Capítulo 51: Grandes gestos románticos

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Albus seguía esperándole ante el fuego cuando volvió del dormitorio. Cerró la puerta a sus espaldas para que la conversación no molestara a Harry y se fue hacia el sofá, mirando al director y notando que tenía una expresión melancólica e introspectiva.

–Son los familiares de Odín, ¿verdad? –preguntó Severus mientras tomaba asiento, esperando que le confirmara sus temores. Albus asintió.

–Sí, ahora estoy seguro de ello. Creo que son los que le provocan esos sueños, tratando de mostrarle algo, de enseñarle algo.

–Y la ciudad... ¿piensas que es algo literal, una ciudad que Voldemort va a destruir, o un símbolo también?

–No lo sé –Albus negó con la cabeza– Encuentro remarcable que no hubiese señales en los cuerpos... ni siquiera Voldemort es capaz de usar la maldición de muerte en la población de una ciudad a la vez.

–Veneno entonces –sugirió Severus– o un agente biológico...

–Quizás –Albus se encogió de hombros– ¿No sería irónico que, después de todo lo ocurrido, Voldemort usara un método muggle para cometer genocidio?

–Albus, ese elfo doméstico que sigue a Harry por todos lados, Dobby... dijo algo raro cuando trajo el chocolate antes –Severus se percató de que ahora Albus le dirigía toda su atención– Llamó a Voldemort Aquel-Que-Caminará-Solo.

Albus asintió, nada sorprendido aparentemente.

–Sí –dijo– le han estado llamando así desde hace meses, pero no saben por qué. Les pregunté por ello la primera vez que lo oí, pero ninguno de ellos sabe qué significa. Es como solían llamar a Grindelwald. Tampoco entonces sabían qué significaba.

Severus notó un ligero y desagradable escalofrío.

–No había leído nada de eso en los libros de historia.

Una leve sonrisa apareció en los labios de Albus. Sus ojos centellearon tras las gafas.

–No me sorprende –admitió– Muy poca gente se molesta en tener largas conversaciones con los elfos domésticos, y aún menos se sentarían a escribir sus palabras de sabiduría.

– ¿Palabras de sabiduría?

–No piensan de la misma forma que nosotros, Severus –explicó Albus– Los no-humanos tienen sus propios mitos y leyendas. Esto se suele ignorar porque se les considera criaturas inferiores. Mira a los centauros: poseen inteligencias muy superiores a la nuestra, y sin embargo se les considera por debajo de nosotros porque eligen vivir en la floresta. Lo cierto es que a menudo los elfos saben cosas que los magos ignoran, pero carecen de la habilidad necesaria para explicarlo.

– ¿Y Grindelwald? –Preguntó Severus– ¿Llegaste a descubrir qué significaba el nombre?

Albus se reclinó en la silla y acarició lentamente su barba.

–Grindelwald era un loco ansioso de poder que pregonaba la superioridad de los "sangre limpia" y buscaba un retorno a la grandeza mediante actos genocidas. Era como cientos de locos antes que él, con la misma retórica, reuniendo a los amargados y a los descontentos. Y un día, eso cambió. Una nueva locura hizo presa en él –Albus frunció el ceño mientras Severus le miraba fijamente. El director nunca hablaba de aquella época, y escucharle contar algo sobre aquella guerra era algo único– Creía que había un gran secreto que le permitiría gobernar el mundo –continuó Albus– Se obsesionó con ello, con encontrar dónde estaba escrito o descubrirlo él mismo. Todo lo demás se volvió secundario y empezó a cometer errores, volviéndose vulnerable a los ataques. Al final sus seguidores fueron capturados, o murieron, o le abandonaron, y tuvo que enfrentarse a mí solo.

La Piedra del MatrimonioWhere stories live. Discover now