Capítulo 56: Peones

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Media hora más tarde, Severus volvía a estar en el pasillo, esperando junto a Harry, mientras Lupin y Dumbledore lidiaban con los legalismos y reclamaban la varita de Lupin a los Aurores. Después de que el caso fuese desestimado habían sido acosados por numerosas personas que deseaban satisfacer su curiosidad. Severus, sobre todo, había sido asediado a preguntas por el resto de Maestros en Pociones; había contestado lo mejor que podía mientras trataba de no perder de vista a Harry. Le preocupaba que en el momento en que le quitara el ojo de encima desapareciera entre el gentío. No era como si estuviese por debajo de Fudge el raptar al muchacho en un momento inadvertido...

Había dado toda clase de detalles sobre la poción en el pergamino que entregara el Maestro Dorester, aunque había sido deliberadamente vago a propósito de su fuente. Habían decidido entre todos que no querían que Voldemort descubriera que poseían los diarios de Slytherin. Por tanto, Severus había declarado únicamente que sus instrucciones provenían de una fuente "muy antigua", a la que no daba nombre. La historia completa debería esperar para ser revelada a tiempos más apacibles.

Finalmente Severus logró marchar con Harry corredor abajo. El grupo de Maestros en Pociones se había alejado hacia la salida, vacía en aquel momento, pero en el instante en que habían atravesado las barreras anti prensa, habían aparecido los periodistas que habían estado disgregado para lanzarse sobre ellos.

Al verlos, Severus sintió gran desgana ante la mera idea de pasar entre ellos de nuevo. Con una vez bastaba. Sus preguntas le habían resultado alarmantes, sobre todo las referidas al Faraón y a los hermanos Shelong. Sospechaba que algunas de las propuestas de matrimonio que Albus había comentado debían provenir de ellos.

Nunca había visto en persona al Faraón Nitocris, pero había visto fotos de ella. Era joven, apenas tenía los quince años cumplidos, pero no obstante se la consideraba una de las mujeres más hermosas del mundo. Las dinastías faraónicas hacía mucho tiempo que habían cesado las relaciones matrimoniales entre familiares y habían comenzado a buscar en todo el mundo parejas adecuadas, tomando como cónyuges ya fuera a los más poderosos magos y brujas o a aquellos que tenían ancestros no-humanos. Se decía que Nitocris tenía no sólo sangre Veela, sino también de los Kitsune asiáticos. Que quisiera tomar a Harry Potter como futuro compañero vinculado no sorprendía a Severus en absoluto. No deseaba que Harry se encontrara con ella jamás.

En cuanto a los hermanos Shelong... sólo conocía habladurías sobre ellos. No obstante también se decía que eran extremadamente hermosos, y que descendían de Dragones Imperiales. Aunque ignoraba si eso era cierto, lo que sí sabía era que la realeza de todo el mundo los consideraba muy buenos partidos. Si lograba lo que se proponía, Harry no los conocería jamás tampoco.

Contempló cómo los miembros de la Cofradía hablaban con la prensa. Al contrario que él, no tenían reparo alguno en hablar, y sin duda estaban contando tanto lo referente a la cura de la licantropía como el juicio de Remus, que sin duda aparecería al día siguiente en los periódicos. Severus tenía preparada ya una nota de prensa sobre la poción, que pensaba dar a Shaklebolt para que la entregara a los periódicos después.

Su mirada se posó brevemente en André Serrent, que estaba charlando con un reportero del Profeta. Se sintió vagamente incómodo. No había esperado encontrárselo hoy. No le había vuelto a ver desde la conferencia del verano pasado. Su breve relación había sido agradable; pese a que era un hombre guapo, Severus se había sentido más atraído por su mente aguda que por su apariencia. Por otro lado, no había sido el físico lo que había atraído a André tampoco. Habían roto en buenos términos, amistosamente. Sin embargo, cuando André había mirado a Harry antes, en sus ojos había habido un destello de desafío, algo que sorprendió a Severus. No se le había pasado por alto el hecho de que Harry también había notado algo.

La Piedra del MatrimonioOù les histoires vivent. Découvrez maintenant