45. Mrïl

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Sé que todavía no se ha cumplido la meta de votos, pero hoy es mi cumple y quería celebrarlo ❤🎂

Estuve tentada a utilizar una lágrima de luna para volverme invisible y ocultarme de la multitud

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Estuve tentada a utilizar una lágrima de luna para volverme invisible y ocultarme de la multitud. Los habitantes de la Fortaleza me habían detenido una decena de veces para felicitarme, y tanto el lobo como yo estábamos empezando a saturarnos con tanta interacción social. Jamás, en todos mis helios de vida, había recibido ovaciones de los neis. Quizá era la falta de costumbre lo que provocaba que no supiese cómo reaccionar. Al parecer, los guerreros me habían visto luchar junto a ellos en la batalla y los Ixes y los agentes del castillo estaban muy agradecidos por mi intervención.

Qué cosas.

—No sé cómo lo soportan Killian y los demás, pero tú y yo no estamos hechos para esto —le dije al lobo, que mostró su acuerdo con un gemido.

Avanzamos entre los corredores, aunque tuvimos que volver a detenernos poco después, ya que no quería ser una maleducada con nadie que se tomase la molestia de elogiarnos por nuestro trabajo. Era una sensación nueva y extraña, pero no por ello desagradable.

—Que no se te suba a la cabeza —me advirtió Trasno.

—No queremos que te conviertas en una Ixe insoportable —añadió Esen antes de generar un tornado que me revolvió el cabello.

Alya puso los ojos en blanco y me abstuve de soltar una carcajada para no desmerecer su indignación.

—¿Realmente creéis que existe la más mínima posibilidad de que me convierta en una de ellos?

—El poder cambia a todo el mundo —me respondió Trasno—. Incluso a quienes menos esperas.

—¿Señorita Stone?

Suprimí el gemido que se me formó en la garganta y cogí aire antes de volverme hacia la agente del castillo. La mujer, que nos detuvo a escasos corredores del lugar al que nos dirigíamos, me observó con ojos brillantes y expresión amable, así que le dediqué una sonrisa.

—Disculpe que la moleste, pero la esperan en la gran sala de reuniones.

—¿A mí? —pregunté sorprendida.

—Así es. Están a punto de comenzar.

La mujer desapareció tras el portal de luz turquesa que fulguraba a su espalda. Me volví hacia mis acompañantes con una mueca de incredulidad, pero no tuve la oportunidad de quejarme porque, al parecer, «me estaban esperando».

¡Gárgolas antiguas! ¡Qué ganas de esconderme en el bosque!

El lobo me siguió a través del portal, aunque sus ojos reflejaban el mismo descontento que los míos. La agente del castillo se despidió y los centinelas que custodiaban la sala abrieron las puertas para nosotros. El disgusto que sentía se convirtió en desconcierto tras adentrarme en la estancia y descubrir que la mitad de las butacas del hemiciclo estaban vacías.

El engaño de la calma (Completa)Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ