Capítulo 11: Enfrentándose a Gryffindors

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Severus Snape caminó como una exhalación por los pasillos de Hogwarts, con los estudiantes huyendo de su paso. Su único consuelo era que Sirius Black estaba atrapado en su forma de perro por haber sido expulsado de la enfermería lo mismo que él. Ese imbécil era incapaz de contener su lengua. Y si Black hubiese conocido la mitad de bien que él a Harry, hubiese sabido que aquel loco Gryffindor se habría lanzado sobre una espada para proteger a su padrino, que haría cualquier cosa por evitar que se peleasen. Abrirse así la herida...

Severus agitó la cabeza para no pensar en ello. ¡Ese estúpido chico era su propio peor enemigo en ocasiones! Y ahora, gracias a Black, ya no podía vigilarle y cuidarle. Poppy se calmaría eventualmente, se dijo. Y Lupin estaba con él. Aparte de la licantropía, Lupin era bastante decente como acompañante.

– ¿Profesor? –Snape se giró sorprendido de que alguno de los críos tuviese valor de hablarle en su actual estado de ánimo, evidente en su expresión. Ron y Hermione estaban tras él. Contuvo las palabras enfurecidas que asomaban a sus labios.

– ¿Sí? –masculló en vez de ello.

–Estábamos yendo a ver a Harry –dijo Hermione– ¿Está mejor?

–Si pueden mantener a ese perro rabioso lejos de él, estoy seguro de que se recuperará del todo –les espetó, notando el rubor que se alzaba en ambos rostros. Suspiró interiormente: por supuesto, eran Gryffindors, leales hasta la médula incluso hacia Black.

– ¡Sirius adora a Harry! –protestó Ron, lanzándose en defensa de Black– Y puede cuidarle mejor que... –Hermione le dio un codazo en el costado, haciéndole callar antes de que acabase una declaración que sin duda Snape le habría hecho pagar cara. Se preguntó si valía la pena recordar a aquel idiota que Black le había roto la pierna en su tercer año.

–Señorita Granger, querría hablarle de algo –Snape dirigió su atención de lleno a Hermione, descartando a Ron, al recordar algo que le había comentado Dumbledore. Ella empezó a protestar, pero él alzó la mano– Potter seguirá allí cuando acabemos. Señor Weasley, puede adelantarse y visitarle si la Señora Pomfrey lo permite. La señorita Granger se le unirá luego.

Ambos parecieron a punto de protestar, pero luego Hermione sencillamente hizo gesto a Ron de que fuese yendo sin ella. Ron lanzó una mirada de resentimiento a Snape antes de dirigirse hacia la enfermería.

Severus llevó a Hermione a su oficina, donde la hizo pasar antes de cerrar la puerta y sentarse tras su despacho. Ella se sentó justo enfrente, mirándole con curiosidad. Nunca le había tenido el miedo que otros estudiantes sí le tenían, aunque había sido sobradamente cruel con ella. Era difícil mantener la imagen de Mortífago leal que favorecía a los Slytherin cuando se encontraba con alguien tan brillante como aquella Gryffindor. Darle a Draco Malfoy las mismas notas que a Granger le había resultado una tortura: había pocas personas con las que se hubiese encontrado que pudiesen desafiar a la inteligencia de aquella chica.

– ¿Usted y Potter investigaron hechizos el año pasado? –preguntó, recordándole la conversación que habían tenido con el Auror ayer. Hermione frunció el ceño, pensativa, pero asintió– ¿Para subir nota? –volvió a preguntar, sospechando la respuesta que iba a recibir. Ella le devolvió la mirada, como intentando decidirse. Por último, agitó la cabeza.

–No, señor, no era exactamente trabajo para la escuela. Simplemente pensamos que le podía ir bien a Harry aprender algunas cosillas extra, que eso le podría ayudar.

–Siga, por favor –le instó. Hermione suspiró.

­–Defensa Contra las Artes Oscuras nunca ha sido demasiado útil –señaló ella, algo irritada– El profesor Quirrell y Lockhart eran unos inútiles. El profesor Moody resultó ser un Mortífago disfrazado y se pasó el tiempo enseñándonos las Imperdonables, que Harry no quiere usar. Y todo cuanto nos ha enseñado el profesor Mackrel es cómo reconocer comida envenenada. El único profesor decente que hemos tenido fue el profesor Lupin –no se molestó en ocultar su resentimiento por el hecho de que él fuese culpable de que le echaran. En su momento, no había tenido elección. Lucius Malfoy había insistido en que encontrase la forma de deshacerse de él, y descubrir públicamente que era un hombre lobo había sido lo único que se le había ocurrido. Y para ser sinceros, Lupin había metido la pata por todo lo alto: olvidarse de tomar la poción casi había costado vidas– Tal y como están las cosas, señor, pensamos que si Harry tenía que sobrevivir a los ataques de Voldemort, más nos valía prepararle por nuestra cuenta –continuó Hermione. Snape tuvo que admirar su iniciativa– Así que empezamos a estudiar por nuestro lado.

La Piedra del MatrimonioHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin