras de la vida de las personas. Ellas decidían qué ocurría con tus ancestros, desde que nacían hasta que dejaban de existir. Si alguien puede dar con ese lazo de unión, Arenilla, eres tú.

El duende me acarició la mano con sus dedos diminutos y la calidez que sentí en el pecho me iluminó el semblante.

—Trasno... ¿te estás poniendo tierno conmigo?

—¿Yo? —preguntó antes de llevar las manos al cuello del abrigo y adoptar una postura altiva—. No se lo digas a nadie —susurró—, tengo una reputación que mantener.

Mi risa rebotó contra los árboles. El ambiente olía a flores silvestres y agradecí el calor que me brindaban los soles, pues con cada atardecer, nos acercábamos más a la época lluviosa. Los rayos de luz se colaban entre la vegetación y creaban reflejos tan hermosos que rogaban ser capturados sobre el papel.

Acaricié el dedo en el que solía llevar el anillo que me había entregado Foyer. Aquel amanecer había partido en busca de Killian con la esperanza de que me devolviesen alguna de mis pertenencias, ya que lo único que poseía en aquel momento eran el colgante protector y el brazalete que inhibía la magia. Ansiaba recuperar el cuaderno de plasma y nácar que me había regalado el sanador. Necesitaba dibujar el rostro del asesino de Catnia, pues albergaba la esperanza de que, cuando lo hiciese, su recuerdo dejase de atormentarme. Había encontrado al jefe del clan en uno de los jardines de la Fortaleza, acompañado por Aidan y Alis. A pesar de la tristeza que ocultaban sus ojos, los aquas sonreían y bromeaban, por lo que no quise interrumpir el momento familiar.

—¡Gárgolas antiguas! —protesté resignada.

Quizá no tuviese el cuaderno y los pigmentos a mi alcance, pero conocía un lugar en el que encontraría papel y carbón, y lo que era todavía más importante, un silencio que me permitiría distinguir mis pensamientos de las decenas de voces que me atormentaban.

El engaño de la calma (Completa)Where stories live. Discover now