48. Árbol genealógico

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La oscuridad me cegó en cuanto me adentré en la residencia de Devo

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La oscuridad me cegó en cuanto me adentré en la residencia de Devo. El poder elemental me golpeó con una ráfaga de viento que me atravesó los huesos y jadeé por la impresión. Ante mí se extendía el vacío. Ya no había techos ocultos tras nubes rosadas ni salas que contenían océanos repletos de ballenas de color cobalto. El mundo se convirtió en una sombra que no conocía límites espaciales. El silencio se volvió insoportable. Las voces de mi mente cobraron fuerza y la oscuridad se removió para mostrarme el horror de mi propio reflejo.

El golpe llegó sin advertencia.

De la oscuridad brotó una mano de brillantes venas turquesas que lanzó un hechizo paralizador en mi dirección. El fulgor de la energía aqua me bañó la piel, al igual que arcoíris que emitió mi colgante protector. Mi cuerpo no respondió a las súplicas que le rogaban que se moviese. El escudo iridiscente creó una barrera ante mí, pero el atacante se movió a una velocidad imposible y me atrapó.

Killian maldijo e invocó el poder de la Aquamarina para liberarme. La oscuridad absorbió la magia y bloqueó el resto de nuestras defensas. Me aferré al cuchillo que me colgaba del cinturón con un grito. Las sombras se estiraron. Mi corazón se aceleró. El filo del arma atravesó los tendones celestes que me mantenían prisionera.

Los iris azules del magno se abrieron paso entre cortinas de oscuridad. El unüil que vestía, repleto de runas de todas las edades, mostraba palabras escritas en la antigua lengua de magos que parecían susurrarles a las tinieblas. Las líneas de poder le atravesaban la piel y le iluminaban el cuerpo con símbolos elementales que se nutrían de la aquamarina de su bastón. Aunque Devo lo agarraba con fuerza, los granos de arena oceánica en constante movimiento que creaban el báculo lograban mantener la forma del tronco de un árbol cuyas raíces parecían extenderse hasta el corazón de Neibos. La cascada que formaba la larga melena blanca del anciano vibró bajo su barba. Devo frunció el ceño con reconocimiento. La rabia que se reflejaba en su rostro se transformó en confusión.

—¿Moira? —cuestionó una voz tras él.

Elyon abandonó la oscuridad y su rostro se iluminó ante mí. La familiaridad del líder del Hrath logró aplacar parte de las emociones que me quemaban el pecho. Después de tanto tiempo sin verlo, su presencia bastó para relajarme con una sonrisa. El maestro me miró con afecto y, en aquel latido, todo cobró sentido: su ausencia en el Hrath, la promesa de guiar a la colonia tras su partida, el cónclave sin fin de los ancianos...

Lo estaban preparando para convertirse en uno de ellos.

Parpadeé impresionada, aunque no del todo sorprendida. Tras la muerte de Arter, Los Trece tenían una vacante que cubrir, y si no lo hubiesen desterrado de Aqua, Elyon habría llegado a la Cima Inalcanzable hacía soles. La tristeza me hundió los hombros en cuanto comprendí que no volvería a disfrutar de su compañía. El maestro me acarició la mejilla con un cariño que supo a despedida.

«Si algún atardecer falto, desearía que guiases a nuestra familia con la misma fuerza y valentía que vive en tu esencia, Moira».

La comprensión se reflejó en mi rostro y Elyon asintió con una sonrisa triste. Las sombras se removieron tras él. Sentí la calidez ámbar incluso antes de que Pyro se mostrase ante nosotros. El fuego que reflejaban los iris de la anciana brilló con la intensidad de la llama que coronaba su báculo. La piel tostada de la mujer y las trenzas de ornamentos dorados que le caían sobre los hombros se convirtieron en una fuente de luz en medio de aquel vacío tenebroso.

El engaño de la calma (Completa)Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang