Lluvia

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Con la llegada del anochecer

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Con la llegada del anochecer

El jardín de la Fortaleza se llenó de neis que acudieron a despedirse de Dana. Aunque la mujer era una erudita muy querida en el reino, a Aidan le sorprendió ver a cientos de personas reunidas sobre la hierba azul. Dado el sufrimiento que había provocado Duacro en los últimos lustros, el joven no esperaba que nadie lo acompañase. Sus amigos, sin embargo, jamás lo habrían abandonado. Killian, Moira y los Aylerix fueron los primeros en aparecer. Cuando todos estuvieron presentes, Mateus, apoyado por Cruz y Quentin, volvió a lanzar el hechizo en el que habían trabajado, pues le parecía que Dana merecía recuperar su aspecto humano antes de que su energía fuese devuelta a las gemas.

La aqua descansaba sobre un altar de hielo que se alzaba en el jardín. Aidan vio el rostro en calma de su madre a través del dolor. Los árboles de bruma generaban una neblina fina que los envolvía sin llegar a ocultar la luz del anochecer que se propagaba por el horizonte. El océano se removía a los pies de los neis, pues hasta las olas, que colisionaban contra el acantilado y susurraban en el idioma del agua, deseaban despedirse de Dana Loch.

Los Aylerix se situaron a ambos lados de Aidan, arropándolo. Baloo se posó sobre la cabeza de Moira y le hundió el pico en el cabello. La joven se acercó a Aidan y le tendió el cristal aurático que la había vinculado a su madre durante lunas. Entre los filamentos de oro brillaba un humo blanco y puro que reflejaba el amor que había sentido Dana en sus últimos latidos. Parte de la energía de la mujer había quedado atrapada entre las paredes del cristal y Aidan rompió a llorar en cuanto la sintió en las yemas de los dedos.

—Nunca podré agradecértelo —murmuró contra el cuello de Moira antes de abrazarla.

Los miembros del Consejo Aquamarina, entre los que se encontraba Elísabet, acudieron a presentar sus respetos. La aqua se acercó a Aidan y le tendió el emblema de erudición que había pertenecido a su madre.

—¿Cómo...? —le preguntó el soldado aturdido—. ¿Dónde...?

—Siento haber tardado tanto en encontrarlo —se lamentó la Ix.

Elísabet había iniciado la búsqueda hacía atardeceres, desde el momento en el que habían confirmado la identidad de Dana, aunque le pareció prudente no compartir con nadie el lugar en el que había encontrado el emblema: oculto bajo capas de hechizos en los aposentos de Catnia. Aidan la miró, incapaz de expresar con palabras lo mucho que significaba para él aquel gesto. Killian le sonrió a la joven con agradecimiento antes de posar una mano en la nuca de su amigo.

—Vamos a la deriva —le dijo en un susurro, como tantas veces antes.

—Sin mapa.

—Ni brújula.

—No te dejes embaucar por la mar —respondió Aidan con una sonrisa triste.

Los aquas se fundieron en un abrazo que reflejó el vínculo que los unía tras helios de una amistad inquebrantable. En la mente de Aidan, las cosas empezaban a cobrar sentido. Ya entendía por qué Adaír lo había llevado a vivir a la Fortaleza con su familia, por qué Catnia lo había odiado desde el principio y por qué sus padres no se daban muestras de cariño en público. Recordaba la relación entre su madre y Odiel con una claridad cristalina. Se habían amado durante soles, pero no desde el romanticismo, sino desde la lealtad y la devoción que formaban las bases de su familia. Aidan rememoró los abrazos, las sonrisas y los besos en la mejilla que intercambiaban sus padres, cargados de un amor que no tenía nada que ver con el que él compartía con su nywïth.

Killian lo tomó de una mano y Mónica, de la otra. Max y Quentin le posaron las manos sobre los hombros y su magia, junto con la del resto de los presentes, invocó el poder del océano. Marco y Musa acudieron a la ceremonia en representación de la Cumbre Solitaria. Los unüils aquamarina bajo los que se ocultaron pasaron desapercibidos para los Ixes, pero no para la Guardia Aylerix. Aidan los saludó con sentido agradecimiento y los hrathnis utilizaron su poder para conjurar una espiral que se unió a los cientos de formas líquidas que se alzaron en el aire.

Los neis envolvieron a Dana en una red de agua salada repleta de símbolos elementales. El océano formó una burbuja de destellos añiles a su alrededor. La energía de las gemas reconoció el poder que residía en el cuerpo de la mujer, esperando volver a convertirse en vida. El viento la alzó sobre el acantilado y del pecho de Dana surgió un enlace turquesa tan brillante que iluminó la totalidad del jardín.

El cuerpo de la erudita se desvaneció, transformándose en una miríada de partículas azules que formaron el símbolo aqua en el interior de la esfera. La brisa agitó las gotas de luz, y sobre las olas que bañaban al clan Aquamarina cayó una lluvia celeste que devolvió la energía de Dana al corazón de Neibos, donde recibiría un nuevo hogar en el que sanar.

 La brisa agitó las gotas de luz, y sobre las olas que bañaban al clan Aquamarina cayó una lluvia celeste que devolvió la energía de Dana al corazón de Neibos, donde recibiría un nuevo hogar en el que sanar

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🏁 : 100👀, 58🌟 y 15 ✍

Dana/Duacro nos abandona 🥺

Pobre Aidan 😭

¿Qué opináis de Elísabet? 🤨

¿Qué os ha parecido la ceremonia? 🤔

Espero que os haya gustado ✨

No os dejéis embaucar por la mar 🌊

El engaño de la calma (Completa)Where stories live. Discover now