Capítulo 30: Persecución

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Sirius se apresuró en volver a las habitaciones de Remus en el castillo, con el hombre lobo apenas a unos pasos de él. Sin hablar, empezaron a reunir todo el equipo de viaje, cambiándose a trajes más recios de cuero de dragón y guantes y capas hechizadas para dar calor. Como hacía poco que habían regresado de una misión de reconocimiento para Dumbledore, todo su equipo estaba a mano, y sólo les tomó unos instantes prepararse.

Una vez listos, se dirigieron a las mazmorras, sin necesitar intercambiar ni una palabra para saber que estaban pensando lo mismo. Recogerían a Severus Snape y luego perseguirían a los hombres que acababan de raptar a Harry de Hogwarts.

Debería ser James quien les acompañase, pensó Sirius. James debería estarles dirigiendo, y Remus y Sirius deberían seguirle. En lugar de ello, era Severus Snape quien tenía el lugar de preeminencia en la vida de Harry. Sirius no pudo evitar pensar en lo mucho que le había fallado a su amigo de infancia.

–No podríamos pedir mejor compañero que Severus para esto –dijo Remus súbitamente, sobresaltando a Sirius. Miró a su amigo, captando una mirada de comprensión en sus ojos ambarinos. Era extraño cuando Remus hacía ese tipo de cosas, como si pudiese leerle la mente– Severus no se detendrá ante nada, hasta que le haya puesto a salvo.

– ¿Y piensas que James no hubiese hecho exactamente lo mismo? –exigió saber Sirius. Aún le costaba comprender por qué Remus aceptaba a Snape con tanta facilidad. Él se había perdido los años durante los cuales las lealtades de Snape habían surgido a la luz, y era realmente duro para él ver más allá de sus prejuicios y recuerdos del Slytherin.

–A veces hay que ser despiadado –le dijo Remus– y James fue siempre demasiado amable.

Sirius se estremeció. Le resultaba perturbador oír a Remus decir ese tipo de cosas. Era el hombre más amable y gentil que hubiese conocido jamás. Siempre le sobresaltaba que hablase de forma que demostraba que conocía la oscuridad demasiado bien.

Encontraron a Diana Snape esperando en el pasillo, junto al retrato de Salazar Slytherin con una enorme serpiente. Considerando las posibles ventajas que podían surgir del libro de notas que Harry había traducido para Navidad, Sirius no podía mirar al Señor de Slytherin con la misma cara.

Ignorando a la mujer, Sirius llamó en el retrato. Un segundo después se abrió y Severus Snape les indicó a todos que entraran. Una rápida ojeada al hombre les mostró que ya estaba preparado para viajar: vestía también cuero negro endurecido con escamas de dragón, y sobre el traje un abrigo hecho de pieles negras de Wyvern que Sirius sabía que detendría a la mayoría de espadas. Era un estilo que muchos Slytherin habían utilizado cuando él iba a la escuela. Para su sorpresa, Snape miró con dureza a su hermana.

– ¿Sabes dónde están las Tierras de Invierno? –exigió saber. Pero ella agitó la cabeza:

–No, nunca he estado allí. Alrik siempre me dijo que era demasiado peligroso. Hemos vivido en Inglaterra durante todo este tiempo.

Esto pareció sobresaltar a Snape:

– ¿Alrik no vive contigo?

La mujer se encogió de hombros, con ojos brillantes.

–Sólo una semana de cada mes –admitió. Resultaba extraño que Snape no supiese eso de su propia hermana, pero Sirius recordó que había oído decir que el hombre no estaba en buenas relaciones con su propia familia.

– ¿Qué clase de matrimonio es ése?

Ella miró brevemente hacia Sirius y Remus, pero luego volvió a encogerse de hombros.

La Piedra del MatrimonioWhere stories live. Discover now