Capítulo 60: La voz del Rey

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Unidos tras el enorme escudo que mantenían sobre Harry Potter, todos vieron el momento en que su hechizo consumía a la enorme criatura que hubiese destruido a todos. La brillante luz que surgía de la varita del joven por fin llenó las sombras que había dentro de la piel de la criatura, y el anciano demonio gritó desesperado cuando la propia Tierra negó su existencia. Un momento antes estaba ahí, lleno de luz ardiente, y al siguiente había desaparecido, desvanecido de la capa de tierra.

El escudo se deshizo en el momento en que ya no hubo peligro. Todos estaban agotados. Por un momento se quedaron quietos, callados, mirando la delicada figura del mago que les había salvado, que permanecía con su varita alzada, la bufanda de colores rojo y oro ondeando en la helada brisa. Estaba temblando, como podían ver Severus y los demás, en estado de shock. Pero todos ellos estaban igual. Cada hombre, mujer y niño presente el campo de quidditch parecía haberse quedado congelado en el mismo preciso instante de liberación: tras aquel pánico ciego, el alivio había sido tan brusco que nadie parecía capaz de hacer nada aparte de mirar fijamente. Pese al caos que había reinado unos segundos antes, ahora el estadio al completo parecía contener el aliento.

Poco a poco Harry bajó el brazo y se volvió con movimientos cautelosos y deliberados, como si dolieran. Todo el mundo le miraba, todos estaban tensos e inmóviles. Había una expresión en el rostro de Harry que Severus jamás había visto: no sólo de agotamiento, pues se había drenado prácticamente de toda su energía mágica y esto le hacía temblar por entero, sino también de profundo horror, como si hubiese mirado al abismo y se hubiese encontrado con que le devolvía la mirada.

Harry dio un paso y se desplomó. Se oyó una exclamación colectiva y todos los presentes dieron un paso adelante, como para cogerle antes de que cayera. Fueron Severus y Sirius quienes lo hicieron, cada uno aferrando uno de sus brazos cuando las rodillas le cedieron. Entre ambos le sostuvieron, y por un instante Severus y Sirius se miraron y compartieron la carga: en los ojos de ambos había la misma expresión, miedo, confusión y la arrasadora necesidad de proteger a Harry de todo cuanto aún tenía que llegar.

Cuando Severus había investigado el hechizo de la Voz del Rey meses atrás, se había concentrado en los datos obtenidos durante siglos, cuando líderes y comandantes militares habían ido modificando el hechizo para diversas aplicaciones hasta que finalmente alguien había inventado el Imperius y creado una nueva Imperdonable. Había desdeñado las referencias a que el hechizo había sido creado por Merlín para el uso exclusivo del Rey Arturo. Al fin y al cabo, eso era sólo una leyenda, lo mismo que el resto de hechizos listados y atribuidos a Merlín con ese fin exclusivo.

Pero uno de aquellos hechizos especiales de Merlín, la Expulsión del Rey, había llegado a convertirse en leyenda. Todos los niños magos habían oído la historia del horrible monstruo que había aterrado a una ciudad hasta que había sido desterrado por el Rey con un hechizo que sólo el verdadero Rey del mundo mágico podía realizar. Harry acababa de sacar, figuradamente hablando, la espada del yunque; pero no tenía la menor idea de lo que significaba para todos cuantos le miraban, no podía comprender la emoción que sentían ahora.

Aquella exclamación colectiva y el movimiento de la multitud atrajo la mirada del joven. Sus ojos verdes, torturados y salvajes, se encontraron con los de Severus y luego se alzaron hacia los miles de magos que le observaban. Harry no reaccionaba. Luego el horror y la pena se reflejaron en su expresión y agitó la cabeza, como negando la atención total de todos los presentes que estaba recibiendo. Usando la fuerza de Severus y Sirius para ayudarse, se puso derecho y se volvió hacia la multitud, recorriéndola con la mirada.

– ¡Levantaos! –Les gritó, con voz ronca– ¡Hay gente herida, atrapada! ¡Ayudadles! ¡Ayudaos unos a otros! –el joven que no quería autoridad ni poder les dio una orden, y todos los presentes le obedecieron al instante.

La Piedra del MatrimonioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora