Capítulo 4: Enfrentándose al mundo

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Harry huyó de la mazmorra rogando por no encontrarse a ningún Slytherin de camino al comedor. Estaba seguro de que la mayoría de los alumnos ya estarían despiertos y en marcha, siendo el primer día de clase. Generalmente la mayoría estaba demasiado emocionado para dormir. No estaba muy convencido de desear encararse a sus amigos, sin saber cuál sería la reacción que tendrían. Había demasiadas variables. Aún no había aceptado el hecho de haberse casado, con un hombre para más señas... Por mucho que dijera Hermione de que en el mundo de los magos no había los mismos prejuicios que en el de los muggles, el tema le dejaba en blanco. Y para colmo, el hombre en cuestión era nada menos que el profesor más odiado, Severus Snape. Lo más seguro era que los demás le estuviesen poniendo verde.

Como había supuesto, el comedor estaba ya atestado, y tal y como Harry se dirigió a la mesa de Gryffindor, casi todo el mundo se giró para mirarle con fijeza, mientras los murmullos brotaban a su paso. Sintió que su rostro enrojecía. De golpe, el pequeño anillo de oro en su diestra parecía una enorme cadena.

Ron y Hermione le estaban esperando y ambos se levantaron de un salto para saludarle cuando se acercó. Ron le tomó del brazo y le empujó hacia un asiento, mientras que Hermione se movía para hacerle sitio entre los dos. Se sintió agradecido por su consideración debido a las miradas que estaba recibiendo por parte de Seamus, Dean y Neville. Sobre todo la de Neville. El chico parecía a punto de estallar.

– ¿Todo bien, Harry? –preguntó Ron, echándole un vistazo de advertencia a los demás.

– Estupendo –le aseguró Harry. Seamus y Dean no apartaban los ojos del anillo. Los de séptimo año a un lado y quinto al otro tampoco lo hacían. Varias copias del Profeta pasaban de mano en mano por la mesa. Cada vez que alguno de los presentes le echaba un vistazo inmediatamente alzaba la vista para mirar a Harry con incredulidad. Ginny Weasley le contemplaba como a punto de romper a llorar. Harry se removió en el asiento, incómodo.

– ¿Estás bien? –le susurró Hermione.

–Estupendo –repitió. Hermione y Ron intercambiaron una mirada algo extraña.

–Quiero decir, estás... Snape no...

– ¡No! –exclamó, mirándoles horrorizado. Le pareció particularmente extraño ver a Ron curiosamente aliviado por su respuesta­. No habréis pensado realmente que...

– No me fío ni un pelo de ese bastardo grasiento –señaló Ron– Es capaz de cualquier cosa.

Seamus, al que acababan de pasar el Profeta, lanzó el periódico delante de Harry.

– ¿Es eso cierto? –exigió saber. Harry le echó una mirada a la primera página. En brillantes letras rojas se leía: "¡Golpe social del siglo! ¡Severus Snape desposa al Chico que vivió!"

Los ojos de Harry se desorbitaron: no era precisamente el tipo de artículo que hubiese esperado. Se había figurado que insinuarían toda clase de calumnias sobre su vida privada y su súbita relación con uno de sus profesores. Pero de nuevo el mundo mágico le sorprendía: el artículo se centraba en cómo el profesor Snape parecía haber conseguido algún tipo de triunfo social espectacular. Mencionaba el que su familia había perdido su buen nombre a causa de rumores de asociaciones con Magos Oscuros tanto por parte de Severus Snape como por parte de su padre Octavius Snape. Al casarse con Harry Potter, parecía que Snape había conseguido lo inesperado, limpiar su buen nombre y restaurar una de las familias más antiguas del mundo Mágico en su previo estatus de respetabilidad, puesto que obviamente ni Harry Potter ni el Director Dumbledore (sospechoso de haber ejercido de mediador en el matrimonio) hubiesen aceptado semejante unión de haber sido ciertos alguno de los rumores que acusaban a Snape de sentir simpatías por los Mortífagos.

La Piedra del MatrimonioWhere stories live. Discover now