Capítulo 38: Política

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Severus hizo una seña a Minerva mientras introducía a Harry en la sala privada a la que Dumbledore había llevado a Fudge. La mujer se dio por aludida y se puso a hacer la guardia en la puerta para evitar que Lucius Malfoy les siguiera. A Severus no se le había escapado la forma en que Lucius había mirado a Harry; no pensaba permitir que aquel hombre se acercara a su marido.

Severus vio cómo su propia hermana se reunía con su esposo. Sólo se permitieron un breve apretón de manos y una mirada, pero Severus pudo ver la emoción que se ocultaba tras aquel saludo de todas formas. Diana había temido realmente no volver a ver a Alrik. El alivio era evidente en su rostro.

Mientras Fudge y la Señora Bones tomaban asiento, Molly Weasley encendió el fuego en la inmensa chimenea. El resto de los Weasleys llenaron el cuarto, en compañía de Hermione y de diversos miembros del profesorado. El Auror Stark sonrió de lado, divertido, cuando Harry tuvo que palmear a Hagrid en la espalda y asegurarle que estaba bien para evitar que le aplastara las costillas en un abrazo emocionado.

Minerva esperó a que todos estuviesen en el cuarto antes de entrar y cerrar la puerta firmemente a su espalda. Severus pudo sentir cómo se alzaban varias barreras de protección y privacidad, sin duda para impedir que la información llegara hasta los miembros de la prensa que hubiesen podido permanecer cerca.

Para sorpresa de todos, fue Harry quien comenzó la conversación, volviéndose hacia el Ministro en cuanto Hagrid le soltó:

–Hace ciento cincuenta años, el Ministerio fue a las Tierras de Invierno, abrió el Pozo de la Desesperación y extrajo de él varios Dementores para Azkaban. ¿Por qué dejaron el Pozo abierto? ¿Por qué motivo se ignoraron las peticiones de ayuda de las Tierras de Invierno?

Una rápida ojeada a las expresiones de los integrantes de la reunión desveló a Severus que muy pocas personas sabían de qué hablaba Harry. El propio Dumbledore parecía sorprendido mientras miraba cómo Percy Weasley fruncía el ceño y buscaba entre una enorme pila de papeles que había estado llevando consigo. Fudge simplemente bufó ante las palabras de Harry:

–Porque sabíamos que no era un peligro inmediato.

Alrik se levantó al oír esto, pese a que Diana le posó una mano en el brazo.

– ¡Que no eran un peligro! ¡Estábamos en riesgo constante de perder nuestras almas a causa de los Dementores!

Fudge miró con desprecio al hombre y sacudió la cabeza:

– ¡No sea ridículo! Se hizo un estudio de impacto ambiental. Según nuestros datos, las Tierras de Invierno podían llegar a soportar una población de quinientos Dementores antes de que éstos se convirtiesen en una amenaza real para los habitantes humanos. Un Dementor por cada doscientas millas no es ningún tipo de amenaza para la población mágica.

Todos contemplaron con incredulidad a Fudge ante aquella declaración, pero fue Hagrid quien apuntó:

–Eso en el supuesto de que se quedaran en su trocito de tierra, ¿no?

Alrik le echó una mirada negra a Fudge:

– ¿Y no se le ocurrió a nadie del Ministerio que podían ponerse a cazar en manadas, yendo a su fuente de alimentación más próxima? Comen almas, así que se dirigieron hacia donde había seres humanos. ¿Qué deberíamos haber hecho, permanecer en nuestros refugios día y noche?

Fudge volvió a desestimar la protesta como si fuese insignificante:

–No necesitaban cazar humanos. Tenían una fuente de alimentación adecuada que no era la población civil.

La Piedra del MatrimonioWhere stories live. Discover now